Pensar en que se puede fabricar tejidos humanos aún parece irreal pero lo no lo es. La máquina más imaginada desde la ficción o la imaginación existe gracias al invento de dos científicos argentinos.
La bioimpresora, tal como se la conoce, fue desarrollada por dos jóvenes emprendedores, que fueron capaces de crear una impresora 3D capaz de generar tejidos humanos. Su metodología incluye el uso de geles para generar estructuras biológicas o biocompatibles en tres dimensiones a través de un software especialmente diseñado.
Para la creación de los tejidos utilizan geles que se endurecen.
Aunque se utiliza sólo en investigación -al igual que mecanismos similares en otros lugares del mundo-, la idea es que los tejidos humanos que genere puedan usarse, por ejemplo, para cicatrizar más rápido quemaduras, entre otros usos posibles, como fabricación de órganos en el futuro. En otras palabras, es un primer gran paso para mejorar la calidad de vida de las personas.
En Rusia, un grupo de investigadores logró la creación de un órgano y continúan el trabajo de desarrollo en esa área.
LOS CREADORES
Los desarrolladores son dos jóvenes, Adén Díaz Nocera, de 24 años, y Gastón Galanternik.
Según publica el sitio científico SciDev.Net, los investigadores idearon la impresora para además de ser útil, que sea de bajo costo y se adapte al usuario. "Las impresoras 3D convencionales utilizan filamentos de plásticos. Nosotros utilizamos geles o materiales viscosos que pueden "endurecerse" o gelificarse al combinarlos con otros materiales, con cambios de temperatura o irradiación con luz ultravioleta", explicó Nocera.
“Estos geles son de origen biológico primordialmente, como colágeno, ácido hialurónico o quitosano. Algunos se obtienen comercialmente y otros requieren de protocolos de extracción específicos”, agrega.
Impresora 3D ordinaria. Se realizan los moldes y luego imprime en tres dimensiones.
“Es una herramienta con gran potencial para avanzar en distintas áreas, como regeneración de tejidos, creación de estructuras para cultivo celular 3D (y crear modelos de piel para probar fármacos tópicos), implantes a medida y fabricación de medicamentos”, precisa Gastón Galanternik, de 31 años, investigador y socio de Life Si, empresa incubada en la Universidad de San Martín (Usam) para comercializar el producto.
El primer prototipo de la bioimpresora lo desarrolló Díaz Nocera en Córdoba y otro recaló en el Laboratorio de Biomateriales, Biomecánica y Bioinstrumentación (Lab3Bio) de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la universidad.
Asimismo, en ingeniería en tejidos ya cuentan con un laboratorio trabajando, además de iniciar la implementación de tecnología 3D en células. "Buscamos más laboratorios que se animen a involucrarse con esta tecnología", finaliza Díaz Nocera con entusiasmo.