Luego de ser acusado de cuatro cargos de corrupción en Japón, el ex CEO de Renault-Nissan, Carlos Ghosn se fugó del país sin dejar ningún rastro de su salida y dejando sus tres pasaportes en posesión de su abogado.
Se teoriza que el ejecutivo de origen brasileño recaló en Líbano -país del cual tiene nacionalidad- luego de una operación de escape que contó con la ayuda de Carole, su esposa, y un grupo de comandos paramilitares, los cuales se disfrazaron de miembros de una banda musical y entraron a Japón señalando que estaban invitados a ofrecer un concierto de cantos gregorianos en la casa de Ghosn.
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Así, pudieron acceder al hogar del empresario y retirarlo dentro del estuche de un contrabajo, que luego fue subido a un vuelo privado en el cual Ghosn viajó a Turquía, aparentemente en portación de un pasaporte nuevo con una identidad falsa.
Desde allí, voló hacia el Líbano, donde posee un status perfectamente legal gracias a su ciudadanía, que obtuvo gracias a que su abuelo nació allí. Además, al parecer no podrá ser extraditado ya que ese país no posee ningún tipo de acuerdo al respecto con Japón.
Junichiro Hironaka, el abogado japonés de Ghosn, aseguró que se enteró de la huida por los medios. "Es una sorpresa total", subrayó. "Estoy atónito. Quiero preguntarle: '¿Cómo pudo hacernos esto?'".
Mientras tanto, Ghosn permanece en una gran mansión en Beirut bajo la protección de la milicia libanesa. "No soy más un rehén de un sistema judicial japonés parcial, donde prevalece la presunción de culpabilidad", escribió en un comunicado que dio a conocer a través de un vocero.
Ghosn se convirtió en los últimos años en uno de los principales empresarios del mundo automotriz. Llegó a Renault a mediados de los años 90, cuando la firma francesa atravesaba una mala situación económica y la volvió a ubicar como una marca poderosa en el mercado. Al tiempo, llegó la alianza con Nissan y se revirtió la crisis de la empresa japonesa.