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Le dieron prisión domiciliaria a Etchecolatz, pero por ahora seguirá preso

El ex policía fue condenado a cuatro reclusiones perpetuas por delitos de lesa humanidad y genocidio durante la última dictadura cívico militar. Por su avanzada edad, un tribunal de La Plata le concedió el arresto domiciliario. Pero una decisión de primera instancia impide que, por ahora, se disfrute del beneficio, por lo que el represor continúa preso en el penal de Ezeiza.

19 Agosto de 2016 19:00
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La Justicia Federal de La Plata le concedió el arresto domiciliario a Miguel Etchecolatz, el ex policía condenado a cuatro reclusiones perpetuas por delitos de lesa humanidad y genocidio durante la última dictadura cívico militar. Sin embargo, la medida no se efectivizará en lo inmediato debido a que una resolución de primera instancia impide a los represores y genocidas tener ese beneficio.

Etchecolatz, durante su declaración ante el Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata en 2014.

Miguel Etchecolatz fue el Director de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires entre los años 1976 y 1977. A su vez, tuvo a su cargo 21 campos clandestinos de detención que funcionaron en la Provincia y que concentraron a la mayor parte de los desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.

Reconocido por ser el responsable de la "Noche de los Lápices", uno de los más conocidos entre los actos de represión donde se secuestraron y asesinaron a estudiantes de secundaria, fue condenado en 2006 a cuatro reclusiones perpetuas por homicidios, torturas y privaciones ilegítimas de libertad, considerados "delitos de lesa humanidad”. 

Miguel Etchecolatz lleva a cabo una huelga de hambre en prisión. 

Esta condena fue lograda gracias al testimonio del albañil Julio López, quién luego de testificar en contra de Etchecolatz salió de su casa en La Plata y nunca más se supo nada de él. Hoy en día, aún está desaparecido. 

López se había presentado como querellante en la causa que se le seguía a Etchecolatz por su responsabilidad en secuestros, torturas y desaparición de personas. Su testimonio también fue de suma importancia ya que involucraba a más de 60 policías y militares.

Julio López desapareció luego de declarar en contra de Etchecolatz. Su testimonio fue clave en su condena.

Julio López desapareció luego de declarar en contra de Etchecolatz. Su testimonio fue clave en su condena.

En esta oportunidad, y de forma insólita considerando que se trata de un genocida y represor, el Tribunal Oral Federal 1 (TOF) de La Plata hizo lugar al pedido de “prisión domiciliaria” de la defensa del ex Jefe de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la gestión del general Ramón Camps, de quien fue su mano derecha.

A fines del mes pasado, el Tribunal le concedió a Etchecolatz el arresto domiciliario en razón de sus 87 años, la hipertensión que padece y el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Sin embargo, la medida no se efectivizó ya que el genocida está también procesado a disposición de otros jueces en el marco de otras causas por delitos de lesa humanidad.

Esta semana, el juez federal platense, Enrique Kreplac, le denegó el arresto domiciliario aunque dispuso su traslado a un hospital fuera del lugar de detención, el penal de Ezeiza. El juez tuvo en cuenta un informe pericial de clínica médica que reveló que el represor “cursa un cuadro de deterioro físico importante dada la huelga de hambre que está realizando”.

Etchecolatz fue condenado a cuatro reclusiones perpetuas.

Pese a esto, el magistrado le negó el arresto domiciliario debido a que, según los expertos intervinientes, “el deterioro de su estado de salud general deriva de su decisión voluntaria y libre de someterse a una medida de fuerza consistente en la negativa a ingerir alimentos y recibir medicación”.

El Tribunal Oral Federal 1 (TOF) de La Plata hizo lugar al pedido de “prisión domiciliaria”.

En 2014, el ex militar y condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura, Miguel Etchecolatz, dijo ante el tribunal platense que "por mi cargo y jerarquía me tocó matar, pero no sé cuánta gente”.

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