07 Julio de 2021 16:40
La muerte de Carlos Alberto Reutemann conmovió a gran parte de la población Argentina. A sus 79 años, el Senador Nacional podía afirmar que era uno de los tres grandes exponentes del automovilismo argentino, junto a José Froilán González y un tal Juan Manuel Fangio. Durante su rica y extensa carrera en las pistas, Lole (apodo que recibió de chico, cuando en el campo pedía ir a ver lo´lechone) fue piloto de Fórmula 1 desde 1972 hasta 1982.
En aquella época, logró que los argentinos simpatizaran para Brabham, Ferrari, Lotus y Williams, donde logró 12 victorias, 45 podios y seis pole positions en 144 carreras puntuables, además de dos triunfos en carreras fuera de campeonato. Reutemann consiguió el tercero puesto en los campeonatos 1975, 1978 y 1980. En 1981 finalizó segundo en el Campeonato de Pilotos y se retiró de la Fórmula 1 al año siguiente.
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Después de dejar atrás su etapa en la Fórmula 1, se volcó al Rally: finalizó tercero en las ediciones 1980 y 1985, y en 1990 recibió el Premio Konex de Platino como el mejor automovilista de la década en Argentina. Con Lole se fue un argentino que luchó siempre de la mano de la caballerosidad y de la hidalguía, que no pudo ser campeón del mundo simplemente por el azar o por no tener en ese momento la tantas veces mencionada "suerte" que se necesita en estos casos.
Quizás sea el 13 de enero de 1974, una de las fechas más recordadas por el propio Reutemann y su familia. Cuando las revoluciones propias de ir liderando una carrera ante casi 100 mil personas -entre las cuales estaban incluidos Juan Domingo Perón, por entonces presidente, y su esposa, María Estela Martínez de Perón- le jugó una mala pasada: en aquella oportunidad y cuando punteaba con suma comodidad, se quedó sin nafta a media vuelta de ganar la carrera.
Aquel día, la carrera se llevó a cabo Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires (entonces conocido como 17 de Octubre, hoy bautizado Juan y Oscar Gálvez). La esperanza estaba puesta en ver el primer triunfo puntuable de Reutemann en la máxima categoría del automovilismo deportivo mundial. Recién en la cuarta vuelta consiguió el primer lugar, posición que no soltó hasta el último y dramático giro N°53 por culpa de un accidente mecánico.
De acuerdo a la información que se manejó en aquel momento, fue la toma de aire, colocada detrás y sobre su cabeza, la que al desprenderse en el giro 39 hizo que el motor quemara combustible más rápido de lo habitual. “La falla fue absolutamente de nafta -un poco más del consumo habitual porque se desprendió la toma- y con ese mismo motor voy a correr en Brasil”, había asegurado el propio Reutemann tras la carrera.
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De hecho, en aquella oportunidad había contado una situación similar que le había ocurrido en 1973, en Estados Unidos. “Cuando el motor rateó por primera vez, de inmediato me acordé de una situación similar que se produjo en la última carrera del año pasado. Allí veníamos Peterson, Hunt y yo en ese orden separados por dos segundos. Faltaban tres vueltas para terminar y de golpe, a la salida de una curva, el motor rateó como quedándose sin nafta", contó.
Y siguió: "Había un tanquecito suplementario de cinco litros cuya conexión no funcionó bien y el motor empezó a quedarse sin combustible. Levanté un poco para tratar de llegar y, si bien perdí contacto con los dos primeros, pude mantener el tercer puesto dando las tres vueltas que faltaban. Pensé que acá sucedería lo mismo, que ya que se había manifestado el primer rateo cuando solo faltaban tres vueltas era lógico que llegara el final y que me sirviera la ventaja para ganar la carrera".
Pero -según sus propias palabras- ya cuando faltaba una vuelta en pleno curvón el auto "no quería andar" y tuvo "que salir en segunda 'tosiendo' todo el tiempo”. hasta ese momento, Lole le llevaba casi medio minuto de diferencia al australiano Dennis Hulme, quien finalmente terminó como ganador del Gran Premio. La postal del final entristeció y conmovió a todos: Reutemann sentado junto a su Brabham BT44 número 7, con la cabeza entre las manos.
Un mes y medio más tarde, el santafesino ganó su primera carrera en la F1. Fue en Sudáfrica y luego, logró el primer puesto 11 veces más. Pero aquella carrera siempre será recordada como el día que la victoria se le escurrió de las manos a causa de un desperfecto técnico. "Dos horas para aplaudir, dos minutos para llorar", tituló El Gráfico. Luego de la frustración, Reutemann fue recibido en el palco de honor por Perón, quien le regaló su lapicera como forma de respeto y reconocimiento.