En las próximas 96 horas puede develarse el misterio sobre los próximos 8 años de poder en la Argentina. Una etapa de 12 años parece llegar a su fin, a partir de la medianoche del próximo sábado. Porque, una vez que se conozcan los candidatos, ya nada será igual. ¿Será finalmente Cristina Kirchner candidata a diputada nacional o a una banca en el Parlasur? ¿O las dos cosas a la vez? ¿Y si finalmente no es candidata a nada?
Cristina ríe a carcajadas en un acto en la Casa de Gobierno.
¿Máximo Kirchner será candidato a diputado bonaerense, como se rumorea en los municipios del conurbano, o bien su madre designará para él el sitial reservado al vicepresidente y acompañando a Daniel Scioli? ¿Le pedirá Cristina, a Randazzo, que decline su candidatura y ocupe la candidatura para gobernador bonaerense y así fortalecer la lista sábana? Y en el caso de que el ministro del Interior y Transporte, compita en las PASO contra Scioli, ¿será Eduardo “Wado” de Pedro, el secretario general de la Presidencia, el designado para acompañarlo? ¿Y cómo creerá Cristina, en estos mismos momentos, que deberá dilucidarse la candidatura bonaerense? ¿Competirán tres o dos fórmulas? ¿Y si prefiere una lista única? ¿Cómo pasan sus horas los aspirantes a ese lugar como el Intendente de la Matanza Fernando Espinoza, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández y el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez? ¿Qué le deparará el destino kirchnerista a quien deba resignar su deseo?
Antes de los anuncios del martes, Aníbal F. saluda a Scioli, mientras Kicillof sonríe y Cristina aplaude.
Demasiadas incógnitas que serán develadas, como último acto del poder supremo, por la Presidenta, que en estas horas aciagas se encuentra recluida en la Quinta de Olivos, con el lápiz en la mano y la goma de borrar en la otra. Demasiados peronistas que detrás tienen votos que los respaldan. No conviene equivocarse.
No hay pistas. O mejor dicho, hay muchas y confusas. En el acto de ayer en la Casa Rosada, y luego de los anuncios, Cristina volvió al lugar donde más cómoda se siente: el balcón frente al Patio de las Palmeras y con la militancia a sus pies, aclamándola, cantándole, haciéndole “el aguante”, como a ella le gusta decir.
Abajo, a sus pies, la militancia le canta que sea candidata. Arriba, en el balcón del patio de las Palmeras, CFK los mira.
“No se hagan los rulos”, volvió a decirle ayer a la militancia que, a sus pies, le pidió Cristina que sea candidata. “Yo no nací Presidenta. Nací mujer, argentina, y después me hice peronista. Con eso me alcanza y sobra”, dijo y dio por cerrado el tema pero, mientras se retiraba, lanzó: “Claro que voy a estar en la calle, siempre”.
Lo cierto es que en la era kirchnerista, quedó claro que cuanto más suspenso se le imprima a al momento culmine, más crece y se ejerce el poder.
Ya lo había hecho Néstor Kirchner, cuando en el 2007 no soltó prenda acerca de su sucesor y solo manifestaba: “Será pingüino o pingüina”.
Hace casi cuatro años, en una especie de Congreso informal del kirchnerismo, donde todos oyen y nadie habla, la silueta negra (aún guardaba el luto) de Cristina apareció en escena y fue directo al hueso.
25 de junio de 2011. Quincho de Olivos. Cristina designa a Boudou como su vice. El se acerca a besarla.
“Por las cosas que nos pasaron, la necesidad de atributos se hace indispensable, y son la lealtad y valentía”, dijo como en un preámbulo y el fantasma de Julio Cobos sobrevoló el Quincho de Olivos. Y siguió, como masticando cada palabra, saboreándolas, de a poco: “La persona que vino a proponerme en aquél momento de crisis que teníamos que adoptar una medida como ésa fue nuestro ministro de Economía, Amado Boudou, que es el hombre que me va a acompañar”. Y estallaron los aplausos y el besamanos hacia el elegido, se iniciaba. Mucho después sobrevino el escándalo Ciccone, el auto trucho, el presumible enriquecimiento ilícito y los personajes secundarios como Nuñez Carmona, Vandembroele, Agustina Kämpfer y los hermanos del campeón.
Quizá Cristina nunca se lo haya confesado a nadie, pero la palabra Lealtad, aún le debe seguir retumbando en su cabeza. Sobre todo, en estas últimas 96 horas, antes de que se inicie una nueva era en la política argentina.