Ariell, Charlie y Felicitas son tres de las 10 mujeres que denunciaron penalmente a Cristian Aldana por abuso sexual, corrupción de menores y transmisión de enfermedades. Juntas, se armaron de valentía y dieron testimonio en un video grabado por la red feminista de noticias Matria.
Y las palabras de las jóvenes sirven no sólo como conmovedor testimonio de resistencia y lucha, sino también como un espeluznante catálogo de las presuntas tácticas detrás de la personalidad del líder de El Otro Yo.
Charlie, Ariell y Felicitas se animaron a contar su calvario.
Despersonalización. Felicitas, quien tenía 14 años al momento de ser captada, relata que su primera experiencia sexual con el ex cantante de El Otro Yo fue "en la situación de una orgía".
La joven también cuenta que Aldana le vendó los ojos y la obligó a gatear por el piso antes de revelarle la presencia de otra persona en la habitación. "No era algo consentido. Me sentí un trapo de piso", remarca la joven apuntando a la destrucción de la autoestima y la anulación psicológica orquestadas por el músico.
Vulnerabilidad. Las tres denunciantes tenían entre 13 y 14 años cuando conocieron a Aldana. Para Felicitas, significó su primera relación sexual, mientras que para Ariell fue la segunda y constituyó una violación anal.
Charlie, por su parte, entró en contacto con el músico en el marco de una situación familiar marcada por la muerte de su hermano. "Con mi madre hecha polvo, él pudo entrar con más fuerza en mi vida", explica.
Manipulación. "Te hacía creer que era un momento especial, que éramos únicos. Que yo era como una especie de elegida", remarca Ariell. "Me hizo creer el 'verso' del amor libre".
"Él me decía qué le tenía que decir y qué no a mi madre", agrega Charlie mientras Felicitas concuerda: "Me decía que lo que estábamos haciendo estaba bien, que no se lo tenia que contar a nadie porque los demás no iban a entender".
Violencia física y psicológica. Además de los abusos sexuales, Charlie declara haber sido objeto de golpizas y constantes desvalorizaciones verbales por parte de Aldana. "Me decía que yo me merecía eso porque no servía para otra cosa".
"Es un femicida psicológico", resume. "Mató nuestra inocencia. Todas en algún momento de nuestras vidas nos quisimos suicidar".
Perversidad
Interpretado como un ángulo más de su cinismo, Aldana se presentó vestido de monja en una marcha organizada en su contra en mayo del año pasado.
Allí, empuñando una guitarra, hasta se atrevió a cantar una canción que en rezaba "la música salva vidas" y "el amor disipa al odio".
Aldana se vestía de monja en sus "Fiestas Perversas".
El hecho se torna aún más simbólico si se recuerdan las "Fiestas Perversas": reuniones que el músico organizaba en su propia casa y publicitaba vía Fotolog.
La fiesta incluía una escalofriante contraseña.
Allí, solía aparecer con hábitos religiosos haciéndose llamar "Sor Chorongoza" e invitando a adolescentes a meterse debajo de sus ropajes. La contraseña para ingresar, a la luz de los acontecimientos, se vuelve escalofriante: "Me gusta grande pero no me entra".