La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner arribó el 23 de marzo a la Argentina junto a su hija Florencia, con quien permaneció en La Habana, Cuba, durante una semana para acompañarla en los preparativos de retorno al país luego del tratamiento médico de un año al que debió someterse. Desde entonces, ambas cumplen con el plazo de aislamiento obligatorio.
Al tocar suelo argentino, la hija de Cristina y del difunto ex presidente, Néstor Kirchner, comenzó a recomendar a través de su cuenta de Instagram -donde tiene más de 187 mil seguidores- obras literarias que lee diariamente en su departamento o que leyó durante su larga estadía en Cuba.
En su última publicación, por ejemplo, la hermana de Máximo Kirchner publicó una serie de microrrelatos de los autores Guillermo Saccomanno y Fernanda García Lao. Además, escribió una extensa reflexión sobre estas obras que incluyó una llamativa frase.
Y es que a la hora de dar detalles de los microrrelatos de “Los que vienen de la noche”, libro de García Lao y Saccomanno, la joven cerró su reflexión con una contundente y hasta preocupante frase: “Es la cosa esa con la que me catalogaron de la que no está bien. Es también la fobia que me nació ese día, cuando visité la casa de un portador de armas para matarme”.
Lo cierto es que pocas líneas más tarde, la hija de la vicepresidenta aclaró que esta frase solo nace de su “verborragia” diaria que “no pertenece a nada”. “Estamos todos a distancia. La distancia para mí siempre fue algo que venía bailándome al lado de las piernas. Desde ese día que me empujaron contra el vidrio, me deformaron las facciones y lo empapé en respiración porque mi cuerpo estaba vivo, y eso, solo de mí se sabía que estaba viva”, escribió Florencia.
Y continuó: “Viví en dos países diferentes además de mi natal, en esos dos se me murió alguien a distancia. Las dos veces. En esos dos experimenté un quererte y no poderte. Pensé en dos camas, pensé en tres. Acá también. Aullé por alguien con diecinueve años y tuve que escribir en un vuelo de madrugada al sur, que ver el espectáculo de volar sin el cuerpo al que le invento la letra R, no me parecía agradable”.
Al final, finalizó su relato con las siguiente frase: “Quiero tatuarlas o rayarlas, a las paredes. Como hago en el papel. Pintarles frases de la Pizarnik. Tenés el cuarto propio. No tenés hambre ni que torturarte. Así que cállate. Hay una luna gótica. Es la cosa esa con la que me catalogaron de la que no está bien. Es también la fobia que me nació ese día, cuando visité la casa de un portador de armas para matarme. Te soy apetito y angustia; distancia”.
Florencia Kirchner había arribado a Cuba en febrero del 2019 para hacer un curso de guión cinematográfico pero, durante su estadía, pidió permiso para demorar su regreso y someterse a un tratamiento de salud a raíz de un trastorno de estrés postraumático, de acuerdo a lo informado por su madre y sus abogados ante la justicia.
Sobre el regreso de Florencia, Cristina señaló que "ella junto a sus médicos, lograron restablecer parte de su salud perdida y hace un tiempo vienen trabajando su regreso a casa". "Pero ya se sabe, nada es tan sencillo. Por eso Flor me pidió que la venga a buscar para ayudarla. Sentía que sola no iba a poder", había dicho la vicepresidenta luego de emprender el viaje a la isla.