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Los chicos y la alergia a la proteína de la leche de vaca: mitos, verdades y cómo detectarla

  Columna especial de la médica pediatra Sabrina Critzmann (MN 148279).

07 Octubre de 2020 11:49
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En estas últimas semanas, muchos estuvieron hablando sobre la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV). Pero, ¿qué es? Antes que todo, es importante diferenciar "alergia a la proteína de la leche de vaca" de la "intolerancia a la lactosa".

La intolerancia a la lactosa es una patología dada por el déficit de una enzima digestiva llamada lactasa, que degrada la lactosa; el azúcar de la leche. De a poco, con los años, vamos perdiendo la capacidad de digerir la lactosa y esto es normal. También puede haber intolerancia transitoria luego de una gastroenteritis, por ejemplo, por daño en las células intestinales. Existe un déficit de lactosa congénito muy raro, el cual se manifiesta en los primeros días de vida del bebé. En cambio, la alergia a la proteína de leche de vaca es un mecanismo inmunológico por el cual el cuerpo se defiende de algo que lo "ataca".

El intestino de los bebés es sumamente sensible y la exposición ante la proteína de leche de vaca puede causar reacciones del sistema inmune con diversas manifestaciones. La leche de fórmula es leche de vaca modificada y la materna puede contener pequeñas proporciones de proteína de leche de vaca, cuando la mamá consume lácteos.

La sospecha diagnóstica es por la clínica, que puede ser muy diversa. Caca con sangre, vómitos, constipación, diarrea, escaso aumento de peso, manifestaciones en la piel (dermatitis) y manifestaciones respiratorias (rinitis, asma). Es importante conocer la historia clínica, el desarrollo del embarazo, la vía de nacimiento, la alimentación de ese bebé y los hábitos familiares; y hacer un exhaustivo examen físico para llegar a un posible diagnóstico.

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No existe un estudio específico para la confirmación. El procedimiento es indicar la dieta de exclusión: si el bebé toma leche materna exclusiva, la mamá no debe consumir lácteos, ni derivados. Y si hace lactancia mixta o sólo toma leche de fórmula, esta debe ser reemplazada por una leche especial hidrolizada.

También hay que evaluar productos de limpieza (muchos tienen proteína de leche de vaca), productos de higiene y cambiar mamaderas, tetinas y chupetes; pues es difícil lavar la proteína de los mismos. Incluso, en algunos casos, es necesario tener ollas y electrodomésticos diferentes a los que utilizan las personas que no hacen la dieta.

Es importante explicarle al entorno por qué estamos haciendo la dieta y evitar que le den al bebé, niño o niña "probaditas" de cosas con lácteos, porque "no le van a hacer nada". Muchas veces, esas probaditas, hechas con la mejor intención, desencadenan cuadros muy molestos para el bebé. Incluso, en algunos casos de alergia severa, el sólo contacto con las manos de alguien que tocó algún producto con proteína de leche de vaca puede ser un desencadenante para la alergia.

Es muy importante educar a los adultos del entorno e involucrarlos en el cuidado de la salud del bebé, niña o niño. Esta dieta se realiza durante quince días o un mes y se observa la respuesta del bebé. Existen muchos grupos de madres y padres que pueden ayudar a sostener esta dieta. ¿Por qué es tan difícil? Porque la mayor parte de los productos empaquetados tiene proteína de leche de vaca y su etiquetado muchas veces es confuso y difícil de leer. No sólo se trata de evitar la leche y derivados; por ejemplo "caseinato de potasio", "lactoglobulina", "fosfato de lactoalbumina"; también son derivados a evitar.

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Hay cafés, calditos deshidratados, harinas y otros productos que también tienen derivados o trazas. La mirada tiene que ser muy atenta para poder evaluar si los síntomas persisten porque el diangóstico es otro o porque hay que ajustar algo en la dieta.

Si después de este tiempo, la respuesta es favorable y los síntomas del bebé no eran graves inicialmente, se realiza el desafío. ¿Qué es esto? Es reintroducir la proteína gradualmente en la alimentación y observar la respuesta. Si el diagnóstico se confirman (vuelven los síntomas), pasamos a una segunda parte que es evaluar qué mecanismo inmunológico está involucrado y se continúa la exclusión de esta proteína de la dieta. La alergia suele revertirse en la primera infancia, pero existe un porcentaje de adultos que continúa presentándola toda la vida.

La leche de vaca no es un alimento fundamental, ni es la única (ni siquiera la mejor) fuente de calcio y nutrientes"

¿Se puede prevenir la alergia a la proteína de leche de vaca? No lo sabemos fehacientemente. Es probable que exista una susceptibilidad genérica, pero podemos contribuir a evitar la exposición temprana a la proteína de leche de vaca. ¿Cómo? Protegiendo la lactancia materna deseada y capacitando a los profesionales en el tema de trabajar con las familias. El cuidado de la microbiota durante el embarazo, la vía de parto vaginal cuando es posible y la alimentación familiar lejos de los productos ultraprocesados podría contribuir a disminuir las chances de presentar este cuadro.

El diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de la alergia a la proteína de la leche de vaca requiere de un equipo de profesionales (pediatra, gastroenterólogo, alergista y nutricionistas; entre otros) que de información clara y acompañe al bebé, niño o niña en el proceso.

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La leche de vaca no es un alimento fundamental, ni es la única (ni siquiera la mejor) fuente de calcio y nutrientes. Diversos estudios revisan la indicación de "tres porciones de lácteos diarias" y concluyen que no hay sustento para la misma, que tiene que ver con la dieta general de la persona. También plantean que el calcio podría ser obtenido de otros alimentos, como el brócoli, el kale, el tofu, los porotos y los frutos secos. La leche de vaca no debería ser introducida en la alimentación de los bebés hasta, por lo menos, el año de vida; dado que sería un factor de riesgo para presentar anemia.

Es importante comprender que cada bebé es un mundo y es preciso el abordaje individual para trabajar respetuosamente con cada familia. A las familias que están en proceso de diagnóstico o que se encuentran en este camino, un abrazo grande. Y recordemos que, aunque a veces suene trillado, hoy no es siempre.

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