por Lucas Morando
06 Enero de 2016 17:15Incapaz de combatir su profundo fanatismo, antes de terminar de reacondicionar su propia casa en la Residencia de Olivos -donde se mudará en febrero- Mauricio Macri ya restauró la cancha de fútbol. Mandó a cortar el césped, pintó las líneas que delimitan la cancha, consiguió arcos nuevos, puso banderines en las esquinas y hasta restauró los vestuarios, que se usaban como depósito desde hace años.
Santilli, Frigerio, Ocampo, De Andreis y Pavlovsky, entre otros, con la camiseta de River.
La ausencia de Macri
El Presidente tuvo un primer error de timming: no pudo estar en el partido inaugural, que se disputó ayer a las 20, sin él. “Jueguen sin mi, me sumo al próximo”, instruyó a uno de sus asesores, que le dio la noticia un ratito antes de ponerse la remera de boca. Ya tiene agendado para el próximo martes debutar en el césped de Olivos.
“Jueguen sin mí, me sumo al próximo
Con dos tiempos de 35 minutos, los equipos se armaron con la cúpula del macrismo, varios de los ministros más importantes del gabinete, algunos asesores y parte del equipo de comunicación, con notorios problemas para correr. Fue un Boca-River entre macristas que terminó en un empate con un gol de cada equipo.
Con la remera de River jugaron Fernando de Andreis, secretario general de la Presidencia, Rogelio Frigerio, ministro del Interior, el vocero presidencial, Iván Pavlovsky (fue al arco), el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, el ministro seguridad de la ciudad, Martín Ocampo y Federico Suárez, el “arquitecto comunicacional” de María Eugenia Vidal.
Del otro lado, Boca tuvo como estrella a Carlos “El Colorado” Mac Allister, pero así y todo no logró ganar. El destino (más que la habilidad) tuvo coherencia: el único que hizo un gol fue Marcos Peña, el Jefe de Gabinete y mayor hombre de confianza de Macri. Se peleaban por pasarle la pelota, pero un dolor en la rodilla lo desenfocó en el segundo tiempo.
Peña, Garabano, Ibarra y Buryaile, más el refuerzo de Mac Allister.
Los que se destacaron
También jugaron un tímido pero deportista Germán Garavano, ministro de Justicia nacional, Andrés Ibarra, de la cartera de “modenización” y amigo de macri desde hace décadas y Fulvio Pompeo, el “vicecanciller”, que cuida en cada paso su elegancia. Durante el partido se destacó el inesperado “rol habilidoso” -así le transmitieron a este cronista- de Ricardo Buryaile en el arco, el ministro de agricultura macrista.
Una vez que los obreros de Casa Militar terminaron de reconstruir la cancha, el partido se armó a último momento con la idea de “sorprender” a Macri. De ahora en más la idea es jugar todos los martes a las 20 en quinta presidencial, una práctica que acostumbraba hacer Néstor Kirchner con los los jóvenes de La Cámpora. Para muchos de ellos fue su primera formación en política. Y la única.
Testigos del partido de ayer reconocen que uno de los funcionarios que se destacó fue Diego Santilli, vicejefe de gobierno, que metió el gol del desempate, dos minutos antes de que termine el partido. Los ministros más entrados en edad -los que pasan los 50- estaban exhaustos. El pasto largo y frondoso les robó todo el aire.
Después hubo asado
Ayer, después del partido, también hubo un asado inaugural. Fue en el mismo salón donde Macri reunió a todos los gobernadores a pocos días de haber asumido. No se habló de Cooparticipación Federal como aquella vez, pero sí se bromeó con el rol de Rogelio Frigerio, que se ufanaba de haber corrido los 70 minutos sin parar y se cuestionó la estrategia de Jorge Grecco, que pateó, marcó y trabó mucho más de lo que corrió.
El día que Macri recibió a los gobernadores en Olivos.
El mal trago de los insectos
Antes del asado se vivieron momentos de tensión cuando algunos macristas desembarcaron en los vestuarios recién restaurados. El agua de la ducha hizo brotar un ejército de cucarachas que salieron de las alcantallistas, que llevaban años sin ver el agua.
Ahora, un día después, los organizadores olvidaron el mal trago de los insectos y reconocen que el verdadero objetivo de los partidos es fomentar el “espíritu de equipo” entre los ministros y asesores. Dudosa premisa para un gabinete con tantos funcionarios apasionados por ese deporte.