06 Octubre de 2016 18:40
La Plaza Independencia de Tucumán se convirtió hoy en escenario del reclamo de Justicia por la muerte del sacerdote antinarco Juan Viroche, quien apareció colgado ayer dentro de la parroquia Nuestra Señora del Valle, de La Florida.
La marcha comenzó pasadas las 19 y reunió a vecinos de La Florida, religiosos y organizaciones que luchan contra las adicciones. La manifestación es encabezada por una imagen de la Virgen de La Merced y se realiza entre plegarias, aplausos, carteles y pedidos de justicia.
Los manifestantes dieron varias vueltas a la Plaza Independencia coreando una canción que deja ver la hipotesis de los habitantes de La Florida: "El cura no se suicidó, lo asesinaron los narcos a los que el gobierno les da protección".
Además, aparecieron carteles en los que se cuestionaba al poder político y eclesiástico por haberle dado la espalda a la lucha del cura "antinarco" y haberlo dejado en soledad.
Es la segunda marcha que se realiza tras la muerte del sacerdote si se tiene en cuenta que ayer hubo una movilización en La Florida para pedir justicia por el sacerdote, que estuvo más de tres años en el pueblo.
Los resultados de la autopsia practicada al cuerpo del sacerdote no arrojaron signos de violencia por lo que la Justicia se apoya principalmente en la hipótesis del suicidio. Los habitantes de La Florida y localidades cercanas, sin embargo, están convencidos de que al cura lo mataron.
Pedido de Justicia.
Viroche confió a sus allegados que había recibido numerosas amenazas contra él y familiares, por lo que había pedido el traslado a otra parroquia. El cambio ya había sido autorizado y debía concretarse en estos días.
La Justicia investiga una línea sentimental en la misteriosa muerte del padre Juan. El fiscal Diego López Ávila cree que él se quitó la vida, pero ahora estudia si alguien lo indujo a tomar esa decisión.
El religioso fue velado hasta esta tarde en la capilla Nuestra Señora del Carmen, en Wenceslao Posse, y luego sepultado en el cementerio de Cevil Pozo. Una multitud acompañó al sacerdote en el último adiós con una nutrida caravana de cientos de motos, autos, camionetas y colectivos.