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La cruel realidad del Tornú: “Hay cada vez más casos graves de personas de 30 años sin enfermedades previas”

Mara Reinoso es médica intensivista y, en una nota con BigBang, habló sobre la falta de oxigeno, los salarios y las internaciones de jóvenes en estado delicado.

por Matias Ayrala

05 Mayo de 2021 15:01
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En su voz se escucha el cansancio de meses y meses de trabajo. Se nota el estrés de las largas horas de guardias desde que el coronavirus llegó a Argentina y se multiplicaron los contagios, las internaciones y se superaron las más de 65 mil muertes. Mara Reinoso es médica intensivista y trabaja en la terapia intensiva del Hospital Tornú, de la Ciudad de Buenos Aires, que se encuentra al borde del colapso sanitario.

“Desde que empezó la pandemia está todo trastornado. Nada es normal. Vivo como todo el mundo pero con el pesar de saber que cuando voy a trabajar la voy a tener muy difícil. Que hay cosas que son muy estresantes y que antes no vivíamos”, cuenta Reinoso.

-Pero el tuyo ya es un trabajo estresante

-Sí, a pesar de que es un trabajo estresante por definición, esto ya sobrepasó los límites habituales. Y toda nuestra vida, al mismo tiempo, se trastocó. Mi vida social está totalmente limitada porque me siento como un arma biológica, a pesar de que ya estuve enferma, me repuse y espero no tener secuelas.

-¿Cómo viviste esos días cuando te enfermaste de COVID?

-Tuve un cuadro leve el año pasado. Por suerte, fui la única de mi familia que lo tuvo, al menos de los que convivimos. Pero, al mismo tiempo, todo el tiempo tengo miedo de poder llevar el virus a mi casa otra vez o contagiar a algún conocido, a algún amigo o a alguien más del resto de mi familia.

-¿Qué cambios hubo en tu trabajo diario en la terapia intensiva?

-Fundamentalmente, lo que cambió es la gravedad de los pacientes y el tipo de patología con que los recibimos, y por supuesto, la carga de trabajo. La gravedad de los pacientes ahora es mucho mayor. En general, los pacientes con COVID grave están muy comprometidos y necesitan una serie de cuidados constantes. Y no se trata sólo de la asistencia respiratoria mecánica sino también otros cuidados especiales que tienen que ver con la falla del resto de los órganos, la posición decúbito prono, que hay que dar vuelta a los pacientes y ponerlos boca abajo, entre otros cuidados.

-¿Cuántas profesionales son necesarios para cuidar a un paciente en ese estado?

-Para dar vuelta a una paciente adulto de 80 kilos, intubado, respirado, con accesos vasculares y venosos, y otros tipos de sondas, hacen falta, por lo menos, entre tres y cuatro personas. Depende de la contextura y del peso del paciente. Y el cuidado se triplica porque cuando la persona está boca abajo tenemos que controlarlos más. Además, como se sabe, cuando tenemos que entrar en una habitación con pacientes con COVID, tenemos que tener una serie de cuidados con la protección personal y eso lleva un tiempo para ponérselo. Es decir, ante una emergencia, lo primero que tenemos que hacer es colocarnos correctamente todas las medidas de protección. Eso lo aprendimos a las trompadas. Primero tenemos que protegernos nosotros porque el acto reflejo de cualquier profesional que trabaja en terapia intensiva ante una alarma que puede ser un paro o algún otro tipo de situación, es llegar rápidamente a solucionar el problema del paciente. Con el coronavirus, tuvimos que aprender que antes de entrar, tenemos que vestirnos, protegernos nosotros y eso lo sabemos después de enfermarnos y de tener compañeros muertos o con secuelas por esta enfermedad. Así que es algo que nos costó y ahora lo sabemos. Todo esto triplica la carga de trabajo en cualquier terapia. Antes entrábamos ante cualquier tipo de situación con los cuidados mínimos para no transmitir infecciones de un paciente a otro como lavado de manos, camisolín común y nada más. Ahora no.

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-Y en cuanto a los pacientes, ¿cómo es la realidad actual?

-Antes había pacientes no tan graves con otros que estaban muy comprometidos. De 10 pacientes por ahí, tres o cuatro estaban muy, muy graves y había que prestarles mucha atención. El resto eran pos-operatorios o que necesitan monitoreo pero con patologías que no eran tan complicadas. Ahora del 100% de la terapia todos son pacientes graves.

-¿Qué otros cambios notaste en las últimas semanas?

-Lo que vi es la falla del sistema de oxigeno. La presión del oxígeno baja por la demanda que existe. Me pasó a mí. Antes todas las camas no usaban respiradores, ni había tantos pacientes con oxígeno en las habitaciones. Entonces baja la tensión de oxígeno y hay que salir a asistir a los que están con respirador porque la única forma es hacerlo manualmente, y todo eso pasa dos o tres veces al día. Y es durísimo. A eso se le suma el cansancio que acumulamos. Se hizo mucha inversión en tecnología, en medicamentos, en vacunas, hay más camas y lo celebramos mucho. Pero no se aumentó la dotación de personal.

-Claro. Podríamos conseguir más camas de terapia con respiradores pero no hay profesionales para que los manejen

-No, los intensitivistas y terapistas de adultos y pediátricos somos tan pocos que no alcanzan. Dentro de las especialidades médicas, es muy maltratada, es muy sacrificada y somos los típicos de guardia que van saltando de una guardia a otra para poder llegar a fin de mes, para poder tener nuestras cosas. En promedio, los terapistas tenemos tres trabajos.

-¿Cuánto cobra un médico terapista por una guardia de 24 horas?

-Nosotros cobramos por una suplencia en una guardia en la Ciudad de Buenos Aires, que es el lugar mejor pago por país a excepción de la zona patagónica y que dura 24 horas, más o menos 13 mil pesos. Es decir, son 540 pesos por hora. Los lugares privados pueden llegar a pagar un poquito más. En el mejor de los casos, la hora médica puede llegar en 800 pesos. Y a eso agregale que no son trabajos en relación de dependencia sino que tenemos que facturar por monotributo, así que nuestro trabajo es totalmente precarizado. Es la mano de obra más precarizada que existe dentro de la medicina. A eso se le suma que nadie se preguntaba nunca quiénes eran los médicos que están en la terapia. Cuando uno se va a atender, busca al especialista en un cartilla. Cuando llega grave a una terapia, jamás se pregunta quién lo va a atender. Eso es un elemento que los empleadores siempre utilizan en nuestra contra y en contra de la comunidad. Ahora, en medio de una pandemia, descubrieron que los terapistas somos especialistas y diferentes de los sanitaristas, de los infectólogos y de los médicos clínicos. Todo eso estaba abajo de la alfombra. Ahora se sabe pero no se hizo demasiado para cambiar.

-¿En qué situación se encuentra el Hospital Tornú?

-Yo trabajo en lo que antes era la Terapia Intermedia. Ahora se reconvirtió en Terapia Intensiva obviamente. Hasta el momento, la Terapia 1 estaba completa con nueve pacientes y los nueve con respirador. Y en nuestra terapia la mitad de las camas estaban con respirador por COVID y el otro 50% con pos-quirúrgicos, que se evacuan rápido para empezar a completar la terapia con pacientes con COVID.

-¿Creés que en pocas semanas se puede agravar la situación del hospital?

-Mi opinión es que si no se hace algo urgente, y aún así, en poco tiempo vamos a llegar al colapso. Y en ese sentido, vamos a tener que elegir a quién intubar e ingresar a la terapia intensiva, y a quién no. Podemos llegar a un colapso sanitario.

-Llegar al punto de tener que elegir a quién salvarle la vida y a quién no deber ser terrible a nivel personal y profesional. ¿Qué te pasa cuando pensás en eso?

-Es tremendo. Cuando vine a rendir los exámenes de la residencia, hubo una pregunta que me hicieron en el Hospital Churruca, en la entrevista. Uno de los médicos de planta me preguntó si alguna vez me hubiera imaginado en esa situación y qué sentiría. Y en aquel momento, le dije que nunca me hubiera imaginado en esa situación y que me sentiría muy mal. Pero en ese momento pensé: “Eso nunca me va a pasar. ¿Qué me está preguntando este doctor? Eso situación nunca va a ser real. Si no puedo atenderlo yo, lo derivaré a otro hospital”. Pero pasó. Y todos los días pienso en ese momento. Es una situación terrible.

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-¿Qué promedio de edad tienen los internados?

-El promedio de edad bajó mucho. Los enfermos graves antes eran mayores de 70 años y los que eran menores tenían comorbilidades importantes. Ahora se corrió unos 15 años para abajo y te digo que llegamos hasta 65 con suerte y empezamos a ver casos graves desde los treinta y pico. Es muy fuerte. Y en algunos casos identificamos factores de riesgo y en algunos casos no identificamos ningún factor de riesgo. No tiene explicación. También se suman casos de niños. Si se miran las estadísticas, crecieron las internaciones de niños graves desde 0 a 9 años a terapias intensivas y también los casos de enfermos no graves en ese rango etario. Creo que eso tiene que ver un poco con las clases presenciales y por otro lado, las actividades sociales.

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