por Maia Had
11 Agosto de 2023 12:30Un mes en medio del océano, más de siete mil kilómetros, sin celular y sin contacto con el exterior. En esta competencia llena de desafíos, llamada Mini Transat, va a participar Federico Norman, un rosarino que sueña en convertirse en el primer argentino en poder terminar la carrera.
La competencia se va a disputar el 24 de septiembre en Les Sables-d'Olonne, una ciudad costera en el oeste de Francia, y conlleva dos etapas: la primera dura entre 10 a 15 días hasta las Islas Canarias y luego son de 15 a 20 días hasta la Isla Guadalupe.
Con 37 años, Norman estudió Economía y navega desde que es chico, sin embargo, nunca antes había participado en una carrera en donde tiene que desarraigarse de todo. Hace dos años que armó sus valijas y se mudó a Francia para enfocarse en su nueva meta.
-¿Por qué decidiste mudarte a Francia?
-La regata es un deporte que no es muy profesional en Argentina, pero en Europa sí. Siempre me quedó la pica de probarme en un ambiente más profesional y hace dos años se me ocurrió dejar la profesión. Yo me dedicaba al Real State, por lo menos por un tiempo, y meterle garra a esto que tiene lo suyo, porque te tenés que mandar a mudar, otra sociedad, otra cultura, todo cambia.
-¿Por qué elegiste dejar tu profesión?
-En realidad, no la dejé, la cambié. No me convence eso de que lo que terminé de estudiar a los 23 años es lo que voy a hacer en toda mi vida. Hice una profesión relacionada a la economía hasta los treinta y pico, ahora puedo hacer otra cosa. Fue un poquito ese el rulo que se me pasó por la cabeza, no hay que hacer siempre lo mismo.
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Podés hacer una pasión, creo que en Argentina falta un poquito eso de meterle más combustible a las pasiones, no porque la gente no las tenga, sino porque está tan difícil la realidad que tenés que salir siempre con las profesiones que te pueden sacar adelante, es una lástima.-¿Desde qué edad empezaste a navegar?
-Empecé por hobby por una cercanía del río familiar. Me llevaron a los 10 años al río y empecé ese deporte. Me gustó mucho porque era un deporte que te que te daba mucha libertad, cuando vos estás en el río en tu barquito sos Dios y Señor, ya no hay nadie que te diga nada.
Fue como una veta de libertad que pude tocar a una edad muy temprana, a una edad en la que en general hace todas cosas que están contenidas y amparadas. Pero cuando estas en un barco vos solo te genera una sensación de que tenés que cuidar por tu vida, sos capitán de tu barco, por más que era chiquito. Me fui metiendo en la competencia y la competencia se vuelve áspera, ya de chico aprendí a competir.
-¿En qué se basan las competencias que participabas?
-Son competencias de regatas que corres durante el día. Corres de tres a cuatro regatas en un día y después se computan todas las regatas. Me metí mucho en el circuito de competencia, me fui a correr a Perú, Canadá, Italia. Estaba en el seleccionado nacional cuando era chico.
-¿Cómo se te ocurrió inscribirte en la Mini Transat?- Durante la pandemia tomé la decisión. Creo que mi familia no me dio bola porque como estábamos todos en la pandemia, con unos divagues barbaros, la locura galopante de estar experimentando algo raro, pero creo que fue como que lo que me terminó de empujar y para cuando vieron que era verdad empezaron a averiguar sobre la competencia.
-¿Cómo se va a disputar esta competencia?
-El 24 de septiembre largamos 90 barcos que fuimos clasificados para poder correr, tuvimos que hacer un proceso de selección que duró dos años. Tuvimos que demostrar capacidad para soportar estar solo en el mar. Por un lado, te obligan a hacer un circuito en solitario que tienen las mil millas y computarlo y hacer un montón de cálculos y demostraciones de la regata. Después tenés que correr regatas del circuito oficial y los que más millas tengan son los primeros en seleccionar. Corrieron 300 barcos y entramos 90.
Esto es una regata muy rara porque, aún en la modernidad, nos exigimos a ir con lo mínimo indispensable, como se hacían los años 70 cuando inició la regata, entonces cuidan no excederse de tecnología. Estas vos solo, es un viaje que lo haces un barco tan chiquito y sin asistencia al exterior. Yo digo que es un viaje al interior, un viaje al propio ser.
-¿Cómo es tu rutina en el barco?
-El barco lo tenés que hacer navegar de día y de noche y como estás solo, tenés que poderse setearlo con un piloto automático que solamente agarra el timón y poder prever las tormentas y cómo lo llevas. Desarrollamos una manera de navegar en la que dormís poquito en muchas veces durante el día.
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Al mar lo conocemos, con lo cual vamos previendo lo que va pasando. Te tiras a dormir en el barco, que tiene lugar adentro que donde te podes acostar, y pones una alarma de 30 o 20 minutos, depende como está la situación. Cada 20/30 minutos salís afuera a ver cómo está la cosa y así lo vas llevando.Es bastante precaria la navegación, pero no deja ser una regata, una competencia, y tengo que confesar que corremos contra pibes de 20 años que van a tope. Esta regata empezó en los '70 como una aventura de poder cruzar en el barco más chiquito y barato que hay, hoy se transformó en una competencia muy fuerte. Cada vez se volvió más competitivo, lo que primero era una aventura difícil de lograr en donde largaban 70 barcos y llegaban 30, se fue perfeccionando y empezaron a llegar más barcos, pero lo normal que la mitad de la flota no llegue.
-¿Cómo es el tema de las provisiones?
-Para poder ir rápido necesitas llevar poco peso. Llevamos unas comidas que es como un polvito, es comida disecada que también usan los montañistas porque aprovechas que es liviana y fácil de hacer, le hechas agua y como que se hincha, son fáciles de trasladar y de preparar porque cada kilo influye. Vamos cuidándonos de qué llevar, de ver cuántos litros de agua consideramos que vamos a tomar y no llevamos ni un litro más, así de finito.
-¿Cómo te estás preparando para la competencia?
-La propia de cualquier deporte más toda la parte técnica del barco. Como tratamos hacerlo muy barato, no es que tenemos preparadores, vos te encargas de todo. Para que el barco funcione a veces tenés que hacer arreglos de fibra de vidrio, en aluminio, de cablerío, de electrónica, porque vamos todos con cargadores solares para tener algo de energía.
Tenés que aprender a arreglar todo, hay días en las que sabes qué cosas vas rompiendo y arreglando, otro día que toca un bloque de entrenamiento porque te reunís con otros veleros de la misma categoría y salimos a entrenar juntos para probarnos la velocidad, conseguimos trabajar en conjunto entre 8 a 10 horas y probamos de diferentes rumbos. Eso lo hacemos lo días de navegación corta.
Después hacemos días de navegación larga de dos a cuatro días que salimos a entrenar donde estas completamente aislado en el barco y sobreviviendo días, pero conjunto con otros 10 o 15 barcos, entonces no deja de ser una carrera y el que vuelve primero gana.
La cantidad de días que dure el trayecto, tenes situaciones meteorológicas diferentes, difíciles, fáciles, impredecibles o durísimas, te vas preparando. Es una típica disciplina a fuerza de repetición y de exponerte a situaciones. La primera vez es durísimo porque tenes mucho sueño, es como que te vence. El sueño es de esas cosas que entras en una locura que te lleva al 'no pasa nada', entonces te rendes. Es la parte más difícil porque tenes que ganar a tu cuerpo o tenes que entender qué le está pasando tu cuerpo.
Te tenes que cuidar siempre de guardar un poco de energía para momentos en los cuales te agarra una tormenta con olas de cinco o seis metros a 80 o 90 kilómetros por hora. También hacemos físico, gimnasio y bicicleta, para estar en forma.
En el último tiempo estuve previendo todas las cosas que se pueden romper en la competencia. Muchas cosas se pueden deteriorar o romper por mal uso o desgaste entonces viendo de llevar repuestos y métodos de cambio rápido. En el último año y medio ya trabajé la velocidad del barco, la técnica y lo pude perfeccionar.
-¿Hay otro argentino en la competencia?
-No, somos pocos los que venimos fuera de Europa. Nunca un argentino la logró terminar, un solo argentino lo intentó una vez, en épocas las que era muy difícil, y no la pudo lograr. Desde ese punto de vista, quiero poder lograr ser el primer argentino en terminarla y ojalá me vaya muy bien.
-¿Cuál es la virtud que pensas que te pueda ayudar a terminar la carrera?
- La resiliencia me parece. La capacidad de poder soportar situaciones muy adversas sin venirme abajo.
-Para vos, ¿va a ser una experiencia renovadora?
-Me desenchufo de todo y paso a vivir otra vida, fue un poquito el experimento que hice ¿Cómo se puede vivir, lo que yo digo, más vidas? Una manera de decir, vivir más experiencias, yo sabía que era eso: romper para crear un montón de cosas más.
¿Alguien estuvo alguna vez 15 o 20 días solo, hablando con nadie en la nada sin comunicación, sin celular, sin leer, un diario, sin ver otra persona, viendo mar y mar? A su vez, no estás en una situación de meditación. Es una situación de estrés, de una carrera, que creo que también el cuerpo se da cuenta. Así que creo que sí, que esa experiencia debe ser renovadora.
-¿Cuál es tu mayor sueño de navegación?
-Me gustaría poder, luego de vivir esta experiencia y ver si me gusta lo suficiente, como para poder dar un paso más grande que es una carrera de dar la vuelta al mundo en solitario o en doble. Es como un paso loco que tengo ganas de hacer más adelante, pero que requiere de otro nivel, además, necesitaría que empresas grandes apoyen el proyecto porque son proyectos estratosféricos.