23 Septiembre de 2019 18:10
"Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos". Con esas palabras, el 23 de septiembre de 1947, Eva Perón le anunciaba a una Plaza de Mayo repleta una de las grandes conquistas civiles de las mujeres argentinas: la promulgacion de la Ley 13.010 de voto femenino.
Igualdad completa
Así se cumplía una promesa que el peronismo ya había llevado como bandera de campaña en 1946. Pavimentando el camino, Evita ya en aquel entonces había comenzado a organizar a las mujeres peronistas en una agrupación autónoma.El autor del proyecto original fue el senador por Mendoza Lorenzo Soler, miembro de la Unión Cívica Radical Junta Renovadora, partido integrante de la coalición peronista. En su texto rreconocía una igualdad completa de derechos y obligaciones para mujeres y varones en todos los campos de la vida, política, cultural, educativa y social.
"¿Cómo podemos decir que somos profundamente democráticos si estamos negando a la mitad del pueblo, traducida en el sector femenino, la facultad y el derecho de participar en la vida integral de la democracia? Jamás podrá haber un pueblo democrático si no se incorpora a la otra mitad del género humano a la expresión de su libre voluntad", señaló.
A último momento
El tratamiento del proyecto, sin embargo, se demoró y estuvo a punto de no llegar a buen puerto: si para el 1° de octubre no se aprobaba, perdería estado parlamentario. Cuando se reanudó el tratamiento el 3 de septiembre, Evita llamó a una multitudinaria marcha de mujeres frente al Congreso. Sin embargo la sesión no alcanzó el quorum y se frustró: recién se trató el 9 de septiembre, tres semanas antes de su caducidad.
Fue recién cuatro años después, el 11 de noviembre de 1951, cuando miles de mujeres pudieron hacer efectivo su derecho concurriendo a votar: el 90% del padrón femenino sufragó y, de esa cantidad de electoras, el 64 % votó la fórmula presidencial Perón-Quijano.
Lanteri, la pionera
La ley de voto femenino tuvo un importante antecedente en 1911, cuando la médica Julieta Lanteri notó que para la actualización de padrones, la municipalidad Buenos Aires convocaba a "ciudadanos mayores, residentes en la ciudad, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos".
Como nada advertía sobre las mujeres, Lanteri solicitó su inscripción en la justicia, que falló a su favor. "Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza en principio de los mismos derechos políticos que las leyes, que reglamentan su ejercicio, acuerdan a los ciudadanos varones, con las únicas restricciones que, expresamente, determinen dichas leyes, porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben", sentenció el magistrado que trató el caso.
Así, el 26 de noviembre, Lanteri votó en el atrio de la Parroquia San Juan Evangelista de La Boca. Sin embargo, su iniciativa se frustró luego de que el Concejo Deliberante porteño sancionara una ordenanza donde especificaba que el empadronamiento se basaba en el registro del servicio militar, y por consiguiente excluía a las mujeres.