17 Julio de 2022 08:00
Desde hace un tiempo Netflix comenzó a subir a su catálogo una serie de documentales que cuentan historias que resultan muy atrapantes para el espectador. La más reciente se llama "La niña de la foto" y relata la vida de una pequeña junto a su padre delincuente y psicópata.
El documental, dirigido por Skye Borgman, dura 1 hora y 42 minutos, y durante todo ese tiempo se cuentan detalles escabrosos de lo que tuvo que pasar esa chica que, al crecer, se convirtió en una mujer y tuvo un hijo.
Sin adelantar demasiado, se puede decir que la historia empieza con una mujer que aparece casi muerta en una ruta de Oklahoma City durante una noche de abril de 1990, y que carga con una historia muy pesada, en la que deja atrás a un hombre que dice ser su marido , pero es su padre (porque en realidad estaba casada con él), y a un hijo que se cree que no era fruto de esa relación abusiva.
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Sin embargo, todo comienza mucho antes, cuando los padres de Suzanne Sevakis, también conocida como Tonya Hughes, se separaron y su madre (Sandi Willet) cayó presa tras usar un cheque sin fondos cuando fue comprar pañales para sus niñas, por lo que la mandaron a la cárcel durante 30 días.
El padre de familia había regresado con un severo trauman de la guerra de Vietnam, y tras el divorcio, la madre de Tonya conoció a Clarence Hughes en una Iglesia a la que asistía, tras lo cual se puso a salir con él. Mientras estaba detenida, Hughes secuestró a la pequeña y a sus hermanos, a quienes mandó a un orfanato. Sin embargo, sí se quedo con Tonya, que tenía 5 años, y le cambió el nombre a Sharon y le dijo que su mamá había muerto en un accidente.
Con el paso de los años, Hughes y Tonya cambiaron sus nombres de nuevo, y empezó la peor parte: explotaba sexualmente a la chica en un club nocturno.
Al momento de su muerte, casi todos la conocían como Tonya Hughes, una joven bailarina de 20 años que tenía un niño, pero detrás de esa vida había mucho más para contar y eso es en lo que basa el documental que ya puede verse en Netflix.
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Por lo que se sabe, la muchacha tuvo más de tres nombres a lo largo de su corta vida, y en verdad su muerte, a manos de su padrastro, fue apenas el comienzo de todo lo que estaba oculto.
En base a lo que pudo reconstruirse, Clarence Hughes cambió de identidad varias veces por los actos delictivos que cometía. Pasó de Franklin Delano Floyd, Clarence Hughes, Trenton Davis, Warren Marshall, Preston Morgan, Kingfish Floyd a Brandon Cleo Williams.
Por eso mismo, el documental no solo cuenta la historia de esta víctima con su padrastro, sino también cómo se llevó a cabo la investigación por parte del FBI, y en especial el trabajo del agente Joe Fitzpatrick.