En plena Semana Santa y mientras la economía argentina sigue sumida en una crisis profunda, el presidente Javier Milei decidió tomar partido... pero no por los jubilados que no llegan a fin de mes, ni por los trabajadores a los que les licuó el salario. Esta vez, el mandatario eligió meterse de lleno en un escándalo del mundo del espectáculo, compartiendo desde su cuenta de X un mensaje contra Adrián Suar y el Grupo Clarín, a quienes les declaró la guerra luego de que Telecom anunciara la compra de la filial argentina de Telefónica, metiéndose de lleno en una disputa entre Viviana Canosa y Mariana Fabbiani.

Mientras millones de argentinos enfrentan la pérdida del poder adquisitivo, recortes en salud y educación, y un dólar que se escapa de las manos del Banco Central, el presidente decidió que lo más urgente era señalar con el dedo al gerente de programación de El Trece, preguntándose si la arremetida de Canosa fue "una bajada de línea del Grupo Clarín o culpa de Suar-Codevila". No es la primera vez que Milei arremete contra los medios, pero esta vez su intervención no fue para hablar de políticas públicas, sino para amplificar una pelea de chimentos mediáticos.
El foco del escándalo fue una serie de denuncias sin pruebas de Viviana Canosa sobre una presunta red de trata que incluiría a personalidades del espectáculo, entre ellas Florencia Peña, Damián Betular y Lizy Tagliani. Denuncias que, como admitió incluso el abogado Fernando Burlando, carecen de sustento en la causa judicial que Canosa dice haber iniciado. Pese a ello, el presidente eligió posicionarse en el centro de la tormenta mediática, no para condenar las falsas acusaciones ni para pedir responsabilidad en la difusión de rumores infundados, sino para apuntar nuevamente a su enemigo favorito: el Grupo Clarín.
Milei no solo se mantuvo al margen del daño que estas denuncias provocan en las personas inocentes involucradas, sino que, además, prefirió utilizar su investidura presidencial para alimentar el conflicto. Mientras tanto, Canosa continúa utilizando su espacio televisivo para atacar, sin filtros ni pruebas, a colegas como Flor de la V, Pablo Duggan, Mercedes Ninci, Laura Ubfal y Lizy Tagliani, lanzando acusaciones que cruzan los límites del escrutinio público y se sumergen en el terreno de la violencia simbólica. "Maquillese menos y atienda la realidad", le reclamó incluso la propia Canosa, quien aseguró que el presidente la dejó "sin tres laburos con la guillotina".
La paradoja es tan evidente como grotesca: el mismo Milei que dice defender la libertad de expresión y criticar la "casta periodística", se involucra personalmente en el señalamiento de medios, decide quién merece estar en la pantalla y quién no, y opera desde las redes sociales con la intensidad de un influencer, no de un jefe de Estado. Mariana Fabbiani lo dejó claro en su descargo: "La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer". En este caso, el chancho es el show morboso y sin pruebas que impulsa Canosa, pero quien le da de comer —y potencia su alcance— es el propio presidente de la Nación.
Cabe recordar que la guerra entre Milei y Clarín no es nueva. Luego del anuncio de la compra de la filial argentina de Telefónica, el Gobierno instruyó a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia para analizar la legalidad de la operación, advirtiendo que podría concentrar cerca del 70% del mercado móvil. Desde entonces, el Presidente mantiene un tuit fijado contra el holding mediático más grande del país titulado "Clarín, la gran estafa Argentina". "Se ve particularmente enardecidos a buena parte de los empleados del Grupo Clarín. No paran de hostigar con mentiras al Gobierno simplemente porque dijimos que íbamos a defender a los argentinos del abuso de la posición dominante que el Grupo quiere tener en el mundo de las telecomunicaciones", enfatizó en la red social X.
En ese sentido, señaló: "Presionan y operan a los gobiernos para obtener beneficios aún si es a costa de los argentinos. Hoy quieren quedarse con el 70% de las telecomunicaciones argentinas. Eso implica que tu celular, tu internet, tu teléfono, todo lo controlaría el mismo grupo económico, que por su posición dominante podría cobrarte cualquier precio porque no habría competencia", alertó el jefe de Estado. En aquel tuit, Milei prometió no "dejar que sigan robándole a los argentinos". "En el fondo no me están atacando a mí. Te están atacando a vos. Yo solo estoy en el medio", sentenció. Lo cierto es que la intromisión de Milei en un conflicto del espectáculo no solo resulta irresponsable, sino que evidencia un preocupante desdén por los problemas reales del país.
Mientras los jubilados siguen cobrando haberes miserables, los comedores comunitarios denuncian que no reciben alimentos y el ajuste pulveriza los derechos sociales, el presidente se entretiene con el rating y la guerra entre conductores. En un país que arde, el presidente mira televisión. Y tuitea.