21 Enero de 2020 13:45
La amplia indignación con el homicidio de Fernando Báez Sosa como corolario de una golpiza de 11 rugbiers no sólo deriva del hecho en sí mismo. También se relaciona con una larga cadena de hechos de violencia protagonizados por jugadores de rugby, que apunta a un colectivo especialmente acostumbrado a la prepotencia y la impunidad.
Un caso paradigmático
Quizás uno de los casos más recordados de violencia rugbier fue el que tuvo como víctima en el 2006 a Ariel Malvino. El joven estaba de vacaciones en la ciudad brasileña de Ferrugem cuando fue víctima de un violento ataque a manos de tres rugbiers correntinos. Carlos Gallino Yanzi, Horacio Pozo y Eduardo Braun Billinghurst, quienes huyeron de inmediato a su ciudad natal luego del hecho. El juicio aún no tiene fecha de inicio y los tres homicidas están en libertad.
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Clasismo
En 2016, el jugador del club San Cirano Julián Cirigliano, fue filmado por un grupo de amigos empujando al piso a un indigente en la vía pública. Tanto él como los que filmaron la acción terminaron suspendidos de por vida del club y fueron condenados a ejercer tareas comunitarias en dos fundaciones de ayuda a personas en situación de calle.
Violencia de género
El ex rugbier Martín Oharriz, oriundo de Rosario fue condenado a un año de prisión condicional en diciembre del 2018 luego de golpear a su pareja en un hecho que fue filmado por la propia víctima y viralizado en redes. En las imágenes, captadas el 18 de febrero del mismo año, el ex jugador del Jockey Club de Rosario maltrata a la mujer tanto física como verbalmente.
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La víctima más inocente
En octubre del 2019, el rugbier sanjuanino Juan José De La Plata fue detenido por propinarle una paliza a cintazos a su hija de 13 años. El jugador del club Huazihul, también médico, ya había protagonizado otro hecho de violencia en el 2016, cuando intercambió golpes de puño con jugadores rivales durante un partido.
Una pena demasiado leve
A fines del 2019, los rugbiers Miguel Jiménez y Abel Moreno fueron condenados a tres años de prisión en suspenso por "homicidio preterintencional" en Santiago del Estero. Ambos atacaron a Román Paz González, un joven que intentó defender a un amigo que se enfrentó con ellos. A raíz de los golpes recibidos, Román estuvo dos meses en coma antes de morir.
Reacción desmedida
El último sábado del 2019, Mauro Ovadilla, de 18 años, fue a bailar con sus amigos a un boliche de Quilmes para despedir el año. Allí, chocó accidentalmente con el rugbier Gonzalo Miño que, como respuesta, lo atacó a puñetazos. La víctima sufrió lesiones en la córnea por la rotura de los cristales de los anteojos que llevaba, y perdió un diente.
Por la espalda
Alejo Iturrieta, un joven argentino de 18 años, sufrió una fractura de mandíbula al recibir un puñetazo por parte del rugbier uruguayo Giano Bernardi durante una fiesta en un balneario de Punta del Este. El deportista le pegó desde atrás a la víctima cuando éste intentaba calmar la discusión entre un amigo y otra persona.