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Hace 30 años el Mar Muerto quedaba a 600 kilómetros de Capital Federal. O casi. Por su altísimo nivel de salinidad, las aguas de Epecuén eran comparadas con las que bañan las costas de Jordania e Israel. Y allí iban miles de jubilados a curar sus males reumáticos. No estaban solos: unos 25.000 turistas visitaban las costas de este lago bonaerense.
Epecuén era una muy buena opción veraniega de la provincia, más allá de la costa atlántica y las sierras. El pueblo, una villa turística que fue fundada en 1921 y llegó a tener 1.500 habitantes, estaba a 7 kilómetros de Carhué, la cabeza del partido de Adolfo Alsina, en el sudoeste bonaerense. Hasta que desapareció bajo las aguas, literalmente.
Costanera de Epecuén en los '70 (Foto: Wikipedia).
El agua entró en el pueblo en 1985.
"En noviembre de 1985, algunos vecinos del pueblo comentaban que el terraplén que los separaba del lago podría caer. Los funcionarios municipales y provinciales habían jurado que cualquier desborde no superaría los diez centímetros y que esta villa del suroeste de la Provincia de Buenos Aires seguiría siendo uno de los principales centros de salud del país. Pero el terraplén cedió y Epecuén pasó a ser un difuso reflejo en el agua", escribió la periodista Josefina Licitra en su libro "La mala agua", que Aguilar publicó el año pasado.
Los habitantes dejaron sus casas como pudieron y las imágenes fueron desgarradoras, muy similares a las que hoy se viven en Luján, Salto y otros pueblos de la provincia.
Pueblo fantasma: las ruinas de la villa turística (Foto: Ileana Destree).
¿Qué pasó en Epecuén? En los '60, las lagunas de la zona estaban secas: peligraba el turismo y la pesca. Se abrió un canal que aportaba agua desde los arroyos de la cuenca del Salado. Así se armaron las llamadas “lagunas encadenadas”. "Epecuén era última de ocho encadenadas. Hasta que las obras hidráulica se terminaron pasaron unos 20 años y la naturaleza ya había llevado a las aguas a su nivel: el canal ya no hacía falta pero no se previó como cerrarlo", recuerda David Hirtz, actual intendente de Adolfo Alsina.
Desolación: toma aérea de Epecuén (Foto: Rodrigo Terren).
En 1983, la villa Epecuén tenía un terraplén de bolsas de arena de 5 metros, más altos que los techos de las casa y que varios de los pequeños hoteles. "Era una bomba de tiempo que explotó en 1985, uno de los años más lluvioso de la década. El sistema colapsó y se llevó todo", rememora el intendente radical.
Nivel del agua, según pasó el tiempo. (Infografía: Wikipedia).
Las ruinas de un pueblo fantasma
Casi todos los habitantes fueron evacuados y nadie en la zona se olvida de las imágenes desoladoras: el agua tapándolo todo, los féretros del cementerio local flotando a la deriva, el Cristo de la entrada de la Villa casi cubierto totalmente.
Con los años, las aguas del lago Epecuén se retiraron y el espectáculo se tornó más desolador aun: las ruinas de un pueblo fantasma. Esas imágenes post apocalípticas llamaron la atención de muchos, desde el Indio Solari, que se fotografío allí, para una muestra fotográfica denominada Recorrido en la Tempestad; hasta Red Bull, que filmó el increíble corto que abre esta nota, en el que una estrella mundial del mountain bike recorre de manera espectacular lo que queda de la villa.
El Indio Solari posa para la muestra “Recorrido en la Tempestad”.
Las ruinas del Matadero que Francisco Salamone construyó en 1938.
Las piletas de la villa turística.
Hoy, en Epecuén hay ruinas, calles sin fin y árboles secos, petrificados por la podredumbre. Cada vez son más los curiosos que van a ver ese impactante elefante blanco descascarado. Un ejemplo de lo que ya no tendría que pasar, pero sigue pasando.