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Las intimidades de los Granaderos, la tropa que ayudó a San Martín

La batalla de San Lorenzo fue el bautismo de fuego de los soldados que acompañaron al Libertador. Aquí se los recuerda, en un nuevo aniversario de la muerte del prócer. El video de los Granaderos hoy.

17 Agosto de 2016 09:06
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Para combatir a los realistas y llevar adelante su lucha por la independencia americana, José de San Martín creó el Regimiento de Granaderos a Caballo, que tuvo su bautismo de fuego el 3 de febrero de 1813, en la exitosa Batalla de San Lorenzo. Si bien se los conoce fundamentalmente por ese hecho, los granaderos de San Martín también auxiliaron a Manuel Belgrano en 1814 y en 1816 intervinieron en la Campaña de Chile, en la mayor parte de las veces con éxito.  

Cabral salva a San Martín: escena clásica de la batalla de San Lorenzo

En la batalla de San Lorenzo murió el soldado Juan Bautista Cabral. La leyenda lo sitúa ofreciéndole su cuerpo a las bayonetas realistas para salvar a San Martín, o bien logrando sacar al Libertador de su propio caballo, que se le había caído encima. La Marcha de San Lorenzo lo inmortaliza al grito de "Cabral soldado heroico". En una carta a la Asamblea del Año XIII, San Martín escribe:"No puedo prescindir de recomendar particularmente a la familia del granadero Juan Bautista Cabral ,natural de Corrientes, que atravesado el cuerpo por dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de viva la patria, muero contento por haber batido a los enemigos".

 

Según las fuentes históricas, la batalla de San Lorenzo duró alrededor de 15 minutos, los suficientes para una aparición sorpresiva y un movimiento de pinzas perfectamente planificado por San Martín, que obligó al enemigo a huir. 

El orgullo de San Martín

En su informe al Superior Gobierno, San Martín no oculta el orgullo que le había producido la heroica tarea de sus soldados:

EXMO. SEÑOR.

TENGO el honor de decir à V. E. que en el día 3 de febrero los granaderos de mi mando en su primer ensayo han agregado un nuevo triunfo à las armas de la patria.

Los enemigos en número de 250 hombres desembarcaron á las 5 y media de la mañana en el puerto de San Lorenzo, y se dirigieron sin oposición al colegio de San Carlos conforme al plan que tenía meditado en dos divisiones de à 60 hombres cada una: los ataqué por derecha è izquierda, hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los buques, pero no capaz de contener el intrépido arrojo con que los granaderos cargaron sobre ellos sable en mano: al punto se replegaron en fuga à las baxadas dexando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos, 12 heridos sin incluir los que se desplomaron, y llevaron consigo, que por los regueros de sangre, que se ven en las barrancas considero mayor número. Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas, y una bandera que pongo en manos de V. E. y la arrancó con la vida al abanderado el valiente oficial D. Hipólito Bouchard.

De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos, y los demás heridos, de este número son: el capitán D. Justo Bermúdez, y el teniente D. Manuel Díaz Vélez, que avanzándose con energía hasta el bordo de la barranca cayó este recomendable oficial en manos del enemigo.

"El valor e intrepidez que han manifestado los hace acreedores a los respetos de la patria

El valor è intrepidez que han manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores à los respetos de la patria, y atenciones de V. E.; cuento entre estos al esforzado y benemérito párroco Dr. D. Julián Navarro, que se presentó con valor animando con su voz, y suministrando los auxilios espirituales en el campo de batalla: igualmente lo han contraído los oficiales voluntarios D. Vicente Mármol, y D. Julián Corvera, que à la par de los míos permanecieron con denuedo en todos los peligros.

Seguramente el valor e intrepidez de mis granaderos hubieran terminado en este día de un solo golpe las invasiones de los enemigos en las costas del Paraná, si la proximidad de las bajadas no hubiera protegido su fuga, pero me arrojo a pronosticar sin temor que este escarmiento será un principio para que los enemigos no vuelvan a inquietar a estos pacíficos moradores.

Dios guarde à V. E. muchos años.

San Lorenzo Febrero 3 de 1813.-

José de San Martín.

 

El Código de Honor

Los granaderos de San Martín tenían un código de honor muy estricto, escrito por el propio Libertador. Su texto, que se conserva hasta nuestros días, es el siguiente:

Establecimiento de la Reunión Mensual de los Oficiales y Cadetes del Regimiento de Granaderos a Caballo.

“Cada domingo del mes deben reunirse todos los oficiales y cadetes en casa del Comandante del Regimiento. Este abre la sesión con un pequeño discurso en que demuestra la utilidad de tal establecimiento y la obligación que tiene todo oficial de honor de no permitir en el seno del Cuerpo ninguno que no corresponda a él”.

“Concluído el discurso mandará salir oficial por oficial a otra pieza en la que habrá unas tarjetas en blanco para que cada uno escriba lo que haya notado en la comportación de algún compañero”.

“Concluído esto se levantará el Sargento Mayor o el Capitán más antigüo en defecto de éste, y correrá el sombrero en el que cada oficial depositará su papeleta con la mano cerrada para introducirla. Recogidas que sean las pasará al jefe principal para que las revise en secreto y si encontrase alguna acusación y el acusado se hallare presente lo mandará salir, lo que verificado hará presente al cuerpo de oficiales la papeleta que ha dado motivo a la salida anterior”.

“Cada oficial tiene derecho para hablar sobre el particular que se propone, lo que discutido a satisfacción, se nombrará una comisión de tres oficiales que será a elección de todo el Cuerpo para la averiguación del hecho; pero dichos oficiales deberán ser más antigüos y de superior graduación que el acusado”.

“Hecha la averiguación, se citará a junta extraordinaria a la que la comisión de residencia hará presente el encargo a que se le ha confiado, y según lo que resulte de la exposición se volverá a discutir sobre ello, cuya discusión concluída, se pasará a votación secreta; es decir, por papeleta y en los mismos términos que se verifican las acusaciones pero firmando cada oficial su dictamen que, poco más o menos, deberá ser concebido en estos términos: «El Teniente don fulano de tal no es acreedor a alternar con sus honrados compañeros», o «el Teniente don fulano de tal es acreedor a ser individuo del cuerpo»”.

“La penalidad de éstos será lo que decida la suerte del oficial y en caso de empate el del Jefe General valdrá por dos”.

“Si el oficial acusado saliese inocente, se le hará entrar a presencia de todo el cuerpo de oficiales y se dará una satisfacción por el presidente”.

“Si el oficial acusado saliese reo, se nombrará una comisión de un oficial por clase, para anunciarle que el respetable cuerpo de oficiales manda pida su licencia absoluta y que en el interín que ésta le concede no se presente en público con el uniforme del Regimiento y en caso de contravenir le será arrancado a estocadas por el primer oficial que le encuentre”.

Delitos por los cuales deben ser arrojados los Oficiales

 

1. Por cobardía en acción de guerra, en la que aún agachar la cabeza será reputado tal.

2. Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.

3. Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado. Por no defender a todo trance el honor del cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte.

5. Por trampas infames como de artesanos.

6. Por falta de integridad en el manejo de intereses, no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella.

7. Por hablar mal de otro compañero con personas o oficiales de otros cuerpos.

8. Por publicar las disposiciones internas de los oficiales en sus juntas secretas.

9. Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.

10. Por poner la mano a cualquier mujer aunque ha insultado por ella.

11. Por no socorrer en acción de guerra algún compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo verificarle.

12. Por presentarse en público con mujeres conocidas como prostituidas.

13. Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes.

14. Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del Cuerpo.

“Yo estoy seguro que los oficiales de honor tendrán un placer en ver establecidas en su cuerpo unas instituciones que lo garantizan no confundirse con los malvados y perversos, y me prometo (por lo que la experiencia me lo ha demostrado) que esta medida les hará ver los más felices resultados como la segura prosperidad de las armas de la Patria”.

Nota: “El cuerpo de oficiales tiene un derecho de reprender (por la voz de su jefe) a todo oficial que no se presente con aquel aseo propio del honor del cuerpo, y en caso de reincidencia sobre este defecto, quedan comprendidos en los artículos de separación de él”.