por Natalia Torres
08 Marzo de 2017 13:17" type="video/youtube">
El derecho a denunciar. La liberación. Los frutos de la hermandad entre mujeres. Esas son las principales líneas que surcan el discurso de Cecilia "Gato" Fernández mientras descorre el telón sobre los abusos sexuales que sufrió por parte de su padre y el lento pero seguro camino de su llegada a la Justicia.
Cecilia, hoy de 29 años, sufrió abusos desde los 3 hasta los 7.
"Muchas veces la sociedad tiende a que no lo cuentes, a que lo vivas como una vergüenza tuya. Y esa es la forma más rápida de autodestruirte", reflexiona sentada a la mesa de un bar de San Telmo.
Ilustradora e historietista, "Gato" ha trabajado con guionistas de renombre como Carlos Trillo y Pablo de Santis y publicó sus obras en la revista Fierro, en varias colecciones internacionales y en proyectos online como Carnes Tolendas: Política Sexual en Viñetas. Su obra más reciente, que integrará una compilación de la editorial Random Mondadori, versa justamente sobre el cono de sombras en el que sumió entre sus tres y sus siete años.
La historia de vida de Cecilia es eje de su más reciente historieta.
A pesar de lo temprano del abuso, el proceso interno que la llevó a poner al descubierto a su progenitor frente a la Justicia le llegó luego de más de dos décadas. Y pronto, como no podía ser de otra manera, será reflejado en una novela gráfica que ella misma guionará e ilustrará.
Camino de espinas y rosas
"A los 21 me fui de la casa de mi vieja, algo también relacionado con este tema", cuenta agregando que sus padres se separaron cuando ella tenía ocho años. "En ese momento, se me cruzó por la cabeza denunciarlo pero estaba muy asustada. No conocía bien el proceso y pensé que iba a tener que volverlo a ver, y no quería. Pensé que iba a ser todo más morboso, que iba a tener que estar sentada en el mismo lugar que él. Por muchos años dejé la idea ahí en el freezer".
El envolvimiento en la militancia feminista le trajo a Cecilia seguridad para encarar su denuncia.
Su despertar a la militancia feminista fue, más tarde, la brisa fresca que la impulsó a la acción. "Empecé a trabajar junto a las víctimas de Cristian Aldana. Con otra chica, nos turnábamos para acompañar a las que quisieran hacer la denuncia. Un día, mientras una de las chicas que yo acompañaba estaba dando su testimonio, me quedé esperándola. Y se me ocurrió preguntar qué onda con mi caso", recuerda "Gato".
Allí, se chocó con dos realidades concurrentes y opuestas. Por la serie de abusos, a su padre podían llegar a corresponderle hasta 22 años de cárcel. Sin embargo, ya no se podía abrir una investigación porque el caso había prescripto.
"Los dos datos fueron muy fuertes. Por un lado, le dieron peso legal a lo que él había hecho. Por el otro, se me había ido el tren. No podía hacer nada más", rememora ella aquel momento de sentimientos contradictorios.
Llega la luz
Pero poco después, la esperanza volvió a abrir la puerta del todo. Asesoramientos legales mediante, "Gato" se enteró de que, si bien la ley actual que anula la prescripción de casos de abuso no es retroactiva, había posibilidades de pelear una posible resolución a favor.
Y más allá de los recovecos legales, su impulso lo ganó una convicción que repite como un mantra: "Todo el mundo tiene derecho a denunciar, aunque no pueda abrirse una investigación".
Patrocinada por Nvard Nazaryan, la misma abogada que defiende a Mailén Frías -la joven que denunció por abuso sexual a Miguel del Pópolo (cantante de La Ola que Quería Ser Chau)-, "Gato" acaba de superar la instancia de pericias psiquiátricas del caso y ahora aguarda que se llame a declarar a las personas que mencionó en su testimonio.
Hay un dato, sin embargo, que es clave: su padre se quedó sin hogar hace tres años, vive en la calle y por ende aún no pudo ser ubicado. "Hay gente que lo vio en Parque Lezama, así que suponemos que está en la Ciudad", detalla.
Pero, más allá de eso, lo cierto es que la mente y el cuerpo de "Gato" ya comenzaron su propio proceso de curación. "Hace años que sufro depresión. Pero sentí un alivio muy diferente a cualquier otra cosa que pude experimentar. Siento que las cosas se están terminando de asentar donde tienen que estar, al menos en mi cabeza", remarca con una sonrisa.