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La increíble historia del baterista que saltó de la calle a tocar con Roger Waters

Sebastián Zoppi pasó de ganarse la vida tocando con tachos de pintura en Florida a compartir el escenario del Monumental con el ex Pink Floyd.

por Mariano Del Priore

01 Noviembre de 2015 19:49
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Su pasión por la música y ese particular instrumento le trajo más de un disgusto en su barrio, donde todos lo conocían como “el loquito de la batería”.

“Los vecinos me querían matar, entonces acordamos que lo hiciera sólo de 17 a 18. Yo necesitaba tocar aunque sea una hora por día, si no me vuelvo loco, es como mi cable a tierra”, recordó Sebastián Zoppi.

Decidido a vivir de lo que le gusta, se instaló a tocar con tachos de pintura en plena calle Florida.

“La primera vez que lo hice, mi mamá trabajaba en una fábrica y le pagaban $ 7 la hora. Yo, en 15 minutos, reuní $15. Incluso se acercó un cubano a felicitarme por lo que hacía y a darme ánimos para que siguiera”, le explicó al diario Clarín.

Lo que seguramente nunca se imaginó es que su arte callejero lo llevaría a encontrarse con Roger Waters, su ídolo de la infancia.

Una tarde de marzo de 2012 se enteró de que unas personas habían preguntado por él y un músico amigo les mostró varios videos de sus “trabajos”. Al otro día lo invitaron a un casting en la Villa 31.

El ex Pink Floyd se acercó al asentamiento para filmar algunas secuencias del videoclip “The child will fly”, una iniciativa organizada por la ONG América Latina en Acción Solidaria (ALAS), de cual participaron otros artistas como Shakira, Eric Clapton, Pedro Aznar y Gustavo Cerati.

“Apareció de la nada, comimos pizza y de golpe me encontraba haciendo una prueba de sonido en la cancha de River, donde me invitó a compartir varios temas con él”, comentó.

“Pero lo más importante fueron sus palabras, me dijo que iba a llegar lejos, que no bajara los brazos y que invirtiera mi plata sólo en lo que me apasiona”, agregó.

La sonrisa de Sebastián lo dice todo: la foto con Waters en River. 

Sin embargo, la sorpresa sería aún mayor, ya que una semana después de vivir el impensado sueño en el Monumental, se encontró con un regalo que le había dejado el mítico músico: una batería.

“No podía creerlo, luego del recital yo seguía tocando en la calle con mis tachos de pintura y me encontré con esto. Ya Roger no estaba en el país, pero filmamos un video para mandarle y que viera que el regalo había llegado a su destino”, contó.

Acaso el broche de oro para este joven de 24 años, que se inició en la música de forma autodidacta y cuya filosofía de vida es que “pase lo que pase vos tenés que ser feliz y seguir tus sueños”.

Esa filosofía que lo llevó a ganarse la vida tocando en la calle, sin imaginarse que terminaría haciéndolo nada más y nada menos que con Roger Waters en la cancha de River.

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