“Esto se está poniendo muy feo, necesito irme”. Esas fueron las palabras con las que el sacerdote Juan Viroche le suplicó el miércoles 28 por la mañana al Arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, que le diera el traslado de la parroquia Nuestra Señora del Valle. Amenazado y con miedo por su vida, el párroco de 47 años presentó el viernes su renuncia y cinco días después apareció muerto en su habitación.
El cura había cumplido 47 años agosto y denunció amenazas.
Llevaba tres años en el lugar, pero fue en enero de este año cuando comenzó a hacerle frente de modo directo las presiones. El sacerdote había viajado el lunes 18 al convento jesuita Las Tacanas, ubicado en Tafí del Valle, para participar de un campamento junto a los jóvenes de su parroquia. Pero un llamado alteró sus planes y debió regresar de urgencia el sábado a La Florida. “Padre, entraron a la casa parroquial y parece que robaron. Su pieza está toda dada vuelta”, escuchó del otro lado del teléfono.
Al volver, encontró lo que fue, para él, “una amenaza disfrazada de robo”: había desaparecido la corona de la Virgen Morena del Valle. La ventana y habitación de su dormitorio, el mismo en el que aparecería “ahorcado” sólo 36 semanas después, habían sido forzadas. Era el tercer robo que sufría la parroquia desde su desembarco en la localidad tucumana.
“Seguro que hay personas a las que no les agrada lo que se viene haciendo desde la parroquia y en varias capillas (de la zona). No les agrada que se levante la voz, no les gusta que se despierta en los jóvenes la conciencia crítica para discernir y optar por lo mejor, que el pobre pueda organizarse”, denunció desde su cuenta de Facebook, en un posteo que tituló: “¿Un robo nada más?”.
Estuvo tres años en La Florida y sufrió tres robos en la parroquia.
Viroche no se dejó amedrentar y convocó para el domingo 31 de diciembre a una procesión por la desaparición de la corona, una hora después de la misa que ofreció por el Año Nuevo. “No voy a poner rejas. Vivo en un pueblo, no en la cárcel. Que hay inseguridad, la hay, pero también es verdad que quienes sembraron esto es porque quieren que las cosas sigan así”, denunció, en alusión a la posible suspensión de los grupos de jóvenes de su parroquia.
Las once denuncias más fuertes de Viroche
"Quienes los quieren arruinar les venden o les regalan eso (droga) y les hacen creer que llenan su vida. Pero no: les brindan eso que los mata lentamente. Es triste ver a niños adolescentes y a jóvenes que dejaron de 'vivir', son cadáveres andantes porque un puñado de lacras ganan mucho dinero con ellos".
“Seguro que hay personas a las que no les agrada lo que se viene haciendo desde la parroquia y en varias capillas (de la zona). No les agrada que se levante la voz, no les gusta que se despierta en los jóvenes la conciencia crítica para discernir y optar por lo mejor, que el pobre pueda organizarse”.
“No voy a poner rejas. Vivo en un pueblo, no en la cárcel. Que hay inseguridad, la hay, pero también es verdad que quienes sembraron esto es porque quieren que las cosas sigan así”.
Sus últimas palabras en Facebook fueron: "Es tiempo de revolución".
“Dos jueves atrás hicieron disparos en una casa, al mejor estilo película de acción, al lado de la capilla Nuestra Señora del Carmen de Posse”.
"Quizás cuando pasen varias décadas estemos haciendo juicios por los que matan a nuestros hijos con la droga, para robarles un celular o un bolso, o los que hacen desaparecer a nuestros hijos cuando salen de un baile”.
"Ayer estaba por celebrar la misa cuando me dijeron: 'Cura, ¿usted sacó la consola? Porque no está'. Sonamos, la robaron. Fui a la comisaría y, la verdad, más que sentir bronca, sentí impotencia: había sólo un oficial. El sistema judicial está corrompido, todo está podrido".
“Todos sabemos en el pueblo dónde se vende droga, ¿pero el dinero que manejan está por encima de la justicia? Aquí se asesina a un joven, se viola a una persona y, ¿qué hace la Justicia? Lo mismo que el pez: 'Nada'”.
“Hay momentos en los que nos sentimos sin fuerzas para continuar con nuestro camino. Momentos en los que no sabemos hacia dónde ir, ni qué hacer".
La Florida es una localidad ubicada en el departamento Cruz Alta .
"Desde que estoy en esta parroquia creo que soy el curo a quien más veces le robaron en la casa, en el templo. Parece que no aprendo: sigo confiando y abriendo siempre las puertas”.
“Anoche un operativo comando en la comisaría de Delfín Gallo golpeó a los policías y, en medio del estupor del pueblo, se dio a la fuga. ¿No sabía la Justicia federal la situación del calabozo que hay en la comisaría, que la persona que estaba alojada ahí no lo estaba por robar una gallina, ni comida para comer? ¿Eso no lo sabía el señor juez?”.
“Uno puede dar la cara y exponerse, pero lamentablemente quienes pueden hacer algo miran para otro lado. Sé que defraudé con actitudes a varias personas que esperaba que los acompañe. Sé que tendré que dar cuentas de muchas heridas causadas, pero esto va más allá. Es tiempo de revolución".
“Paradójicamente, quienes los quieren arruinar les venden o les regalan eso (droga) y les hacen creer que llenan su vida. Pero no: les brindan eso que los mata lentamente. Es triste ver a niños adolescentes y a jóvenes que dejaron de 'vivir', son cadáveres andantes porque un puñado de lacras ganan mucho dinero con ellos”, denunció.
La procesión se llevó adelante. Lo mismo había hecho 45 días antes cuando, a sólo horas de la peregrinación por el día de la Virgen, desapareció la imagen de la misma. “Hoy no estamos de fiesta, nos convoca el dolor y la tristeza, de sentirnos violentados ante esta situación que estamos viviendo. ¿Qué madre no sufre cuando su hijo roba o se droga? Recemos por nosotros y por nuestros hijos”.
El párroco no dejó de denunciar el creciente clima de violencia de la región. El 24 de marzo, con motivo del Día de la Memoria, Viroche publicó otro posteo en el que repudió el Golpe y aprovechó sus palabras para denunciar nuevos episodios delictivos y amenazantes. “Dos jueves atrás hicieron disparos en una casa, al mejor estilo película de acción, al lado de la capilla Nuestra Señora del Carmen de Posse”.
Sus feligreses no creen en la teoría del suicidio. "Al que habla, lo bajan", denunciaron.
“Un hombre salió con un arma en la mano, lo más triste de esta historia es que los niños estaban entrando a la escuela. Sí: fue a las 7:30 aproximadamente y la Justicia, como hace cuarenta años atrás, mira para otro lado. Quizás cuando pasen varias décadas estemos haciendo juicios por los que matan a nuestros hijos con la droga, para robarles un celular o un bolso, o los que hacen desaparecer a nuestros hijos cuando salen de un baile”, cuestionó.
Pasaron 31 días y el sacerdote volvió al ruedo. “Una vez más, la banda sigue robando”, denunció desde Facebook. “Ayer estaba por celebrar la misa cuando me dijeron: 'Cura, ¿usted sacó la consola? Porque no está'. Sonamos, la robaron. Fui a la comisaría y, la verdad, más que sentir bronca, sentí impotencia: había sólo un oficial. El sistema judicial está corrompido, todo está podrido”, disparó indignado.
La comunidad se movilizó en reclamo por una investigación transparente.
Envalentonado por su propia bronca, el párroco insistió con el tráfico de sustancias ilegales en la localidad tucumana. “Todos sabemos en el pueblo dónde se vende droga, ¿pero el dinero que manejan está por encima de la justicia? Aquí se asesina a un joven, se viola a una persona y, ¿qué hace la Justicia? Lo mismo que el pez: 'Nada'”, analizó, y citó al cantautor Argentino Luna para rematar el texto: “Un puñao de malparidos no puede ganarle a un pueblo”.
Según el testimonio de Zecca, quien esta mañana enfrentó a las cámaras luego de que la comunicad lo acusara de haber “dejado sólo” a Viroche, el cura le dijo el viernes que estaba “deprimido, angustiado y amenazado”. Y la tristeza del religioso comenzó a percibirse en julio, cuando sus valientes posteos comenzaron a incorporar la desazón.
“Hay momentos en los que nos sentimos sin fuerzas para continuar con nuestro camino. Momentos en los que no sabemos hacia dónde ir, ni qué hacer”, reconoció el viernes 29 de julio a las diez de la mañana. “Hay que mirar hacia nuestro interior e ir descubriendo qué nos está pasando. Interpretar lo que tiene para decirnos, escuchar esa voz interior”, sumó.
Antonio "Pico" Peralta, el jefe narco que hace un mes fue "liberado" por un grupo comando.
Un mes después, el sacerdote celebró su cumpleaños número 47 rodeado de la comunicad. “He pasado por tantas realidades, algunas dolorosas que dejaron heridas, otras muy felices. Desde que estoy en esta parroquia creo que soy el curo a quien más veces le robaron en la casa, en el templo. Parece que no aprendo: sigo confiando y abriendo siempre las puertas”, se quejó.
La parroquia se encuentra alejada del pueblo: este era el camino que tomaba el cura.
El último mensaje del padre fue escrito sólo 27 días antes de que apareciera muerto en su habitación. ¿El motivo? El golpe comando de cuatro hombres que coparon la comisaría de la localidad rural de Delfín Gallo y liberaron a Antonio "Pico" Peralta, uno de los jefes de las bandas narco de la provincia.
“Todavía recuerdo cuando celebramos la misa en la calle en Delfín Gallo, frente a la escuela Wenseslao Posse y a la capilla Nuestra Señora del Carmen. Entonces advertía que venían tiempos difíciles y que la cosa no se iba a solucionar como por arte de magia, ni milagrosamente. Pocos escucharon y hasta hubo burlas e ironías”, evocó.
Había cortado en noviembre una calle en Delfín Gallo y dio una misa en reclamo por seguridad.
Corría el mes de noviembre cuando Vircohe participó del corte de calles y lideró la misa en reclamo por seguridad después de que la iglesia local fuera asaltada. Diez meses más tarde, la localidad de ocho mil habitantes volvería a ser noticia, también por hechos vinculados al avance del narcotráfico.
“Anoche un operativo comando en la comisaría de Delfín Gallo golpeó a los policías y, en medio del estupor del pueblo, se dio a la fuga. ¿No sabía la Justicia federal la situación del calabozo que hay en la comisaría, que la persona que estaba alojada ahí no lo estaba por robar una gallina, ni comida para comer? ¿Eso no lo sabía el señor juez?”, denunció.
“Uno puede dar la cara y
exponerse
, pero lamentablemente quienes pueden hacer algo miran para otro lado. Sé que
defraudé
con actitudes a varias personas que esperaba que los acompañe. Sé que tendré que dar cuentas de muchas heridas causadas, pero esto va más allá”, reconoció, y se despidió con palabras
desafiantes
: “Es tiempo de revolución”.