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La maldición de Sarmiento: porqué las alergias de los porteños son culpa del sanjuanino

Los plátanos son plantas que trajo al país el ex Presidente. Representan el 9% del total de los árboles de la Ciudad.

por Rafael Saralegui

04 Octubre de 2017 14:41
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Los plátanos son una maldición. Son una especie exótica que fue introducida en nuestro país por Domingo Faustino Sarmiento durante su presidencia (1868-1874).

Así que si usted en estos días primaverales y de viento sufre estornudos a toda hora, picazón en la garganta y ardor en las ojos, ya se sabe: la culpa es de Sarmiento.

Los plátanos son responsables, según coinciden los médicos, de la mayor parte de las alergias que se generan en estos días por las pelusas que se desprenden de los frutos de estos árboles.

"Entre las especies exóticas que más aparecen en el arbolado de la ciudad, además del fresno americano, está el plátano. Este árbol, más allá del polvillo que produce y que puede ensuciar o resultar molesto, es muy apreciado dentro de la ciudad. La población de plátanos equivale a un 9 % del Arbolado Público Lineal", consigna una publicación del gobierno porteño.

fresnos

El freso americano es también una especie exótica.

Pero no sólo son los plátanos: en general todos los árboles desprenden polen en estas épocas del año y son lo que generan la irritación de las mucosas.

El sitio Properati hizo un mapa con un relevamiento de los plátanos situados en la ciudad de Buenos Aires y ubica los barrios con mayor cantidad de ejemplares.

El objetivo de esa publicación es "ayudar a que cada uno encuentre su lugar en el mundo, por eso analizamos la ubicación de estos árboles, que representan el 15% de los 500 mil plantados en la ciudad".

Los barrios porteños con más plátanos.

La maldición de los plátanos es tan acentuado que inclusive en algún momento se llegó a discutir en la Legislatura porteña la posibilidad de reemplazar los plátanos que se reparten por los calles y parques de la ciudad. Los plátanos son aborrecidos también no sólo por las alergias que generan sino porque taponan desagues pluviales cuando se acumulan en el techo.

Hace más de 50 años que la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología propuso no seguir con el legado de Sarmiento. Es decir, no arrancar esos árboles, pero no continuar con su expansión, recuerda el doctor Leonardo Greiding, especialista de en alergia e integrante de Fundaler.

"En estas épocas es necesario recordad las razones dela alergia propiamente dicha. Por un lado, hay factores genéticos que hacen al organismo responder a determinados elementos y por el otro se genera un mecanismo de tipo irritativo por las partículas que hay en el medio ambiente", dice el médico.

Greiding recordó que los polénes fueron los primeros en ser descriptos como los causantes de alergia, hace más de cien años. Ya en esa época se hablaba de la fiebre del heno que producía respuestas parecidas a lo que ocurre hoy con quienes sufren los efectos del polen en la primavera.

Los jacarandaes fueron plantados sobre todo en las avenidas.

Ya hace un siglo se hablaba de producir extractos del mismo heno con el que se podría tratar de inducir una vacuna para prevenir la dolencia. "Ahi nació el tema de las alergia", recuerda el especialista.

El experto recuerda que el viento traslada el polen desde distancias lejanas y que puede provocar situaciones complejas inclusive en los conductores de automóviles, que pueden ser sorprendidos por ataques de estornudos cuando manejan.

El médico precisa que no sólo los plátanos, que tan mala fama tienen, son los que generan las alergias. También menciona otras especies como el fresno y el tilo. También el pasto cuando florece producen polen, que puede generar alergia también.

No hay muchas formas de evitar los efectos del polen. En las viviendas y autos el aire acondicionado, si tienen buenos filtros, pueden ser un remedio.

Pero cuando hay que salir a la calle no hay muchas formas de evitar el polen. Anteojos y pañuelos son una posibilidad. Otra sería ponerse un barbijo, como en las recordadas épocas de la Gripe A. Y sino habrá que aguantarse. ¡Achis!

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