Pasó de modesto entrenador del equipo de “soccer” de su hijo a Secretario General de la Concacaf durante 12 años, entre 1999 y 2011. Chuck Blazer, un panzón de barba larga y cara de bonachón, se convirtió en uno de los hombres que puede derrumbar a la propia FIFA. Hace 3 años fue acusado junto a otros tres funcionarios de la entidad madre del fútbol mundial y en 2013 se declaró culpable de 6 delitos de evasión fiscal y de conspiración en crimen organizado, conspiración para fraude por medios electrónicos, conspiración para blanqueo de dinero y omisión deliberada de declarar cuentas en bancos extranjeros. Todo eso a cambio de colaborar con la justicia en esta investigación. De DT infantil a posar con el príncipe Alí bin al Hussein, que le peleó la conducción de la FIFA a Joseph Blatter.
Blazer camuflado como Obi Wan Kenobi, con sable láser incluido.
Una familia volcada de lleno a Star Wars.
El “Topo” ceptó devolver casi US$ 2 millones al gobierno de EE. UU. y otra suma a determinar una vez que finalice este proceso. En noviembre del año pasado, el diario “The Daily News” reveló cómo Blazer se había convertido en informante y cómo el FBI le dio un llavero con un micrófono para que grabara durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 conversaciones con altos dirigentes del fútbol, incluidos los del comité organizador del Mundial de Rusia 2018.
En su versión navideña Blazer podía disfrazarse de Papá Noel, un personaje que le sienta bien.
El barbado norteamericano padece cáncer de colon y renunció a la FIFA en 2013. En los buenos tiempos se lo supo llamar “Mr. 10%”, porque esa era la porcentaje que pedía para él en cada contrato que suscribiera la Concacaf. Es uno de los principales desarrolladores del “soccer” en Estados Unidos.
En la investigación que lo terminó convirtiendo en un “topo” se estableció que Blazer se quedó con al menos US$ 15 millones. Además, fue juzgado por un comité de ética de la Concacaf, que determinó que Blazer recibió US$ 20,6 millones en materia de “compensaciones”, entre 1996 y 2011. El dirigente hizo que la federación le comprara una casa en Nueva York, otra en Miami y en Bahamas. Blazer y otros directivos le cargaron US$ 26 millones en gastos con su American Express Black.
Junto a su esposa, vestidos de Ángel y Demonio para Halloween.
El infiltrado no tenía inconvenientes en mostrarse como un bon vivant y ostentar su llegada a las figuras más destacadas de la dirigencia futbolística y política a nivel mundial. También subía a su blog otras de índole privada con disfraces excéntricos.