Para vos, atleta
Para vos, atleta.Para vos que sabés del frío, de calor,de triunfos y derrotas.Para vos que tenés el cuerpo sano,el alma ancha y el corazón grande.Para vos que tenés muchos amigos,muchos anhelos,la alegría adulta y la sonrisa de los niños.Para vos que no sabés de hielos ni de soles,de lluvia ni rencores.Para vos, atleta,que recorriste pueblos y ciudadesuniendo Estados con tu andar.Para vos, atletaque desprecias la guerra y ansías la paz.
Miguel Sánchez
Nunca pensó en convertirse en un símbolo. Pero su desaparición a manos de los asesinos de la última dictadura cívico-militar de Argentina lo transformó en un emblema de la Lucha, la Verdad y la Justicia en el deporte nacional. Hoy varias calles tienen su nombre y una carrera que se disputa en Buenos Aires, Roma, La Habana y otras ciudades del planeta le rinde un profundo homenaje. Esta es la historia de Miguel Benancio Sánchez, militante peronista, poeta y atleta.
“¿Puedo darle un beso a mi mamá?”, preguntó Miguel. Hacía unos minutos una patota con fusiles en sus manos había tocado a la puerta de su casa familiar. El atleta estaba vestido con un jogging porque había vuelta de entrenar. Su madre temblaba. “¿Le puedo dar un beso a mi vieja?”, volvió preguntar. “No”, le respondió uno de bigotes y con un arma en la mano. “En un rato vuelve, señora”.
En el piso estaban repartidos los libros de Sánchez. Cuatro tipos de la banda habían destrozado su biblioteca en busca de algo que nunca encontraron. Su hermana repetía envuelta en lágrimas que el nombre de su hermano era Miguel Benancio y no Miguel Ángel porque habían pedido por ese nombre cuando golpearon la puerta. Nadie le respondía. “Quedate tranquila”, pudo decirle el atleta. Eso fue la última vez que lo vieron. Una vecina contó que lo subieron a un Falcón y le vendaron los ojos. Jamás volvió.
Era las tres de la mañana del 8 de enero de 1978. Pocas horas antes, Sánchez había regresado de San Pablo, Brasil, donde había disputado la carrera de San Silvestre, un clásico de fin de año, para la que se había entrenado durante todo el año con el mítico atleta Osvaldo Suárez, tras convertirse en atleta federado del Club Atlético Independiente de Avellaneda. En 1976 había cumplido el sueño de correr la San Silvestre en Brasil. No creía que la volvería a correr al año siguiente. Tampoco sabía que sería su última carrera.
Su familia hizo de todo tras su desaparición. Al igual que su entrenador. Pero de nada sirvió. Las autoridades de Independiente se hicieron a un lado. Los vínculos con el poder represor eran muchos. No hubo Habeas Corpus que diera con el paradero de el Tucu, como lo bautizaron apenas llegó a Buenos Aires y se instaló en Berazategui, desde su Bella Vista natal, en Tucumán. La militancia en la Unidad Básica del Partido Justicialista de su barrio despertó el odio en los represores de la zona sur del Conurbano. Miguel se había convertido en un blanco.
Según relato de otros detenidos-desaparecidos, Sánchez, que tenía solo 25 años, estuvo secuestrado en el centro clandestino El Vesubio, que funcionaba en Ciudad Evita, partido de La Matanza. A pesar de las torturas, cuentan que el atleta siempre fue solidario con sus compañeros y sus compañeras. En el medio del dolor, Miguel tenía una palabra de aliento y de amor. Rodeado de muerte, nunca dejó de militar por el bien de los demás.
Miguel aprendió del esfuerzo y de la solidaridad en su infancia. Una la tradujo en su trabajo como ordenanza en el Banco Provincia. La otra lo marcaría para siempre. Miguel era fruto del matrimonio conformado por Arturo Benancio y Cecilia del Carmen Santillán, que habían tenido otros nueve hijos. El cierre de Ingenios Tucumanos, ordenado por el Ministro de Economía Adalbert Krigger Vassena, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, dio inicio a movilizaciones por parte de sus trabajadores.
En 1967, Miguel fue testigo del asesinato de Hilda Guerrero de Molina, la esposa de uno de los trabajadores, por la represión de la Policía de la provincia. Tras el crimen, los enfrentamientos entre la guardia de Infantería y los afiliados del sindicato del ingenio San José duraron horas. La Policía disparó contras las mujeres y los niños. Sánchez los defendió y jamás olvido aquellas imágenes.
Unos años después, cuando llegó a Buenos Aires con 18 años, Miguel sabía que su futuro estaría en la militancia peronista. Pero en el medio, descubrió su pasión por la poesía y su habilidad en el fútbol. Lo primero que hizo fue probarse en las inferiores de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Superó la prueba de inmediato. Después comenzó a leer de forma voraz. Hasta que un día se atrevió, compró un cuaderno y empezó a esbozar sus propios poemas. Muchos de ellos fueron publicados tras su desaparición. El más famoso es Para vos, atleta.
Por su trabajo en el Banco, Sánchez debió dejar el fútbol. Pero había descubierto otras habilidades: tenía velocidad y mucha resistencia. El atletismo era su destino. Comenzó a entrenar sin parar. Doble turno. Todos los días. Madrugaba, corría una hora y media, y se iba al trabajo. Volvía, otra hora y media de entrenamiento y a descansar. Tenía talento. Pero era necesario un guía. Y fue el mítico Suárez quien lo ordenaría.
Desde entonces, Miguel recorrería el país en busca de carreras. Había mejorado su técnica, su velocidad y su resistencia. Tenía futuro. Su nombre cobraba fuerza en el deporte. En 1976, en la previa del 25 de mayo, Sánchez volvió a Tucumán para una competencia. Fue recibido como un héroe. Tal vez, esa fue una de las más lindas alegrías que le dio el deporte. Como el sueño de correr en Brasil y en Uruguay.
Sus deseos, su carrera deportiva, sus poemas, su trabajo, su militancia y su solidaridad se terminaron por culpa de los criminales de la dictadura. Lo mataron y lo convirtieron en otro desaparecido de la lista de 30.000. Pero hicieron nacer un mito. Tanto en Berazategui, en Tucumán y en otras localidades del país varias calles fueron bautizadas como Miguel B. Sánchez, en honor al atleta. En la Ciudad de Buenos Aires, la avenida en donde se encuentra el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) lleva el nombre del tucumano.
Pero hay más. Desde 2000, en varios puntos del mundo, miles de deportistas participan de la Carrera de Miguel. En 1998, los periodistas Ariel Scher y Victor Pochat entrevistaron a la familia de Miguel para el diario Clarín y sacaron del olvido a su historia. El periodista italiano Valerio Piccioni, de la Gazzetta Dello Sport, quedó conmovido por esa nota y viajó a Argentina para investigar a fondo la vida de Sánchez. Primero escribió un libro llamado La Corsa di Miguel (La Carrera de Miguel) y en el 2000 organizó la primera competencia en Roma, que se volvió en un clásico de enero.
Un año después, la competencia se comenzó a realizar, en varios puntos de Argentina, con Berazategui y Buenos Aires como puntos neurálgicos. El sábado 19 de marzo de 2022, miles de corredores recordaron a Miguel en su carrera de 8 kilómetros. La largada fue desde el Cenard, ubicado en Miguel Sánchez y Padre Canavery. Como sucede siempre, se repitió el pedido de Memoria, Verdad y Justicia. Se gritó “Nunca Más” y también se leyó un poema de Miguel. Un merecido homenaje para el hombre que supo dar todo por los demás. Para el hombre que peleó hasta el final. Para el hombre que busco arte en todo momento. Para el hombre que corrió como el viento. Para vos, atleta. Para vos, Miguel.