Por su carácter, sus pocas pulgas al hablar de la pandemia, su tono y su conocimiento, a Gabriela Piovano la apodaron hace ya varios meses como la “infectóloga del pueblo”. Trabaja desde hace años en el Hospital Muñiz, especializado en Infectología. Estuvo en la primera línea de lucha contra el coronavirus y semanas atrás comenzó a sentir fiebre, dolor muscular y náuseas. Un hisopado (en estos meses se debió someter a varios) arrojó el temido resultado: se contagió de COVID-19.
Aislada en su hogar, cuenta a BigBang que atraviesa la enfermedad sin miedo aunque con respeto y se muestra esperanzada por el hallazgo de una vacuna que le ponga fin a la pandemia, aunque alerta por la pérdida del temor a los posibles contagios. Además, le envía un mensaje al presidente Alberto Fernández y pide extremar los cuidados.
-Hace unos meses te apodaron como “la infectóloga del pueblo”. ¿Te sentís cómoda?
Sí, porque a veces al ver las reacciones de algunos compañeros creo que yo soy un poco la infectóloga del pueblo, porque pienso a la medicina desde otro lugar, no desde un punto de vista aséptico.
Hace meses Piovano protagonizó una discusión en televisión que se hizo viral, con conductores de un noticiero de América TV. Luego hubo otro episodio aún más curioso, cuando enfrentó los argumentos del economista liberal Javier Milei, a quien le llegó a decir: “Si a nosotros se nos satura el sistema de atención no va a venir a pedir disculpas; primero que vaya a leer un poquito los libros”.
Una infectóloga atendió a Milei en vivo: "Primero vaya a leer un poquito los libros"
-¿Se empezó a vivir la nueva normalidad sin todos los cuidados necesarios?
La ciudadanía desgraciadamente viene de muchísimos años de individualismo, más un trabajo fino de algunos medios, que se refleja en el modo de atravesar la pandemia. Hay sectores que no tienen piedad. Cuando esto empezó vinieron diez personas desde las ciudades con infectados, ya se sabía que era necesario quedarse encerrado y sin embargo organizaron fiestas, reuniones, mateadas. Hay un problema de conciencia colectiva. La idea de la cuarentena fue evitar que haya circulación comunitaria. Se sostuvo durante dos o tres meses, pero en mayo empezaron las salidas y también las marchas, hubo aperturas para las empresas. Todo eso fomenta que haya más casos. Se invirtió en el sistema sanitario, pero en el interior la infraestructura era muy escasa, no está preparada.
-¿Qué es lo que viste en estos meses en el Hospital Muñiz?
Tuvimos varias etapas: a principio fue la preparación para lo que se iba a venir, se acondicionaron seis terapias, algunas ya funcionaban pero tenían algún déficit. Al principio venían pacientes poco sintomáticos para internar en terapia pero no necesitaban estar internados, era para que estuvieran aislados. Eso desgastó bastante, porque igual había que usar los equipos de protección personal. Después armaron un pabellón con 150 camas y coincidió con el estallido de los barrios populares, no había oxígeno central y tuvimos que reclamarlo hasta que finalmente se puso y eso alivianó mucho el requerimiento de terapia, que de todos modos en algún momento fue muy alto. El Muñiz es una válvula en relación a otros hospitales de agudos que contienen casos de Covid, cuando los casos son más graves llegan al hospital. Ahora vemos una estabilización de la demanda, no estamos estallando.
-¿Pasó el pico?
Claro. Pero pasó porque todavía estamos encerrados. Por más que vayas a tomar una pinta con tus amigos volvés a tu casa: tu pibe va a la escuela, vos hacés home office. La escolaridad virtual y los trabajos no presenciales sostienen esta situación. Si se reabriera todo, estalla en tres semanas. No creo que pase.
-Muchos médicos y enfermeras cuentan sobre el agotamiento después de tantos meses...
Con respecto al paciente se trabaja muy protegido y tal vez cuando salís de esa situación te aflojás y ahí se produce el contagio entre el personal, que por ahí viene de trabajar en el sector privado, donde fue más difícil tener elementos de cuidado reales todo el tiempo. Por otro lado, desde marzo no hemos parado, no tuvimos otro momento para tomar una licencia, cada vez es más estresante: si no te infectaste todavía, se puede infectar un compañero o un familiar. A su vez, uno ve cosas en los medios, los trolls y las marchas que empujan a la frustración y es desesperante.
-¿En tu caso sabés cómo te contagiaste?
Me da la sensación de que fue a través del familiar de un paciente. En el hospital estamos bastante cuidados, tuve varios compañeros infectados, se generó una pequeña inmunidad que no es de rebaño, es de corral (risas). En mi caso, esta persona trajo unos estudios, y si bien estuvimos con barbijo estábamos cerca uno del otro, yo toqué los estudios que trajo. A los pocos días esta persona empezó con fiebre, se hisopó y a los dos días le dio positivo. Dos días después empecé con fiebre. Yo trabajo en una terapia, intubé pacientes, o sea que el riesgo siempre está. Forma parte de nuestro trabajo.
-¿Tuviste miedo en algún momento?
Trato de no pensar en el miedo... Lo atravieso sabiendo que la mayoría de las veces no es grave, pero no lo minimizo. Al trabajar en terapia ves mucha gente que está mal y se salva y otros que están mal y se mueren. Lo viví sin miedo pero con mucho respeto.
-¿Qué síntomas tuviste?
Empecé con un dolor de cabeza, al otro día igual y con fiebre. Después dolores musculares, en la espalda, un poco más de tos, náuseas y vómitos.
-¿Cuánta esperanza tenés con respecto al futuro, la baja de contagios, la llegada de la vacuna?
Soy una persona optimista, creo que es cuestión de tiempo hasta que las cosas cambien. La gripe española se extendió por años. En este caso, la vacuna se podría encontrar en menos de un año, parece digno de Netflix. Es alentador, pero depende de dónde te parás: yo estoy parada en la loma de saber que esto se va a solucionar, que va a haber respuestas.
-¿Te gustaría que Alberto te convoque al comité de expertos que asesoran al Gobierno?
Creo que me debe haber escuchado alguna vez con todo lo que dije, tal vez alguna de mis peleas en televisión, no lo sé pero tengo la fantasía de que sí. Me gustaría que me mande saludos, que me llame y que a lo sumo me deje hacerle un reportaje en mi programa de radio Gráfica.