El cambio de gestión, tanto en el gobierno de la Ciudad como en el de la Nación, llama a poner el foco sobre proyectos de grandes obras que alguna vez fueron anunciadas pero que hasta ahora no encuentran concreción. Entre ellas, la autopista Ribereña, proyectada hace varias décadas para unir la Buenos Aires-La Plata con la Illia atravesando Puerto Madero y aportar una gran solución al flujo de tránsito, en especial en el Bajo porteño.
Puerto Madero.
La diagramación y puesta en marcha de la obra está encabezada por la Corporación Antiguo Puerto Madero, cuyos principales accionistas son el Estado nacional y el porteño. Este organismo fue creado en 1989 por el gobierno de Carlos Menem y la entonces intendencia de Buenos Aires para el desarrollo y la urbanización del barrio.
Durante todo el 2015, la Corporación estuvo avanzando en reuniones y negociaciones alrededor de la autopista, y un anteproyecto quedó finiquitado. Así, se pensó que la Ribereña comience en un empalme con la Buenos Aires-La Plata para luego bajar hacia el túnel excavado por debajo de las vías en la línea del dique 1 de Puerto Madero y volver a subir en la zona de la terminal de ómnibus Retiro. Desde allí, continuaría en un paso elevado sobre el puerto para unirse a la autopista Illia a la altura de la Av. Pte. Ramón Castillo. Se estima que el presupuesto de la obra ronda los US$ 900 millones.
El proyecto es una promesa del macrismo y del propio Rodríguez Larreta. Incluso Martín Luosteau, ahora designado embajador en EE.UU., había asegurado que haría el trasado en su campaña a Jefe de Gobierno, este año.
Sin embargo, las autoridades actuales de la Corporación Antiguo Puerto Madero están culminando su gestión y el proyecto se encuentra frenado. Además, se rumorea que las nuevas autoridades que asumirán antes de fin de año no tienen a la Ribereña entre sus prioridades inmediatas. Habrá que esperar hasta el 2016 para ver si, efectivamente, esta obra tan ansiada comienza a pisar el acelerador.