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La CIA reveló cuáles fueron las verdaderas últimas palabras del Che Guevara

El ex agente que comandó su ejecución rompió el silencio.

10 Octubre de 2017 09:00
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El lunes 9 de octubre de 1967, sólo un día después de su captura en la selva boliviana, el Che Guevara murió de un disparo en una escuelita de La Higuera, ubicada a menos de 800 kilómetros de la frontera con Jujuy. Faltaban sólo ocho meses para que cumpliera 40 años. El sargento Mario Terán, de por entonces 37, se convirtió en el verdugo de uno de los íconos del siglo XX.

Guevara fue asesinado mientras emprendía una campaña guerrillera en Bolivia.

"Usted viene a matarme. Póngase sereno, usted va a matar a un hombre". Esas fueron las últimas palabras que, hasta ahora, el mismo Terán le adjudicó al líder guerrillero. Y, aunque efectivamente fue lo último que dijo antes de morir, minutos antes había mantenido una hasta ahora secreta conversación con el agente de la CIA a cargo de organizar su ejecución.

El sargento boliviano Mario Terán fue su verdugo.

Félix Ismael Rodríguez, un cubano que se había exiliado ocho años atrás en Estados Unidos tras la victoria de la Revolución y alistado en los servicios secretos de la Casa Blanca, rompió el silencio en el marco del 50 aniversario del fusilamiento y reveló los detalles hasta ahora desconocidos de los últimos minutos con vida del Che.

Féliz Rodríguez, el ex agente de la CIA que lo capturó.

Fue Rodríguez quien le comunicó al líder guerrillero que iba a ser fusilado. El Che no se lo esperaba. Sabía que valía más vivo que muerto, tal como le había advertido un día atrás a sus captores, y pensaba que se convertiría en un preso político. “Se puso blanco como un papel”, recordó el ex agente.

Antes de morir, quiso regalarle su pipa a un "soldadito" que se había portado bien con él.

“Comandante, lo siento, son órdenes del alto mando boliviano”, justificó Rodríguez, quien en 1961 había participado de la invasión de Bahía de Cochinos junto a un grupo de exiliados cubanos apoyados por la administración de John F. Kennedy. La reacción del Che fue estoica. “Es mejor así, nunca debí haber caído preso vivo”.

El aula de la escuela de La Higuera en la que fue fusilado.

Su último pedido fue que le entregaran su pipa a “un soldadito” que se había “portado bien” con él, durante su detención. En ese momento, según el relato de Rodríguez a la cadena CNN, Terán ingresó al aula y le pidió que se la regalara a él: “Yo la quiero, capitán”. El Che se negó y se la entregó al hombre de la CIA. Sabía que ese sargento se convertiría en pocos minutos en su verdugo.

En sus últimas palabras se dirigió a Fidel.

"Para un militar es difícil dar la orden de matar a una persona, pero pensé lo que había pasado en Cuba en aquel momento, cuando soltaron a Fidel, y dejé que la historia siguiera su paso", justificó Rodríguez, en alusión a la liberación de Castro, quien había sido detenido por las fuerzas de Fulgencio Batista en 1953 luego de la toma del cuartel Moncada, cuya fecha dio lugar al nombre del movimiento que lo acompañaría seis años después a bordo del Granma en su regreso a la Isla y en la campaña guerrillera en Sierra Maestra.

El Che tenía sólo 28 años cuando conoció en México a Fidel.

Antes de abandonar la habitación, Rodríguez le preguntó a Guevara si quería enviar algún mensaje. “Dile a Fidel que pronto verá una revolución triunfante en América”, dijo confiado. Luego, le dedicó sus últimas palabras formales a su esposa, la cubana Aleida March: “Dile a mi señora que se case otra vez y que trate de ser feliz”.

Luego le pidió a su mujer, Aleida, que rehiciera su vida. Se habían casado ocho años atrás.

Se habían casado ocho años atrás, sólo cinco meses después de la victoria revolucionaria en la Isla. Fue ella, hoy de ochenta años, quien se convirtió en la madre de cuatro de los cinco hijos del Che: Aleida, Camilo, Celia y Ernesto. Pero Aleida no cumplió el pedido de su parido. Jamás volvió a formar pareja.

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