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L'enfant terrible

La historia de Geneviève Jeanningros: de declarar contra Alfredo Astiz a romper el protocolo para despedir a Francisco

La imagen de Sor Geneviève dio vueltas al mundo en un claro gesto de rebeldía y amor.

23 Abril de 2025 14:57

En la solemne atmósfera de la Basílica de San Pedro, donde el eco de los rezos resonaba en cada rincón, se vivió un momento que trascendió los protocolos y las formalidades. La capilla ardiente del Papa Francisco, un lugar de recogimiento y despedida, fue testigo de un gesto que desnudó el alma de quienes tuvieron la suerte de presenciarlo. Sor Geneviève Jeanningros, una monja de 81 años perteneciente a la orden de las Hermanitas de Jesús, rompió con la rigidez del momento para llorar a su querido amigo, Francisco.

Geneviève, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas desaparecidas durante la última dictadura argentina por el genocida Alfredo Astiz (fue una de las personas que declaró en Comodoro Py por la causa de su tía) llevó consigo no solo el peso de su propia historia, sino también el eco de una lucha familiar por la justicia y la memoria. Su presencia en el Vaticano no era solo la de una religiosa más; era la de una mujer marcada por la tragedia y el compromiso inquebrantable.

Léonie Duquet y Alice Domon, monjas desaparecidas por el aparato represivo del '76
Léonie Duquet y Alice Domon, monjas desaparecidas por el aparato represivo del '76

A diferencia de los demás asistentes, que se limitaban a seguir el protocolo establecido, Sor Geneviève se acercó al féretro del Pontífice con una pequeña mochila a cuestas. Allí, en una esquina del cordón que delimitaba el espacio, se arrodilló en silencio. Durante siete largos minutos, rezó y lloró por Francisco, su íntimo amigo y compañero de lucha. Las lágrimas que surcaban su rostro eran un testimonio del profundo cariño que sentía por él.

Nadie se animó a interrumpir su momento: ni cardenales, ni obispos, ni el personal del Vaticano osaron perturbar su recogimiento. En su soledad, Sor Geneviève estuvo acompañada únicamente por el recuerdo de un hombre que siempre la apoyó en su misión. Francisco, quien cariñosamente la apodó"l'enfant terrible", reconocía en ella una fuerza indomable y un compromiso con los más desposeídos que pocas veces se encuentra.

Geneviève Jeanningros y Francisco

La vida de Sor Geneviève ha estado dedicada a aquellos que la sociedad suele discriminar, denigrar y olvidar: las mujeres transexuales y los feriantes de Ostia. Desde su llegada a Roma, ella trabajó incansablemente para devolverles la dignidad y rescatarlos de situaciones tan difíciles como el trabajo sexual forzado y sin consentimiento. Su labor no pasó desapercibida para Francisco, quien no solo las recibía en audiencias privadas, sino que también les brindaba apoyo económico y moral.

En cada encuentro con el Papa, Sor Geneviève encontraba un aliado en su lucha por la inclusión y la justicia social. Francisco veía en ella a una mujer de fe y convicción, cualidades que siempre valoró y que fortalecieron su vínculo. Juntos, tejieron puentes entre la Iglesia y aquellos que vivían en los márgenes, demostrando que el amor y el respeto no conocen barreras.

Geneviève Jeanningros junto al féretro de Francisco

El acto de Geneviève al despedirse del Papa Francisco fue más que un simple gesto de amistad; fue una reafirmación de su misión en la vida. En medio del dolor por la pérdida de su amigo, su acto silencioso resonó como un grito por aquellos que no tienen voz; en un mundo donde los protocolos suelen ahogar los sentimientos más genuinos, ella es un símbolo de que el amor verdadero es aquel que se atreve a desafiar las normas por el bien del otro.

Con el corazón encogido y las lágrimas aún frescas en sus mejillas, Geneviève Jeanningros dejó la Basílica después de ese último adiós. Su figura se alejó entre la multitud, pero su espíritu indomable quedó grabado en quienes entendieron que el verdadero legado del Papa Francisco no solo se mide en palabras o gestos grandilocuentes, sino en los pequeños actos de amor y rebeldía que transforman vidas.