Anoche, Julio César Petrarca se fue a dormir preocupado, como todos los habitantes de Valeria del Mar. El fuego estaba a dos cuadras de su casa. En su muro de Facebook, el experimentado periodista escribió esto:
Ya pasó lo peor del enorme incendio que afectó ayer a Valeria. "Hay un sol pleno, nubecitas, pero ya no se ve fuego", dice Petrarca a BigBang. Entonces, con la precisión que lo caracteriza en su oficio, detalla lo ocurrido:
Los vecinos se internaron dentro del foco, para apagar lo que pudieran.
La historia empezó alrededor de las 3 de la tarde. Lo que ahora están recontruyendo o intentando reconstruir son 50 hectáreas. Todo parece indicar que hubo dos focos, lo que indica que podría haber sido intencional. Todo esto ocurre en La Reserva, que es una reserva no loteada, propiedad de una empresa inmobiliaria, a 3 kilómetros del mar. Abarca parte de la ruta y adentro de Valeria. Está administrado por una empresa Lamarque, que nunca lo ha loteado. Yo pienso que esperan que haya demanda de terrano para empezar a vender. Está pegado a la reserva de Cariló.
El "pasamanos" llegó a tener 400 metros de largo.
Todo arrancó con un viento bastante intenso del lado sur que se fue desarrollando hacia Espora, avenida principal de Valeria, a 200 metros de mi casa. Se incendió la rotonda, cerca de una estación de servicio que además tiene una propaladora de GNC, pero casi milagrosamente el viento pasó para el otro lado y empezó a tomar fuego hacia los campos... Es decir, el incendio de campo reemplazó al forestal.
Llegaron vecinos de Pinamar, Madariaga y otras ciudades cercanas.
Vinieron bomberos de Pinamar, de Madariaga, y también hubo dos aviones hidrantes que mandó la provincia. Se cortó la luz, cortaron las cables para no afectar a la estación transformadora. Se incendiaron seis o siete casas, no hubo heridos, pero quedaron completamente destruidas.
Los bomberos abrieron el camino.
En medio de la tristeza lógica por ver cómo el fuego dañaba el paisaje que eligió para vivir, Petrarca presenció (y participó) de un momento conmovedor: la unión de los vecinos para salvar lo que se podía.
-Primero entraron los bomberos con topadoras para abrir un camino sobre la arena, y ahí sobre ese sector se hizo la línea de pase de agua. Se armó una cadena espontánea, una línea que iba desde la calle, desde la avenida Espora, que entró dentro del bosque. Se hacían pasamanos de hasta 400 personas que se metían adentro de la reserva con focos de agua, para ir eliminando los focos pequeños que intentaban surgir.
Cualquier bidón de agua podía ser útil. Cada uno sacó agua de donde pudo.
La gente buscaba agua donde podía -continúa Petrarca- porque no había luz y por lo tanto no había bombas. Cargaban tachos a mano, bidones, en una línea que llegaba hasta adentro, porque seguía habiendo focos. También por ese camino entraban y salían camionetas cargadas con tachos y bidones de agua. Todo eso se hacía para frenar los focos pequeños. Para llegar al lugar donde estaban los bomberos estaban los colaboradores. Yo laburé lo que pude porque no me da el cuero, pero hay gente ... Era una cosa muy impresionante, a mí me emocionó, se la jugaron. Hubo un pueblo muy movilizado. Hacía mucho calor, el piso estaba poco confiable. Yo mismo me quemé el pie, porque estaba en un lugar donde había solamente arena y de dónde empezó a surgir humito.