07 Noviembre de 2020 11:55
Medio siglo atrás, Carlos Monzón dio el primer gran batacazo de su carrera deportiva. Contra todas las apuestas, le ganó por nocaut a Nino Benvenuti en el Palazzo dello Sport de Roma. 16 años después, la "gloria deportiva" se vería anulada por el femicidio de Alicia Muñiz. El tema genera división hasta el día de hoy: ¿el asesinato de la madre de su hijo menor le quita los méritos que cosechó en su carrera deportiva? ¿Acaso se puede disociar al hombre que conquistó a los argentinos, pero que asesinó a sangre fría a su ex mujer?
Aquel 14 de febrero era de madrugada. Alicia Muñiz llegó golpeada a la comisaría. No era la primera vez que intentaba denunciar a Carlos Monzón por "violencia doméstica". Corría el año 1986, llevaba algunos meses separada del boxeador. Los golpes eran visibles, pero la mano del "campeón" era más poderosa. "Los milicos se le reían en la cara cuando les decía que quería denunciar a Carlos Monzón. En esa época, él era más grande que Maradona. Era una locura todo", recuerda Myriam Caprile, una de las mejores amigas de la modelo uruguaya.
Los milicos se le reían en la cara cuando les decía que quería denunciar a Carlos Monzón"
"Siempre pasaba lo mismo. Lo llamaban y él entraba con una botella de whisky debajo del brazo. Tomaba unas copas con los milicos, les firmaba unos autógrafos y se iba como si nada. Volvía hecho una furia y la golpeaba aún más". Las denuncias jamás llegaron a la fiscalía, quedaban archivadas. Nada podía manchar al campeón.
El calvario al que Monzón sometió a Alicia se potenció aún más cuando en 1986 la uruguaya abandonó el departamento que compartían en el barrio de Belgrano. Armó los bolsos y se fue al departamento de Chacarita, el mismo que cuatro años antes Monzón había comprado tras el nacimiento de su hijo. Estaba a nombre de Maxi y vacío. Allí vivieron durante un tiempo Alba y Héctor, los padres de Alicia. "Pero se fueron cuando Héctor empezó a trabajar como portero en un edificio y les dieron un lugar ahí".
Mucho más que la mujer de Monzón: Alicia Muniz, la presa política que llegó al Maipo y el plan secreto para escapar del calvario del "campeón"
Monzón no aceptó la separación. "La perseguía y acosaba a cualquier hora. Caía borracho, le hacía unas escenas tremendas. Todo a cualquier hora de la madrugada", recuerda Myriam. El testimonio coincide con el de todos los amigos de la pareja. Esos meses fueron para Alicia un calvario. Había logrado salir de la cárcel de la torre de Belgrano, pero ahora el boxeador la perseguía a cualquier hora, en cualquier lugar.
La maternidad, su propio hijo, fue la variable que jamás consideró Monzón. Ahora, con un nene de cuatro años que presenciaba la violencia imperante en la casa, el cuadro de situación era otro. "Lo que quería Alicia era preservarlo a Maxi y todo ya se le estaba yendo de las manos". Pese al tortuoso vínculo con el padre de su hijo, la modelo no puso ninguna traba y tenía como objetivo principal que el nene no dejara de ver a su papá. "Para ella era importante que tuviera una relación con el padre, pero el que lo usaba a Maxi de rehén era él".
Monzón usaba a su hijo de rehén para controlar a Alicia"
Con los comisarios riéndose en la cara, las denuncias archivadas y Monzón cada vez más fuera de control, Alicia tomó la decisión de dejar la Argentina. Pero para eso, necesitaba que su ex le firmara un papel para poder instalarse con Maxi en Montevideo. Tenía todo planificado. Ya había conseguido trabajo. Lo único que le faltaba era esa firma. Por ese motivo, contrató los servicios del abogado Roberto Vega Lecich para que se encargara de "terminar todo con Monzón".
Ese verano, su último verano, le dijo que se iba a hacer temporada a Punta del Este. Le firmó un poder y Vega Lecich nunca más la vio con vida. "Hablaba maravillas de su abogado, era un hombre joven. No recuerdo dónde lo conoció, pero sí que confiaba ciegamente en él. Durante el juicio demostró que siempre estuvo de su lado, incluso cuando ya no estaba".
La trampa de Monzón a Alicia Muñiz: "¿Querés al nene? Entonces vení a buscarlo"
“Alicia se moría si no lo tenía a Maxi y Monzón lo sabía. De hecho, ella estaba desfilando en Punta del Este cuando me contó que tenía que ir a Mar del Plata". "Voy porque no me devuelve al nene y llevo treinta días sin verlo. No puedo vivir más sin Maxi y me dijo que la única forma de entregármelo es si viajo”, le explicó Alicia.Su plan era volver el mismo domingo o el lunes a más tardar"
El viaje, a diferencia de la reconciliación que intentó instalar el entorno de Monzón, tenía como única finalidad recuperar al nene. “De hecho, ella me dijo que volvía el mismo domingo o el lunes. Había pedido incluso los días en el trabajo y obviamente se los dieron. Su intención no era quedarse, ni reconciliarse. Estaba muy enojada con él. Tampoco le gustaba que Maxi estuviera con los amigos de Monzón, sabía que estaban en drogas y esas cosas”, suma Caprile. Alicia nunca más regresó a Uruguay.
Quienes intentan instalar la teoría de la reconciliación desconocen un dato clave: Alicia había viajado, además, para conseguir que Monzón le firmara el permiso para poder instalarse con Maxi en Uruguay. Fue el golpe final para el boxeador.
Muñiz llegó en la tarde del sábado a la ciudad balnearia y se dirigió directo a la casa de la calle Pedro Zanni que había alquilado Adrián “el Facha” Martel y en la que se hospedaba Monzón. Esa noche se los vio juntos. El boxeador arrancó la "gira" en el cumpleaños número 48 de Sergio Velasco Ferrero en el restó Los Amigos y después se dirigieron al Hotel Provincial. Ese fue el momento en el que se sumó Alicia, que cautivó a todos con su vestidito tipo hindú.
El grupo tenía una mesa privilegiada en el Provincial. Pidieron siete botellas de champagne Baron B y jugaban a la ruleta. Alicia, lejos de Monzón, pasó la noche con María Eugenia Zorzenón, pareja de Velasco Ferrero. Esa noche, Monzón no paró de perder. Una y otra vez, la ruleta le daba la espalda. A pocos metros, su ex mujer, que lo miraba con absoluta indiferencia. "Este año me caso sí o sí, pero con otro", le dijo a Zorzenón. El boxeador la escuchó. La noche siguió en el Club Peñarol. Desde ese momento, lo único que se sabe es la versión de Monzón y la del taxista que los dejó en la puerta de la casa de Pedro Zanni. Ya estaban discutiendo.
Alicia no se reconcilió en Mar del Plata. Esta vez sí no había vuelta atrás, por eso creo que las cosas terminaron así"
"No creo que haya premeditado el asesinato, me parece que fue algo del momento. Pero de la misma manera, tampoco creo que Alicia se haya 'reconciliado' con él. Era algo muy típico de él decirle cosas como: 'Si te querés llevar al nene, vení conmigo y después te lo doy Estaba muy enojada y convencida. Esta vez sí no había vuelta atrás, por eso creo que las cosas terminaron así'", analiza a la distancia Myriam, quien se encontraba en Montevideo cuando se enteró de la noticia de la muerte de su amiga. "Lo primero que pensé fue: 'La mató Monzón'".
"¿Mis papás están en una película?": cómo vivió Maxi la madrugada del femicidio de Alicia Muniz y las horas posteriores al crimen
Gritos, golpes, amenazas y, de pronto, un silencio mortal. Aquella madrugada del 14 de febrero de 1988, Maximiliano Roque Monzón, “Maxi”, dormía junto al hijo de Adrián “el Facha” Martel en uno de los dormitorios de la planta superior de la mansión de la calle Pedro Zanni. Vacacionaba desde los primeros días de enero en Mar del Plata junto a su padre, Carlos Monzón. Acababa de cumplir siete años.
“Viene tu mamá”, le había anticipado el viernes por la noche el boxeador quien, a diferencia de lo que se relata en la serie biográfica de Space, le puso como condición a Alicia Muniz que viajara a la ciudad balnearia para buscar a su hijo. “Alicia no fue por voluntad propia, no quería reconciliarse con Monzón. Estaban separados y, de hecho, ella tenía planes de casamiento con otro hombre”, confirmaron a BigBang desde el entorno de Muniz.
Alicia dejó Montevideo -ciudad en la que se encontraba trabajando como modelo- y llegó en la tarde del sábado a "La Feliz". Se dirigió directo a la casa de la calle Pedro Zanni. Pasaron la tarde “en familia” en la pileta, no en la playa como se retrata en la serie. Esa noche se los vio juntos. El boxeador arrancó la "gira" en el cumpleaños número 48 de Sergio Velasco Ferrero en el restó Los Amigos y después se dirigieron al Hotel Provincial. Ese fue el momento en el que se sumó Alicia, que cautivó a todos con su vestidito tipo hindú.
La nueva vida que planeaba Alicia Muniz junto a otro hombre antes de que Monzón la asesinara
El grupo tenía una mesa privilegiada en el Provincial. Pidieron siete botellas de champagne Baron B y jugaban a la ruleta. Alicia, lejos de Monzón, pasó la noche con María Eugenia Zorzenón, pareja de Velasco Ferrero. Esa noche, Monzón no paró de perder. Una y otra vez, la ruleta le daba la espalda. A pocos metros, su ex mujer, que lo miraba con absoluta indiferencia. "Este año me caso sí o sí, pero con otro", le dijo a Zorzenón. El boxeador la escuchó. La noche siguió en el Club Peñarol. Desde ese momento, lo único que se sabe es la versión de Monzón y la del taxista que los dejó en la puerta de la casa de Pedro Zanni. Ya estaban discutiendo.
Maxi dormía cuando sus padres regresaron a la casa. Nunca habló sobre lo que sucedió aquella violenta madrugada en la que, de acuerdo a las pericias, Alicia recibió al menos dos golpes de puño. El rastro de sangre fue una de las principales pruebas en contra de Monzón: se constató que la pelea comenzó en la planta baja y que Alicia logró correr por las escaleras para refugiarse en la suite principal. “Vio y escuchó todo”, reconocen desde el entorno de Muniz.
Maxi vio y escuchó todo"
Alicia murió en cuestión de minutos. De acuerdo a los peritos forenses que trabajaron en las dos autopsias que se le practicaron al cuerpo coincidieron en que, antes de ser arrojada por el balcón, la ex vedette ya estaba en estado de inconsciencia y con lesiones letales. La falta de instinto de defensa y sus muñecas sin fracturas fueron claves para derrumbar la coartada del “campeón”, que sostenía una y otra vez que la madre de su hijo se había arrojado sola al vacío. Muniz murió por la presión de 30 kilos que ejerció Monzón sobre su cuello. Utilizó sólo dos dedos: una suerte de pinza letal.
La familia de Alicia estaba en Buenos Aires cuando recibió la noticia: sólo le dijeron que había muerto; todavía nadie hablaba de asesinato, mucho menos de femicidio -para eso faltarían décadas-. La primera preocupación de Héctor y Alba era su nieto, Maxi, quien para ese entonces ya se encontraba al cuidado de un juez de menores. Seguía en la casa de Pedro Zanni, a pocos metros del lugar en el que yacía el cuerpo semidesnudo de su madre.
Horas después, Martel logró sacarlo del lugar. Se llevó a los chicos a la quinta de Rogelio Roldan, ubicada a pocas cuadras. De acuerdo a una crónica de la época publicada en La Semana, la primera pregunta que le hizo Maxi antes de dejar la casa fue: “¿Por qué hay tantos policías?”. El “Facha”, desorientado, alcanzó a responderle: “Porque están filmando una película”.
Por ese entonces, los peritos ya trabajaban en el lugar. Al menos cinco móviles policiales se habían apostado en la cuadra de la casa para intentar resguardar el predio de los curiosos que comenzaban a enterarse de la noticia a través de las radios locales. Maxi seguía ahí, contemplaba atónito todo lo que giraba a su alrededor. “¿Mi mamá y mi papá trabajan en esa película?”, insistió el nene de siete años. “Sí”, le retrucó Martel.
Esa tarde, Maxi jugó en la vereda como si nada hubiera sucedido. Pero, con el correr de las horas, empezó a preguntar por su mamá. Martel esquivó el tema. Sabía que Héctor ya estaba en camino y sería él, su abuelo paterno, quien le comunicaría la noticia de la muerte de su madre. Llegó por la noche, pero no le dijo nada. Antes, tenía que encargarse de todos los trámites burocráticos, entre ellos: reconocer el cuerpo de su hija de sólo 33 años.
Los hermanos de Alicia se encargaron de retirar a Maxi de la quinta de Roldan. Lo hicieron por la parte de atrás, para evitar a los fotógrafos que se habían apostado en la puerta. A dónde fueron, nadie lo sabe. Por la madrugada, Héctor entró a la morgue del Hospital de Mar del Plata y reconoció a Alicia: “Es ella, es mi hija”. La postal era desgarradora: tenía marcas en su cuello, hematomas en las piernas y el ojo derecho negro.
Todavía en Mar del Plata, Maxi y su abuelo se encontraron en una pizzería ubicada en la esquina de Colón y Santiago del Estero, a sólo cinco cuadras del lugar en el que Monzón y Alicia habían estado bebiendo y apostando la noche anterior. Era de madrugada y el nene seguía sin saber qué había sucedido con sus padres. Por ese entonces, Monzón era atendido en el hospital, a pocos metros de la capilla en la que se encontraba el cuerpo de Alicia.
Maxi, yo te voy a explicar lo que pasó"
“Maxi, yo te voy a explicar lo que pasó”. Con esas palabras y con su nieto sentado sobre su falda, Héctor comenzó la ardua tarea de hacerle entender a la criatura que su padre había asesinado a su madre. Se crió junto a sus abuelos y en los meses posteriores al femicidio recibió la atención de un psicólogo y de un psiquiatra. “Lo que vio y escuchó, sólo él lo sabe”, repiten desde el entorno de los Muniz. Pero lo cierto es que, desde aquella madrugada, Maxi decidió nunca más ver a su padre.