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Exclusivo: las fotos del taller clandestino incendiado

Esta tarde, Esteban Mur, padre de Rolando y Rodrigo, logró ingresar al taller donde sus hijos perdieron la vida en un incendio. Qué se perdió bajo las llamas y qué consecuencias tiene esa pérdida.

11 Mayo de 2015 16:05
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Páez 2796 se incendió dos veces. En esa esquina del barrio porteño de Flores funcionaba un taller clandestino. Allí, en el primero de los fuegos -ocurrido el 27 de abril-, murieron Rodrigo Menchaca, de 10 años, y Rolando Mur Menchaca, de 5. El segundo incendio fue el 7 de mayo. Según el testimonio de los vecinos, la consigna policial que debía custodiar la esquina se ausentó desde la madrugada. Las llamas comenzaron a media mañana, y terminaron por devorar las posibles evidencias y las marcas de los vínculos comerciales, fundamentales para la investigación.  

“Se pudo haber destruido evidencia que prueba vínculo comercial”, dijo la abogada. 

Esteban Mur, padre de los chiquitos, logró ingresar esta tarde por primera vez al lugar. Lo hizo acompañado de su abogada, Gabriela Carpinetti, que evalúa: “El fuego pudo haber consumido las etiquetas de las marcas y la facturación, es decir, los posibles vínculos comerciales que tenía la familia y la red de comercialización”.

Lo que se divulgó en los medios es que en ese taller se cosían camisas para grandes marcas. Pero lo cierto es que tanto Esteban como su mujer, Corina, y los cuñados de ambos -quienes trabajaban en ese lugar- se dedicaban a la confección de remeras y al tejido. 

En el taller se dedicaban al tejido y a la confección de remeras y trabajaban de 8 a 22 horas.

El dueño del local es coreano, pero la vinculación con él se agota en los testimonios. No quedó prueba de la relación comercial con sus “empleados”. “Trabajábamos de 8 de la mañana a 10 de la noche. Yo sé que el trabajo no era apto pero tenía que aguantar por la cercanía de la escuela de mis hijos”, relató Mur. Los nenes iban a la escuela República de La Pampa, a 7 cuadras del lugar donde perdieron la vida. 

El primer fuego comenzó por una vela. Edesur había cortado la luz del inmueble y lo iluminaban de esa manera; el segundo tiene todo el aspecto de haber sido intencional. Es muy difícil tan solo intentar ponerse en el lugar de esos padres. La abogada tiene una certeza que duele aún más: “Los dos incendios eran evitables”.

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