por Lorena Guarino
06 Febrero de 2016 10:07La convivencia en un edificio no resulta sencilla en ningún caso. Esa es una ley a la cual no escapa ningún vecino de este tipo de inmuebles, ya sea de uno de tres pisos o de 50, en Recoleta o en Flores.
“No existe el consorcio ideal”, explica Mariel Kernes?, administradora y autora del libro Anécdotas de un Administrador de Consorcios. “Uno llega a un edificio y no sabe realmente con qué vecinos va a tener que convivir, es cuestión de suerte”.
Muchos son los motivos que dan pie a la ira entre vecinos.
Hay cuestiones comunes que afectan a todos por igual, pero algunas rankean alto entre los reclamos más oídos por parte de los administradores de consorcios.
Cotidianidades y excentricidades de los vecinos quejosos de un edificio.
El más popular de los problemas es el de los ruidos molestos de cualquier tipo. Si de quejarse se trata, nunca falta un vecino que encontrará la excusa adecuada para arremeter contra otro propietario. Así, el volumen de la música, las fiestas o reuniones realizadas los días de semana, las mudanzas fuera de horario, los animales encerrados que ladran y hasta una conversación privada, pueden erizar o al menos servir de excusas para comenzar una discusión.
Los ruidos molestos pueden amenazar cualquier convivencia.
Para quienes viven en la planta baja, la pelea con un vecino está asegurada. Sucede que este tipo de propietarios padecen la mala de costumbre de los vecinos que tiran basura y objetos desde las ventanas de los pisos superiores. “Restos de fruta, cigarrillos y pañales son algunos de los objetos voladores que generan las principales quejas”, explica en su libro Kernes.
Cuando todo funciona puertas adentro, la mirada comienza a estar puesta en los espacios compartidos. Los reclamos más frecuentes son la falta de limpieza en lugares tales como el salón de usos múltiples, la pileta, vestuarios y gimnasio, entre otros. Aún en los edificios que no tiene este tipo de amenities, dejar la bicicleta en el palier puede ser el inicio de una gran discusión.
La limpieza también es un tema de conflicto.
Los administradores tampoco quedan afuera de estos conventillos en altura. El aumento de las expensas generan cuestionamientos y enojos de los vecinos. Ahí también chocarán las opiniones de quienes avalan el gasto y quienes no. “Los administradores siempre estamos en el medio; somos mediadores entre los vecinos, el encargado y los gremios”, relata Kernes. “Tenemos que tener mucha cintura para poder enfrentar y solucionar las demandas de cada parte. Somos como una especia de psicólogo”.
Los vecinos reclaman respuestas inmediatas de los administradores a todo hora del día. La falta de ellas o la demora también puede encender a un propietario.
Los administradores concentran toda los reclamos.
“He presenciado reuniones donde la gente terminaba peléandose e insultándose, sacando a la luz temas personales que nada tienen que ver con las cuestiones del edificio”, recuerda Kernes.
A estas cuestiones se pueden sumar disparatados reclamos que si no son atendidos y se perpetúan en el tiempo pueden hacer de un edificio el peor de los lugares para vivir.