Desde que comenzó a operar en el país la aerolínea low cost Flybondi- no pararon de llover críticas por la cancelación de vuelos, los cambios en el itinerario, las demoras, los equipajes que van en micro mientras los pasajeros vuelan, y un sinfín de eventos que, confieso, pensé que estaban más "inflados" por una suerte de especulación política, que por remarcar errores del servicio. Ayer pude comprobar que la aerolínea, si bien es efectivamente barata, le falta mucho para poder brindar una experiencia de vuelo mínimamente profesional.
Pero empecemos por el principio. Por un evento familiar, el casamiento de la prima de mi novia (el cual fue excelente dicho sea de paso), tuve que buscar un vuelo acorde a lo que necesitaba. Más que el precio, lo que nos sedujo a mi pareja y a mi fue la posibilidad de volver por la noche: el vuelo partía a las 23:00 de Mendoza, y así podíamos aprovechar todo el domingo para que ella pudiera estar más tiempo con sus padres. Aún sabiendo que tendríamos que ir en taxi, remis o Uber desde El Palomar, el horario seguía siendo conveniente. Ambos necesitábamos estar el lunes temprano en Buenos Aires debido a que teníamos compromisos laborales.
Ni lento, ni perezoso, pensé que contar la experiencia podía llegar a ser una nota interesante. Durante ida inclusive grabé varios momentos. Hasta un copete.
La ida, de la que hablaré más en detalle luego, fue muy placentera, sin demoras e inconvenientes. Pero la vuelta fue un verdadero martirio. Ayer, cerca de las 13, luego de haber recibido durante el fin de semana dos mails en donde se modificó el horario original de salida para la 01:10, en el último tramo camino a Potrerillos en donde había señal de celular, llegó un correo en donde -sin dar detalles de por qué, como tampoco ninguna opción o asistencia de cualquier tipo- se nos notificó de que el vuelo había sido cancelado. Eso sí, bien en negrita se encargaron de remarcar que pedían disculpas por los inconvenientes ocasionados.
A diferencia del resto de las aerolíneas, Fly Bondi sólo tiene atención al cliente de forma online y a través de su sitio web. No hay chances de contactarse con un representante de la empresa por vía telefónica, ni a través de las redes sociales. A eso se debe sumar que tienen una larga demora de respuesta, calculo que por la cantidad de trabajo que tienen. Sospecho además que durante el fin de semana los encargados de atención al cliente se encuentran de franco. ya que todavía no tuve respuesta de la consulta que hice ayer a las 14, de la que hice ayer cerca de las 21, o la de que hice esta misma mañana. Pero ahí no llegué a mi momento de mayor enojo. Todavía falta para eso.
Fly Bondi
El Gobierno tiene decidido que las aerolíneas low cost sean la forma de conectar todos los puntos de este país. No el tren, ni las autopistas, las low cost. Algo de razón tienen. En una locura hacer más de 1.000 kilómetros en auto para un viaje de placer o de trabajo. No hay lugares en el mundo donde eso suceda. Sin embargo, por ahora, Flybondi no estaría dando en la tecla.
Después de no tener respuesta de la empresa, y ante la necesidad de regresar sí o sí el lunes a Buenos Aires, comencé a buscar otras alternativas. Con lo que tuve que pagar del pasaje para salir esta mañana podría haber comprado tres pasajes, ida y vuelta, desde Buenos Aires a Mendoza por Flybondi. A eso hay que agregarle que la aerolínea en donde viajé no es de las mejores en mi ranking: hasta esta experiencia con esa low cost se encontraba última y por mucha diferencia. Como no podía ser de otra forma, el avión de regreso se demoró una hora en salir.
Nobleza obliga, la ida a Mendoza fue tal y como dije antes muy placentera. Pero sí hubo algunas perlitas, algunas a mi favor otras no. La primera, que el vuelo se retrasó 40 minutos, me avisaron con mucha anticipación, lo que me convenía. A eso se le sumó que la salida se cambió a Aeroparque, lo que me resultó aún más beneficioso, aunque permite inferir cierta informalidad de parte de la aerolínea.
El check in fue increíblemente veloz. Despachando una valija y un paraguas (porque en Buenos Aires diluvió el viernes) tardé 10 minutos.
Una vez arriba del avión, la comisaria de a bordo me sorprendió por algunas cosas. La primera fue su tono jocoso, su deseo de hacer chistes sobre todo. Eso no me molestó mucho. Lo que sí me asustó es que tuviera que leer de la filmina que tenía las instrucciones de seguridad y cómo actuar ante un aterrizaje forzoso. Al terminar esa explicación notó la gran cantidad de músicos que había en el avión, debido a que se realizó ese fin de semana un recital en un viñedo. La comisaria de a bordo les preguntó si podían tocar algo una vez que despegáramos. Por un momento pensé que había regresado 10 años en el tiempo y me encontraba camino a Bariloche para mi viaje de egresados.
Cuando aterrizamos, llegamos antes de lo previsto lo que fue una gran noticia. Como si se tratara de un recital de Damas Gratis, la comisaria de a bordo pidió "palmas y aplausos" para la tripulación. "Viaje cómodo, sin problemas, no es caro. Dejá pasar de lado que se toman todo como joda", fue lo primero que pensé.
La cancelación me enojó: tener que pagar, y muy caro, por viajar cuando lo necesitaba lo tomé como una necesidad y por ende pude llegar hasta entenderlo. Pero lo que realmente me hirvió la sangre fue que hoy mientras abordaba el avión que me traería a Aeroparque noté que en la manga de al lado, que era para Flybondi, se encontraba el mismo avión que me tendría que haber traído de regreso. El "Nelson", bautizado así en nombre a un perro de vaya a saber quién, estaba recibiendo pasajeros para partir para Iguazú.
Terminé de escribir esto y recibí una respuesta de la empresa, ya en Buenos Aires: dicen que ya puedo iniciar el trámite para recibir el reintegro del dinero del pasaje, es decir lo que invertí en los vuelos cancelados, que ni por asomo se acerca a lo que terminé gastando, que no me lo devuelve nadie. Ahora dudo realmente de que, quizás, me están espiando. No lo sé.