14 Julio de 2016 17:29
Los datos duros son tan contundenes como absurdos: durante el 2015, más personas murieron tomándose selfies que en ataques de tiburones.
Las selfies requieren una buena dosis de prudencia.
Hace menos de un mes, un turista coreano cayó en el precipicio de una catarata en Perú intentando hacerse una autofoto. El mismo día, en otra zona del mismo país (más precisamente, en Macchu Picchu), un hombre de origen alemán terminó en el fondo de un acantilado como víctima de una selfie.
Y estos son sólo dos casos más en una larga cadena de incidentes trágicos y absurdos en los que la tecnología se convierte en la peor enemiga del hombre.
En la región rusa de los Montes Urales, en la zona oeste de Siberia, dos soldados posaron para una selfie junto a una granada activa, que terminó estallando y matando a uno de ellos. Paradójicamente, el oficial que sobrevivió fue el que sostenía el teléfono celular.
Actuando de manera totalmente imprudente, la rumana Anna Urso decidió tomarse una fotografía sobre el techo de un tren eléctrico en movimiento. Un movimiento repentino la puso en contacto con uno de los cables de alimentación del vehículo, que la golpeó con 27 mil voltios de electricidad. La joven, de 18 años, falleció horas después en el hospital a causa de graves quemaduras.
El año pasado, Ramandeep Singh, un adolescente hindú de 15 años, quiso sacarse una selfie junto a una pistola calibre 32 perteneciente a su padre y terminó accionando el gatillo accidentalmente. El arma, sin el seguro puesto, se disparó alojando un balazo en la cabeza del joven, que murió al instante.
En septiembre del 2015, el Taj Mahal de Nueva Delhi (India) fue escenario de una fatalidad que terminó con la vida del turista japonés Hideto Ueda. Intentando retratarse en las escaleras del mausoleo, el hombre tropezó, rodó por los escalones y sufrió una grave lesión craneal.
Una pareja polaca traspasó las barreras de seguridad en un acantilado de Cabo da Roca, en Portugal, para hacerse una selfie. Ambos terminaron perdiendo pie en el borde y cayendo al mar ante la vista horrorizada de sus dos pequeños hijos. El hecho ocurrió a mediados del 2014.