19 Mayo de 2015 16:00
Hay una fecha que los hinchas de Boca difícilmente puedan olvidar: el 24 de mayo de 2000. Esa noche Martín Palermo volvía al fútbol después de una grave lesión de rodilla que lo había marginado de las canchas durante 6 meses. Américo Gallego había ironizado ante los medios: “Si Bianchi pone a Martín, lo pongo a Enzo”. El resultado es conocido por todos. Palermo, más optimista del gol que nunca, marcó el tercer gol sobre la hora e hizo delirar a los xeneizes.
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En la tribuna, un por entonces joven “Panadero” Adrián Napolitano festejaba llorando colgado al alambrado con una bengala encendida en la mano (minuto 13:05) Aquella noche cobró cierta notoriedad en la tribuna boquense, y luego realizaría el primero de sus viajes a Japón para acompañar al equipo a jugar la Intercontinental contra el Real Madrid. En esos años no vestía el uniforme con el que toda la tribuna lo conocería: jardinero de jean, gorrito amarillo y camiseta vintage. Dicen que después de ese primer plano el muchacho cobró ínfulas. “Se hacía el lindo y tenía ganas de figurar”, define alguien que frecuenta la tribuna.
Para el Panadero, todo comenzó en aquel Superclásico, que terminaría de una manera distinta al del jueves.