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“¡Me caigo, mamita!”: cómo fueron las últimas horas de Alberto Olmedo

El relato de la única testigo y las dudas que todavía atormentan al entorno del entrañable humorista.

04 Marzo de 2018 09:35
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El sábado cinco de marzo de 1988 la ciudad de Mar del Plata no amaneció. El cielo, teñido de un espeso y profundo gris, acompañaba desde la salida del sol el luto que imperaría durante las horas siguientes a la explosión de la noticia: Alberto Olmedo había muerto, tras caerse del balcón de su departamento ubicado sobre el boulevard marítimo Peralta Ramos. Una noche de excesos, reconciliaciones y once pisos que sellaron su destino, para siempre.

Olmedo falleció el cinco de marzo de 1988 en Mar del Plata. Cayó de un piso once.

La noche del viernes lo había encontrado con amigos y su hijo, Javier. Después de completar la función de la obra Éramos tan pobres, Olmedo le dio instrucciones claras a Juan Carlos Casas, su secretario: “Andate con mi hijo, vayamos a cenar. Pedí una mesa para diez personas”. Minutos después y tras saludar a sus fanáticos, dejó el teatro Tronador y partió rumbo al restaurante Hamburgo, ubicado a sólo quince cuadras.

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En el restó lo esperaban su hijo, CasasDivina Gloria César Betrand, quien también había decidido llevar a su hijo de por entonces 15 años a la cena. Comió “cochinillo”, la especialidad de la casa, tomó vino blanco y de postre eligió un panqueque de manzana caramelizado.

Olmedo dejó el restaurante para juntarse con Nancy Herrera en su departamento.

“Fue una linda noche. Después Olmedo recibió un llamado telefónico y salió disparado con su Mercedes blanco”, recordó René Bertrand. Del otro lado de la línea y a sólo once cuadras de distancia se encontraba Nancy Herrera, su mujer desde hacía ocho años. Se habían separado hacía sólo cuatro meses, pero ella tenía que comunicarle algo importante. Ansioso por el reencuentro, le pidió que lo esperara en su departamento de la torre ochentosa Maral 39.

Silvia Pérez aseguró haber mantenido una relación con Olmedo hasta un día antes de su muerte.

El humorista de 54 años había quedado abatido por la separación. “No tenía ganas de vivir”, reconoció años más tarde Silvia Pérez, quien aseguró haber mantenido una relación con Olmedo hasta el día anterior a su muerte. “Es una locura lo que dijo. Que estuvo un par de días, seguro. Yo sabía que habían estado, porque le pregunté al 'Negro' y me dijo que había sido un 'toco y me voy' durante los cuatro meses que estuvimos separados. Pero nosotros ya nos habíamos reencontrado desde hacía tiempo”, explicó tiempo después Nancy.

Con o sin SilviaOlmedo recibió una llamada telefónica que cambiaría el rumbo de su noche. En vez de continuar con las rondas de vino blanco, el actor dejó a su grupo de amigos y partió rumbo al departamento. “Pórtense bien, que ahora les van a mandar champagne”, fueron las palabras que le escucharon decir. Un detalle no pasó inadvertido por los mozos del lugar: se llevó lo que había dejado de cochinillo. "Era abundante y se lo envolvimos para que se lo llevara".

Albertito, el hijo de Olmedo con Herrera, en la piel del "Manosanta".

Nancy lo esperaba en su departamento del piso once con un enterito color rosa. Había llegado unas horas antes que le humorista. “La cama no estaba hecha, así que la estiré como lo hacen en los hoteles. Puse dos remeritas, una para cada uno y dejé todo el dormitorio prolijo. Pero, en vez de tirarme en la cama, me fui al sillón del living a ver televisión”, recordó.

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Pero ese no fue el único detalle cariñoso de Herrera. Lo recibió con un mensaje conciliador: le había escrito “te amo” en el espejo. “Hacía mucho que ya nos habíamos reencontrado”, precisó la mujer en viejas entrevistas, pero los vecinos de la torre la contradijeron: aseguraron que siempre lo veían solo y que hacía tiempo que Nancy no lo visitaba.

Olmedo finalmente llegó a su departamento y recibió la noticia. Nancy estaba embarazada de dos meses: su sexto hijo estaba en camino. El humorista abrió una botella de champagne y se quitó la camisa. Vestía sólo un jean azul y unas botas tejanas, las mismas con las que se lo vería horas después en la portada de todas las revistas. Herrera nunca lo confirmó, pero la autopsia fue clara: se encontraron restos de cocaína en su sangre.

“Nunca voy a olvidar la cara de desesperación que tenía -Nancy Herrera-

“Él era inquieto. Estábamos tranquilos y en un momento pasó al balcón. Era normal que lo hiciera, no me llamó la atención que saliera. Lo que no me pareció normal fue cuando se puso a hacer caballito en la baranda. Estaba boludeando y jugando”, recordó años después Nancy.

Sólo días atrás, Alberto había retado a René Bertrand por acercarse demasiado a la baranda. “Salí de ahí nene, que es demasiado baja y te podés caer”, le advirtió desde el living de su casa. “Nunca me lo voy a olvidar, es un recuerdo que me quedó grabado para siempre en la memoria”, reconoció años después el actor.

Una multitud despidió los restos de Olmedo en el Cementerio de la Chacarita.

La noche había comenzado a descontrolarse y Nancy se acercó al balcón para intentar que su pareja se alejara del vacío. “En un momento me dijo: 'Agarrame la pierna, mamá'. Era imposible. Yo era muy flaquita y él... peso muerto”, detalló, y recordó los últimos segundos de Olmedo con vida. “Nunca voy a olvidar la cara de desesperación que tenía. Él amaba la vida, en ningún momento pensé que se quiso suicidar. La última carita que le vi fue de desesperación”, sumó.

El cuerpo del actor permaneció casi cinco horas en el lugar de los hechos.

Con su pareja colgando del piso once y ya sin fuerza para sostenerlo, Nancy escuchó las últimas palabras del actor:

Olmedo: “Agarrame la pierna, mamá”.

Nancy: “No puedo, no puedo”.

Olmedo: “Sí que podés, mamá”.

Segundos después, su cuerpo yacería en el pavimento. Con su cabeza mirando hacia un costado y sus brazos sin quebraduras: no atinó ni siquiera a cubrirse la cara, un acto reflejo que se presenta incluso hasta en los suicidas. Estaba, tal como lo confirmaron los peritos forenses, bajo los efectos de la cocaína.

Marcelo Franco, el vecino de Olmedo que auxilió a Nancy.

Ya eran las ocho de la mañana. Nancy seguía en el balcón. Estaba trepada a la baranda y gritaba: “Papi, perdoname”. Su vecino del 11 “C”, Marcelo Franco, escuchó su pedido de auxilio y acudió de inmediato. “Cuando salí al balcón, vi toda la situación: Olmedo estaba en el piso y una mujer, que en ese momento no identifiqué, montada del balcón. Crucé por una mampara y la ayudé”, recordó.

“Ella estaba desesperada. En estado de shock, queriendo saltar. Decía cosas como: 'Ayúdenme, perdoname. Se me escapó de las manos'”, recordó Marcelo. “La sentamos con mi mamá en el piso del living del departamento y tratamos de tranquilizarla. Me di cuenta de que habían celebrado algo, porque había abierta una botella de champagne, pero nada más”, sumó.

Gregorio González, uno de los últimos en ver a Olmedo con vida. "Se quejaba de dolor", recordó.

Todavía no había amanecido, pero la ciudad ya comenzaba a tener movimiento. Gregorio González, uno de los testigos del hecho, recordó años más tarde lo que vivió aquella mañana. “Vi que se caía algo del edificio, pero no le presté mucha atención, hasta que vi a un señor, que estaba en la vereda de enfrente, cruzar rápido y gritarle a alguien que estaba en un balcón: 'No se tire que está vivo'”.

Marcelo logró rescatar a Nancy, la dejó en manos de su madre y se volvió a acercar al balcón.Habían pasado sólo segundos desde la caída. “Vi un movimiento en el cuerpo de Olmedo. No sé si fue un reflejo. Después me enteré de que él estuvo vivo un tiempo, pero no sé cuánto”, lamentó el vecino.

“Cayó con las manitos abiertas, como si fuera un Cristo. No hizo movimientos desesperados. Ya estaba resignado a que se daba el palo

“Estaba vivo, se quejaba de dolor y todo”, aportó Gregorio. El humorista fue atendido de inmediato por una enfermera que llegó de casualidad al lugar. Le practicó respiración boca a boca, hasta que apareció Nancy. “Vino corriendo y lo abrazó. En ese momento ya había fallecido. Ella lloraba y gritaba”, recordó el testigo.

El cuerpo de Olmedo fue retirado a las 13.35, cinco horas después del accidente. Lo trasladaron primero al Hospital General de Agudos, luego a la morgue judicial; mientras Nancy era internada por un cuadro nervioso. Acababa de presenciar la muerte del padre de su hijo y la de uno de los mayores íconos del ambiente artístico.

Los restos de Olmedos descansan en el nicho 412 de la Asociación Argentina de Actores.

“Cayó con las manitos abiertas, como si fuera un Cristo. No hizo movimientos desesperados. Ya estabaresignado a que se daba el palo”, detalló Herrera. El impacto fue tal, que Olmedo primero cayó en el césped y después, por efecto rebote, terminó en el asfalto. “Me tocó ver todo eso. Uno puede superar la muerte, aceptar que ya no está más. Pero el horror te queda de por vida”.