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La inspiradora historia de Yuliana, la primera trans incorporada por cupo laboral

Aunque tiene un título de enfermera, nunca había podido conseguir trabajo. Hoy se desempeña en el Centro de Día para el Colectivo LGTBI de la Municipalidad de Venado Tuerto, en Santa Fe.

16 Junio de 2017 16:42
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Casi nunca se reflexiona sobre el real alcance de la ya gastada frase "el trabajo dignifica". Pero, a veces, la palabra de alguien que recién llega al universo laboral luego de una larga veda ilumina y profundiza ese enunciado. 

Yuliana en su nuevo lugar de trabajo: el Centro de Día para el Colectivo LGTBI de Venado Tuerto. 

"Nos reinsertamos al sistema. A través de un trabajo podemos tener acceso a la salud y a la vivienda", explica Yuliana Aguilar, la primera trabajadora en ejercer un empleo público en el marco del cupo laboral trans en Argentina, remarcando todo lo que puede implicar cumplir tareas cotidianas remuneradas y en regla. 

La ciudad donde vive y trabaja Yuliana es Venado Tuerto, la primera en efectivamente incorporar trans a puestos laborales en dependencias públicas. Los lugares a ocupar son cinco, tanto en la Municipalidad como en las cooperativas que trabajan para ella, como las de Electricidad y Obras Sanitarias. 

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Si bien en otros distritos ya hay personas trans trabajando en el Estado, el de Aguilar es el primer caso de ingreso por ordenanza específica. Buenos Aires también aprobó una ley de cupo laboral trans en 2015 pero nunca la reglamentó. En Rosario, mientras tanto, la ordenanza que establece el cupo laboral trans se estableció el 19 de mayo de 2016 pero aún no incorporó a ningún trabajador. 

Y aunque también aún esperan por incorporaciones, 13 localidades argentinas más aprobaron el cupo, incluyendo a Resistencia (Chaco), Bell Ville (Córdoba), Las Heras (Mendoza), y Tafí Viejo (Tucumán). La última ciudad en sumarlo fue Santa Rosa (La Pampa), cuyos legisladores lo votaron la semana pasada. 

Salvación y solidaridad

Sumando al logro de conseguir un trabajo, el puesto que le tocó ocupar a Yuliana es en un espacio que le permite brindar solidaridad y acompañamiento: el Centro de Día para el Colectivo LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, trans y personas intersex), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social municipal. 

Yuliana celebrando su primer día de trabajo. 

"Suena re lindo decir que tenes que ir a trabajar", declara con voz satisfecha. "Se dice que el travesti ama vivir en la calle, pero no es cierto. Corremos muchos riesgos".

Es justamente la calle la que, para Aguilar y para casi todas las mujeres trans, constituye la única fuente de ingreso. En su caso particular, a pesar de que tiene un título de enfermera y se recibió con un buen promedio, su condición sexual le dificultó conseguir trabajo. 

En el Centro de Día, Yuliana busca ofrecer un espacio amigable para el colectivo LGBTI

"Entré a trabajar en la Municipalidad cubriendo vacaciones y cuando se enteró el secretario de Salud me dejó sin trabajo porque dijo que no podía haber una enfermera trans atendiendo", rememora. "Nunca nadie me dio la cara. Me deprimí y me fui a llorar a mi casa. Y hoy, lo único que quiero es que ninguna de mis compañeras pase lo mismo que yo".

Un porvenir esperanzador

Es justamente esa ilusión altruista de un futuro mejor para todo el colectivo trans la que, también, viene incluida en la amplia noción de trabajo digno que le toca vivir a Yuliana. 

"Esto va a incitar a empresas privadas a que hagan lo mismo", asegura Yuliana.

"Esto va a incitar a negocios y empresas privadas a que hagan lo mismo", explica. "Además, desde el Centro de Día puedo ayudar y empujar para que chicas y chicos trans, gays y lesbianas puedan saber que los estamos apoyando y que cuentan con la Municipalidad. La idea fue crear un espacio amigable".  

Pero, sobre todo, el mayor logro está en algo tan intangible como esencial: la esperanza. "Podemos volver a soñar", señala Yuliana. "En una sociedad donde estábamos excluidas y éramos el sector más vulnerable, ahora tenemos mil proyectos". 

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"Sabemos que no vamos a estar trabajando en la ruta para siempre, y ya no tendremos que pensar qué va a pasar con nosotras el día de mañana si no tenemos hijos ni familiares directos", agrega. "Tendremos una jubilación y beneficios. Yo tenía miedo de estar sola, pero ahora sé que me voy a valer por mi misma mientras pueda. Y cuando no pueda, voy a tener la posibilidad de ir a un geriátrico".