por Marcelo Dimango
28 Agosto de 2015 16:50Apenas quedan 60 días para dilucidar el misterio que aún persiste sobre la elección de octubre: habrá ballottage o no. Y es muy probable que haya que esperar hasta el 22 de noviembre, fecha en la que se realizaría la segunda vuelta, para determinar quién será el Presidente del post kirchnerismo.
Esa idea de una segunda vuelta crispa los nervios de uno los candidatos, el que encabezó la grilla de las PASO: Daniel Scioli.
No son días sencillos en la intimidad de La Ñata. Con el correr de los días, el cuartel de operaciones del sciolismo fue mutando aires de jolgorio y deportes por los de la mesa de arena de la política.
La tensión en el sciolismo se hace sentir, la relación con el kirchnerismo puro y duro, no es optima.
Algunos datos que se conocieron en estos días, y que obviamente ya conocían en la intimidad del sciolismo, hablan de un par de encuestas que pusieron aún más nervioso al candidato del oficialismo. No dan bien. No se registra crecimiento.
Uno de los sondeos, realizado por la consultora de Enrique Zuleta Puceiro, OPSM (1.200 casos entre el 13 y el 22 de este mes), le da a Scioli una intención de voto para octubre de 39%, igual que las PASO del 9 de agosto. Detrás está el candidato de Cambiemos, Mauricio Macri, que alcanzaría un 31% y tercero Sergio Massa, lejos, con un cómodo 18,5%. Macri estaría creciendo apenas un 1%, respecto de lo obtenido por la Alianza Cambiemos, es decir retendría todo el voto de ese frente. Pero si se tomara solo el 24% obtenido por el jefe de Gobierno porteño en las PASO, habría crecido casi 7 puntos en los días que pasaron desde esa elección.
Para algunos puede ser mucho, sin embargo para otros puede ser poco. En el caso de Massa, descendería unos 2 puntos respecto a los obtenidos por la Alianza UNA (20,63%), aunque en su caso personal, estaría cosechando unos 4 puntos respecto del 14% que lo votó en las PASO.
Tres son las cartas que tienen los electores con posibilidades de ganar en octubre.
La sucesión de hechos luego de las PASO tuvieron impacto. Las inundaciones bonaerense y el fallido viaje de Scioli a Italia; el asesinato del militante radical en Jujuy; y los escandalosos sucesos de Tucumán. Todo tuvo su correlato en el candidato oficialista. También las denuncias por el Triple Crimen de General Rodríguez y el negocio de la Efedrina, contra Aníbal Fernández.
Algarabía el domingo en Tucumán. Nada hacía predecir un escándalo que crecería a niveles impensados.
En ese mismo contexto, la consultora Aresco, de Federico Aurelio, le da a Scioli un 40% de intención de voto, a Macri un 32,5% y a Sergio Massa un 16%. Es que para Scioli, que necesita apenas un 6% más de votos para coronarse en primera vuelta en octubre, el actual estado de cosas no es el planeado.
Y no puede salir de ese estado de tensión que lo invadió cuando en pleno regreso desde Italia, vió la imagen de María Eugenia Vidal pisando los charcos bonaerenses. Fue ahí que supo que su amigo de años, y hoy contrincante, Mauricio Macri, con quien tenía un acuerdo de caballeros de no agresión, iba a jugar en serio.
“No tiene códigos”, cuentan que dijo Scioli en la intimidad de La Ñata. Y por eso, una noche de esa misma semana, se reunió en secreto y a solas con Sergio Massa y José Manuel De la Sota, para pedirles que lo ayudaran a ganar. Cuentan en la periferia de los protagonistas que Scioli prometió que, si se ganaba, “se sacaría de encima a La Cámpora”. Las promesas aún no tienen correlato en las encuestas. Al menos hasta ahora.
La imagen de la dama macrista, con las botas en un charco de Luján, desató una tormenta perfecta en la relación de Scioli con Macri, do viejos amigos.
El silencio presidencial y los 12 días que pasaron hasta que Cristina Kirchner se dignó a recibirlo, después de la PASO, le habría dado la certeza al gobernador de que, desde algún lugar cercano al poder, seguían sus pasos a través de la tecnología.
Y en eso momento habría decidido que su hermano Pepe (José Scioli), debía hablar del tema con Eduardo “Wado” De Pedro, el secretario general de la Presidencia y miembro de número de La Cámpora, para pedirle que le saque a los curiosos de teléfonos, computadores y de su vida. Parece que no tuvo mucha suerte: casi que no obtuvo respuesta, apenas un ni.
Eduardo “Wado” De Pedro, siempre sonriente y tranquilo, no habría contestado el pedido del sciolismo.
Algunos gobernadores peronistas le sugieren a Scioli que es hora de despegarse. Y para muestra quizá baste el raid mediático de estos días del salteño Juan Manuel Urtubey. Quien además de aceptar la pobreza en su provincia, como si nada, también dice a viva voz que Scioli es “el mejor presidente que puede tener la Argentina”.
El gobernador salteño, íntimo de Scioli, salió esta semana a decir lo que el gobernador, aún no puede o no quiere verbalizar.
Y hasta se da el lujo de hacer críticas públicas sobre los 12 años de gesta kirchnerista. Está claro que Urtubey está dispuesto a jugar decididamente para Scioli y hasta, actuar y decir lo que Scioli aún no está dispuesto o no quiere decir. Todavía.