Ese viejo refrán que reza -nunca mejor usado el término- que “la justicia tarda pero llega” bien podría aplicarse al caso del padre Julio César Grassi, quien casi una década después de ser condenado por abuso sexual y corrupción agravada de menores, y cerca de cumplir dos años de prisión efectiva, recibió la confirmación de la Corte Suprema de Justicia de dejar firme la condena a 15 años que le había dictado por unanimidad el Tribunal Oral N° 1 de Morón en 2009.
La Corte ratificó el fallo del TOC N° 1 de Morón y Grassi deberá seguir entre rejas por 15 años.
Sin embargo, la historia se remonta muy atrás en el tiempo, más precisamente a octubre de 2002, cuando el por entonces casi inmaculado ex director de la Fundación Felices los Niños apareció en un informe de Telenoche Investiga, en el que dos menores lo acusaban de haber abusado de ellos.
Fue apenas el comienzo de un largo periplo por los Tribunales, que derivó finalmente en el juicio oral que comenzó el 20 de agosto de 2008. Durante nueve largos meses declararon 130 testigos con el objetivo de demostrar que el cura era responsable de 17 hechos de abuso sexual, corrupción de menores y amenazas en perjuicio de tres jóvenes que, cuando eran menores de edad, estaban a su cargo en el Hogar Don Bosco de la Fundación Felices los Niños.
Pasaron poco más de cinco años para que la Suprema Corte bonaerense confirmara el fallo del TOC N° 1 de Morón y resolviera que el sacerdote cumpla su detención en la Unidad Penal 39 de Ituzaingó -desde donde luego fue trasladado a Campana-, luego de permanecer todo ese tiempo en libertad y habitando una vivienda ubicada sobre la Av. Gorritti de William Morris, justo enfrente al hogar donde perpetró los denunciados abusos.
La Fundación "Felices los Niños", donde fueron perpretados los abusos del cura.
“Siendo clérigo, lo correcto para que siga su ministerio es que sea alojado en esa dependencia, que está dentro de la Diócesis de Morón”, argumentaron los magistrados a través del voto unánime.
“Debo decir con la confianza que me merecen estos jueces, que siento vergüenza ante la sociedad, vergüenza que continúe libre por delitos por los que fue condenado. Para la sociedad, parece que estamos dando una imagen de que tenemos miedo. Se lo ha dejado vivir enfrente de donde se cometieron los hechos”, afirmó el fiscal Alejandro Varela al momento de tomar la palabra.
El juicio a Grassi comenzó en agosto de 2008 y se prolongó durante nueve largos meses.
“Este es un caso en que está vulnerado el principio de igualdad. ¿Cuántas personas condenadas a 15 años de prisión están libres?”, se planteó por su parte Sergio Piris, abogado de una de las víctimas, acaso poniendo en palabras una pregunta que se planteó gran parte de la sociedad durante todo este tiempo.
Último recurso
Sin embargo, pareciera que más allá de todo el cura -quien se encuentra detenido en el penal N° 41 de Campana- se resiste a cumplir la condena impuesta. Es que su actual abogado, Rodrigo González, le afirmó a Clarín que ahora pedirán la libertad condicional debido a que, según ellos, ya habría cumplido los dos tercios de su condena.
Para eso suman los años que lleva en Campana más aquellos donde “no tuvo una libertad plena” durante el proceso por las restricciones que se le habían impuesto. “Esta va a ser una nueva discusión”, afirmó González.
Vale recordar que el abogado querellante Juan Pablo Gallego pedía que al ex titular de “Felices Los Niños” se le imputaran otros dos casos de abuso y se le duplique la condena actual. Mientras tanto, su defensa, representada entonces por Carlos Irisarri y Ricardo Malvicini, había interpuesto un recurso de queja.
En la resolución, firmada por el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti y los ministros Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, los jueces consideraron “inadmisibles” los recursos y convalidaron lo resuelto por la Suprema Corte bonaerense en 2013.
Historia familiar y personal
Tercer hijo de cinco hermanos de un matrimonio de clase media-alta, Grassi llegó a este mundo el 14 de agosto de 1956, en Lomas de Zamora.
Grassi es el tercero de cinco hermanos de una familia de clase media-alta.
Fue el influjo de su madre, Adelina Esther, que lo motivó a abraza la fe católica, y a tal punto se tomó con seriedad la tarea pastoral que ya desde pequeño sorprendió a la familia llevando a su casa a linyeras que encuentra en las escaleras de la iglesia al salir de misa.
En la adolescencia se unió a la Acción Católica, donde realizó cursos que lo conviertieron en catequista. Así comenzó su peregrinar por distintos barrios y localidades del sur del Gran Buenos Aires.
En 1974 ingresa al seminario de Ramos Mejía para iniciar sus tareas sociales y pastorales
Con el título de bachiller, en 1974, ingresó al seminario de Ramos Mejía e inició sus tareas sociales y pastorales que lo llevarón por todo el distrito de La Matanza.
Tres años después, en plena dictadura militar, descubrió la televisión de la mano del capellán policial Carlos Gardella, quien lo invitó a su programa en Canal 7 para dirigir tres unitarios protagonizados por alumnos de escuelas confesionales
Los hogares, su apogeo y derrumbe
En 1986, un año antes de ordenarse sacerdote y tras un largo recorrido por estudios de televisión y por los sitios más pobres del conurbano, fundó el Hogarcito Don Bosco, en el Barrio Manzanares de La Matanza, para dar contención a cinco hermanos sin familia, siendo el puntapié inicial para él en este sentido.
Sin embargo, no es hasta la década del ´90, y de la mano del entonces intendente de Morón Juan Carlos Rousselot, que el padre encuentra el momento propicio para darle forma a la obra con la que soñó toda su vida.
Es Rousselot quien lo lleva a la residencia de Olivos para que le relate al entonces presidente Carlos Menem su faraónico plan filantrópico y le solicite tierras que él consideraba “sin uso, abandonadas, inútiles”.
Fue durante el apogeo de la era menemista que el padre consiguió los terrenos para levantar su obra.
Así llega a entrevistarse con el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien no tuvo problemas en donarle los terrenos de un organismo público (el IFONA) que pensaba desmantelar.
Los terrenos le fueron otorgados el 23 de diciembre de 1993 y en agosto del año siguiente organizó la inauguración oficial del hogar, con la presencia del mismísimo Menem y su factótum Cavallo.
A partir de ahí la figura de Grassi comenzó a crecer en poder e importancia, a tal punto que el flujo de los millones iba de la mano de la construcción de edificios en el Hogar Don Bosco, sede de la Fundación, así como de otros hogares de Capital y Gran Buenos Aires.
Paralelamente, su llegada al establishment se consolidaba de la mano de figuras de la política y el empresariado local como Alfredo Yabrán, Franco y Mauricio Macri, Susana Giménez, Raúl Portal -su gran defensor-, Rodolfo Galimberti, Jorge Born, Jorge "Corcho" Rodríguez, Bernardo Neustadt, Julio Ramos, Mariano Grondona, Piero, Zulema Yoma y Zulemita Menem, Rousselot, Cecilia Bolocco, Alejandro Röemmers, Santiago Soldati, Cristiano Ratazzi, Carlos Ruckauf, Aníbal Ibarra, José Ranero Díaz (Repsol-YPF), Diego Santilli, José Röhm, Daniel Hadad, Enrique Götz, Gerardo Sofovich, Raúl Primatesta, Samuel 'Chiche' Gelblung, Baby Etchecopar, Mauro Viale, Eduardo y "Chiche" Duhalde, Tito Lectoure, Jorge Fontevecchia, Mario Cirigliano (TBA), Alfredo Coto, Héctor Lombardo, Fernando De la Rúa y Pérez Companc, entre otros tantos.
Sin embargo, con el fin del menemismo y la llegada del nuevo milenio su poder comenzó a languidecer poco a poco. Todo comenzó a resquebrajarse en 2001, cuando por orden directa del Vaticano monseñor Laguna propició su renuncia como presidente de la Fundación para reducir su tarea a la de “director espiritual”, debido al escándalo generado por la sospecha de “delitos económicos” que lo involucraban.
Sin embargo, seguramente ni el propio cura se imaginaba por entonces que esto era apenas una insignificante anécdota comparado con lo que vendría después, cuando un informe periodístico desató una investigación judicial que pasó por todas las etapas, pero que finalmente terminó por dejar firme la sentencia de 15 años para él. Mucho tiempo para reflexionar y pedir perdón a Dios por los pecados cometidos, aunque no lo haga públicamente.