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La otra guerra contra las drogas: políticas lejos de la prohibición

Lejos de prohibiciones como la que busca instrumentar el gobierno porteño en relación a las fiestas electrónicas, en ciertos lugares de Estados Unidos, Uruguay y varios países europeos, las iniciativas de lucha contra el consumo de drogas toman un camino alternativo, buscando la reducción de daños y la descriminalización.

27 Abril de 2016 03:25
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Mientras en la ciudad de Buenos Aires el gobierno decidió suspender los permisos para fiestas electrónicas luego de la muerte de cinco jóvenes en la fiesta Time Warp, en el resto del mundo se ensayan políticas alternativas para reducir el consumo  y la criminalización de los adictos. Cinco de estas experiencias se destacan por su éxito al momento de cambiar la visión sobre la "guerra contra las drogas".

Los "coffee shops" holandeses ofrecen marihuana a la carta. 

Holanda. La marihuana no es estrictamente legal en este país europeo pero el gobierno sigue una política de "tolerancia pragmática": ninguna persona es perseguida policial ni judicialmente por consumirla ni venderla. Así, el mercado del cannabis se separa del de las drogas duras: sólo un 14% de los fumadores de marihuana holandeses declara que compra otros narcóticos a sus dealers.

Al mismo tiempo, Holanda ha sido pionera en medidas de reducción de daños en relación a drogas intravenosas, con programas creados especialmente para brindarle a sus usuarios agujas limpias y lugares de consumisión seguros. Como resultado, los tratamientos para salir de la adicción son de fácil acceso y el país virtualmente ha eliminado el contagio de HIV por uso de drogas intravenosas. 

En Dinamarca hay espacios especiales para que los adictos se inyecten bajo supervisión médica. 

Dinamarca. Con 200 muertes al año por sobredosis de narcóticos, el gobierno danés puso manos a la obra con la creación de espacios ideados especialmente para que los adictos puedan consumir drogas de manera legal bajo la supervisión de personal médico.  

Más allá de lo polémico de la decisión, que para muchos evita que los adictos se sientan impulsados a rehabilitarse, lo cierto es que la medida redujo a la mitad los fallecimientos por sobredosis. Además, los robos en Copenhague, la capital de Dinamarca, han ido bajando en una tasa de alrededor del 3% por año. 

Portugal tiene una de las tasas de muerte por sobredosis más bajas de Europa.

Portugal. Hace poco más de 10 años, alrededor de un portugués cada 100 presentaba algún tipo de adicción a las drogas. Como táctica de combate contra estas cifras, los narcóticos no fueron legalizados pero si descriminalizados: un gramo de heroína, dos de cocaína, 25 de marihuana, cinco de hashish o uno de MDMA son las cantidades que la ley permite para posesión y consumo personal.

Esta medida fue acompañada por fuertes políticas apuntando hacia la reducción de daños y el tratamiento accesible: en lugar de encerrar consumidores, el gobierno apuntó a curar pacientes. Como resultado, el consumo general de drogas se redujo a la mitad y solo tres entre un millón de personas mueren en Portugal de sobredosis cada año, mientras que (por ejemplo), en Inglaterra el número de muertos es más de 12 veces mayor. 

En Colorado (Estados Unidos), los dispensarios de marihuana la venden de manera legal.

Colorado (Estados Unidos). Mientras en el resto de Norteamérica la política contra las drogas aún persigue y criminaliza al consumidor, el estado de Colorado legalizó el consumo de marihuana. En los primeros tres meses posteriores a la implementación de la medida, los crímenes contra la propiedad en Denver, la capital estatal, cayeron en un 14.6%. 

Uruguay permite la compra y cultivo de marihuana.

Uruguay. El gobierno de José Mujica revolucionó Sudamérica al convertir a su país, hace poco más de dos años, en el primero de la región en liberar el consumo, cultivo y posesión de marihuana.

Los ciudadanos y residentes legales mayores de 18 años pueden, luego de obtener una licencia del Ministerio de Salud, comprar (mediante un sistema regularizado por el Estado) hasta 40 gramos al mes o tener hasta seis plantas de cannabis por hogar. Y, por supuesto, el primer resultado visible es que la venta callejera de marihuana ya no es redituable: su precio bajó entre un 20 y un 30% en las primeras semanas posteriores a la medida.