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La cuarentena en China: el argentino que volvió a Shangai y atravesó "sin controles" el blindaje europeo

El relato en primera persona del periodista Brian González, cronista de la tv pública China.

01 Febrero de 2021 11:50
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Luego de meses sin volver a China tengo la oportunidad de estar de vuelta en el gigante asiático. China es uno de los pocos países del mundo que puede decir que tiene la Pandemia bajo control; pero, ¿cómo lo ha logrado? ¿Cómo pasó de tener el epicentro en Wuhan a tener menos de 100 casos por día? Una de las razones es la cuarentena impuesta para los viajeros desde el exterior, la cual se las puedo contar en primera persona.

Después de meses tramitando la nueva visa y rogando que las rutas de mis vuelos elegidos no cierren por prevención, pude llegar desde Argentina, pasando por Alemania, a Shanghái. Lo primero que me sorprendió del viaje fue que, gracias a tener pasaporte español, podía salir del aeropuerto internacional de Frankfurt y me “recomendaban” hacer una cuarentena de diez días. Mi estadía fue de un día, por lo cual no necesitaba hacerme ningún test. Pero al salir del área de migraciones no existía ningún tipo de control y si hubiese querido, podría haber ido tranquilamente al centro de la ciudad en alguno de los taxis a la salida del aeropuerto o en el transporte público pegado a la terminal. Cabe aclarar que la ciudad de Frankfurt, como muchas otras de Alemania, está en cuarentena total desde hace días.

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Once horas de viaje fueron desde Frankfurt a Shanghái en un avión de Air China con muy pocas caras occidentales. Las azafatas y la tripulación estaban vestidos con los trajes blancos típicos para la prevención del coronavirus. Todos los pasajeros con barbijos de uso médico, algunos con máscaras, otros con antiparras y hasta alguien con un traje “anti-covid”. Las últimas tres filas del avión se encontraban vacías y a partir de la cuarta se ubicaban los pasajeros que hacían escala en Frankfurt, por ende, yo estaba allí. Luego de nosotros nos separaban otras tres filas de asientos con el resto de los pasajeros. Esto se debe a que una de las medidas de prevención es: en caso de que un pasajero de positivo de Covid, las tres filas hacia adelante y atrás también entran en observación. Por lo cual, mantenernos “aislados” dentro del avión prevenía al resto de los pasajeros del contacto estrecho con los que emprendimos el viaje en algún otro país. Dicho esto, nosotros 48 horas antes de comenzar el viaje, en nuestro país de origen debimos hacernos los análisis de PCR y anticuerpos y validarlos con el consulado chino que nos otorgó un código QR permitiéndonos abordar. El mismo proceso debimos repetirlo en Frankfurt, donde además, nos tomaban la temperatura en la fila para hacer el check-in.

Durante el vuelo nos tomaron la temperatura unas tres veces, la misma debía ser menor a los 37.2 grados. Al parecer no hubo nadie excediéndola porque no observé nadie siendo apartado de su asiento ni ninguna situación similar.

Llegando a China debimos presentar la declaración jurada de salud ante la Aduana. Esta es otro código QR, el cual se gestiona a través de la aplicación Wechat (la versión china del WhatsApp) y se muestra primero en un “molinete” como el del subte con su lector de código QR, se toma una foto y, para variar, se toma la temperatura nuevamente. Luego de eso, se entrega a cada pasajero una orden para realizar un hisopado, caminamos un poco y nos autorizan la orden entregándonos una especie de tubo de ensayo en el cual se colocará la muestra. Seguimos camino y llegamos al área de hisopados, sin demora se realiza el hisopado a cada uno de los pasajeros, y, si es necesario, examen de anticuerpos. Luego de esto recién se puede pasar por migraciones y retirar las valijas. Obviamente todo el personal del aeropuerto, incluso quienes no tienen contacto con los pasajeros, están con los trajes de prevención.

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Al retirar las valijas el siguiente paso es salir del área de arribos y buscar el lugar donde realizar la cuarentena obligatoria de 14 días. Si uno es originario de Shanghái puede realizarla en un hotel destinado a este fin de su distrito o barrio, si no, se lo lleva a un hotel aleatorio en el cual pasará los 14 días y dependiendo de su lugar de destino, quizás realizar otra cuarentena al llegar a su provincia o ciudad. Cabe aclarar que la movilidad desde el aeropuerto al hotel es coordinada por el personal, llevando entre 10 y 20 personas por micro hasta el hotel de destino que es informado al momento de partir. El pasaporte es entregado a las autoridades antes de subir al micro y devuelto al llegar al hotel. El precio del hotel no es fijo, pero ronda los 60-70 dólares diarios incluyendo las tres comidas. Algo para destacar es que, para el hisopado del aeropuerto y el transporte al hotel, el pasajero no debe abonar un centavo.

Una vez en el hotel, todos los días a las 9 y las 14 horas, se debe tomar la temperatura con un termómetro que provee el hotel e informar si se presentan síntomas de coronavirus. Esto se hace también a través de la aplicación de Wechat, la cual, además, sirve para ordenar la comida del día. Por último, a los 13 días del confinamiento se realiza un último hisopado por el costo de 12 dólares, si da negativo, al día siguiente se es libre de transitar por la ciudad.

Claramente China no se toma la prevención del coronavirus en broma y eso le ha permitido estar en el podio de los países que han sido exitosos en la lucha contra la pandemia, diferenciándose de países como Australia que solo permite vuelos de repatriación y tampoco permite a sus ciudadanos salir del país. Las estrategias son distintas pero el fin es el mismo: poder evitar el colapso sanitario y económico inminente que acarrearían nuevos confinamientos y cierres de fronteras como en Europa.

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