La Base Naval de Mar del Plata se encuentra desde hace horas repleta de familiares y amigos llenos de dolor. Sin embargo, allí mismo, también hubo una mujer que en lugar de pedir justicia, le agradeció a Dios y a la vida que su hijo, Marcelo Villareal, se haya salvado.
Los familiares de los tripulantes están, desde hace días, en la Base Naval de Mar del Plata.
Con una estampita enrollada en la mano, y triste, como nunca, Violeta aseguró que las cosas pasaron de manera tan lenta, que decidió dejar General Roca, en Río Negro, para acompañar de cerca a su hijo y a los familiares de sus compañeros.
"Vine a agradecer porque mi hijo está vivo", aseguró en diálogo con el portal de noticias 0223, y confirmó que por un imprevisto antes de embarcar, Marcelo, de 44 años, no pudo subirse al submarino.
Violeta, la madre de Marcelo Villarreal, aseguró que su hijo se salvó porque no pudo subir al submarino.
“Unas horas antes, él tuvo un problema y no se embarcó”, explicó la mujer, al mismo tiempo que aclaró que a pesar de sentirse afortunada por lo que sucedió, no quiere resultar egoísta con el resto de los familiares. Por eso, tanto Violeta como Marcelo se presentaron desde temprano en la base, y allí, el submarinista permitió vivir su profundo dolor.
Aunque esta vez no formó parte de la tripulación, otras veces sí lo hizo, y a raíz de eso, el marino decidió quedarse a trabajar en Mar del Plata. Cuando se enteró de la desaparición de la nave, la conmoción lo atrapó, y desde entonces, casi no puede hablar por la tristeza que siente.
"Perdón, estoy demasiado conmovida para seguir", dijo Violeta, con el fin de dar por terminada la charla, y agarrada de su hijo, dio la vuelta para irse junto al resto.
Marcelo Villarreal comenzó en la marina al poco tiempo de cumplir 18 años.
Cómo llegó Marcelo a la Armada
Marcelo Villarreal nació y se crió en Roca, hasta que cumplió 18 años, y cambio su vida para entrar a la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina. Allí, se recibió, y con el paso de los años, logró convertirse es un experto submarinista.
Su primer destino fue la Base Naval Puerto Belgrano, al sur de la provincia de Buenos Aires, y allí, se dio cuenta de que todo lo relacionado a los submarinos le gustaba y le llamaba mucho la atención.
Además de sentir pasión por su tarea en el mar, el marino estudió durante largos años, lo que le permitió convertirse en una de las personas que más sabe sobre el mantenimiento y el alistamiento de un buque.
Villarreal se mostró siempre interesado en los submarinos.
A pesar de tener más de 25 años de trayectoria, seguramente Marcelo nunca pensó que podía enfrentarse a una cosa así junto a sus compañeros, ya que para él y para los demás, llegar a la marina siempre fue un sueño hecho realidad, ahora empapado por la tristeza.