Ernestina Herrera de Noble convirtió al Grupo Clarín en el más poderoso de los multimedios argentinos, y uno de los más influyentes del continente. Mucho más que la directora de un diario, mucho más que una empresaria periodística, su nombre se asocia con la expansión de un medio y su conversión en un factor de poder decisivo en la vida política argentina. Interlocutor amable o enemigo enconado de los gobiernos, Clarín no es un mero comentarista de la realidad sino un verdadero factor de poder, y mucho de eso se lo debe a Ernestina.
Ernestina Herrera de Noble
Quedó a cargo del diario en 1969, tras la muerte de su esposo y fundador, Roberto Noble. Atravesó las presidencias de Onganía, Levingston, Lanusse, Cámpora, Perón, Isabel, Videla, Viola, Galtieri, Bignone, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Rodríguez Saá, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. 18 presidentes, sin contar los fugaces interinatos.
Ernestina con Isabel Perón
Durante la última dictadura, Clarín se convirtió en el accionista principal de Papel Prensa, que le permitió establecer una suerte de monopolio en el rubro, con las consiguientes ventajas por sobre sus competidores. El proceso que llevó a Clarín -y en menor medida a La Nación- a adquirir la planta de Papel Prensa, ha sido puesto en tela de juicio durante los gobiernos kirchneristas, En 2010, Cristina Fernández de Kirchner presentó el informe "Papel Prensa: la verdad", donde se acusaba a Clarín de haber adquirido la empresa gracias a la extorsión de la dictadura contra sus dueños anteriores: Juan Graiver, Lidia Papaleo de Graiver y Rafael Ianover. El Grupo Clarín se defendió diciendo que las acciones habían sido compradas a la familia Graiver antes de que fuera perseguida por la dictadura.En 2016, ya bajo el gobierno de Macri, el juez Julián Ercolini resolvió el sobreseimiento de Ernestina, Héctor Magnetto, Bartolomé Mitre, Raymundo Juan Pío Podestá y Guillermo Juan Gainza Paz en la causa de Papel Prensa. Según Ercolini, no hay evidencias de que la venta haya estado influida por crímenes cometidos durante la dictadura ni tampoco de que la venta se haya realizado a un precio inferior al de mercado.
Ernestina, Videla y Grondona: tapados, fútbol y dictadura.
La adopción de Felipe y Marcela Noble, los hijos de Ernestina, es uno de los hechos más inquietantes de su vida personal, donde lo privado se cruza con lo político. Ante las sospechas de que podrían ser hijos apropiados ilegalmente de desaparecidos durante la dictadura, Herrera de Noble alegó que el 13 de mayo de 1976 encontró a Marcela en una caja depositada en la puerta de su casa, pero luego se demostró que esto no era cierto. Sobre Felipe, dijo que había sido entregado por una mujer al Tribunal de Menores. Sin embargo, la supuesta mujer no existía. Durante largo tiempo, los hermanos Noble Herrera se negaron a hacerse el test de ADN para que se determinara si coincidían con los existentes en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Cuando, finalmente, accedieron, los resultados fueron negativos. El hecho no demuestra, como se dijo desde su diario, que no son hijos de desaparecidos. Sólo demuestra que sus datos no coinciden con los existentes en el registro, que desde luego no corresponden al total de los desaparecidos. En enero de 2016, la jueza Sandra Arroyo Salgado la sobreseyó en la causa por la supuesta apropiación ilegal de Felipe y Marcela.
Con sus hijos adoptivos, Marcela y Felipe
Durante buena parte de la gestión de Ernestina, el diario mantuvo durante una cierta coincidencia ideológica y un importante vinculo con el desarrollismo, a través de dirigentes claves del partido que lo expresaba, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). En la novela Diario de la Argentina, cambiándole el nombre, Jorge Asís le atribuye un romance con el canciller de la dictadura y prominente dirigente del MID, Oscar Camilión. En la mismísima necrológica publicada en Clarín se describe que a a partir de enero de 1982, el diario tomó distancia del partido.
El diario trató muy bien a De la Rúa
Con el regreso de la democracia, las relaciones del diario con los sucesivos gobiernos fueron fluctuantes: Raúl Alfonsín los acusó de sembrar el desánimo, Menem dijo que obtuvo la reelección "con toda la prensa en contra" y algo de eso hubo, aunque fue durante su presidencia que Clarín adquirió a Canal 13. Con De la Rúa se llevó bien, aún cuando el país se acercaba al abismo. Con Néstor Kirchner tuvo cinco años de una relación amable: fue Kirchner quien aprobó la fusión Cablevisión/Multicanal que convirtió al grupo en el más poderoso operador de cable. Con el Gobierno de Cristina, la relación se rompió y se convirtió en un combate frontal en 2008, a partir de la llamada "crisis del campo", tras la Resolución 125, que establecía una retención del 30 por ciento a las exportaciones agropecuarias.
En los últimos años, sin embargo, no fue Ernestina la cara visible del enemigo identificado por el kirchnerismo, sino Héctor Magnetto, uno de los directores del grupo, acaso su "hombre fuerte". Magnetto había llegado a la dirección del diario a través de su militancia desarrollista, que abandonaría con el tiempo y la desaparición de ese espacio político. Aunque el kirchnerismo se reivindicó en muchas ocasiones como "neodesarrollista", las circunstancias lo pusieron en la vereda de enfrente de Clarín.
Apenas anunciada la muerte de Ernestina, Clarín subió un perfil tan extenso que es natural pensar que ya estaba escrito mientras ella aún vivía. La escritura de obituarios de personalidades que podrían morir pronto es una práctica habitual en el periodismo gráfico. Alguna vez se filtró el que Clarín había escrito y diseñado sobre Sandro. Cuando Sandro efectivamente murió, volvió a publicarse con muy pocos cambios. Ernestina no se hubiera enojado por esta práctica, que al fin y al cabo indica que sus periodistas tenían todo previsto.