Cristina Alemandi salió del trabajo el jueves pasado por la noche y desde entonces, su vida cambió repentinamente después de haber sido atacada salvajemente mientras iba en dirección al metrobus que funciona sobre la Avenida 9 de Julio.
Aunque intentó pedir ayuda pronto, finalmente cuando logró encontrar un móvil de la policía descubrió que ellos tampoco la iban a socorrer.
Cristina Alemandi fue agredida por un hombre en la calle, muy cerca de las 9 de julio.
Todo comenzó en la madrugada del 21 de septiembre, cerca de las 2.30, cuando Cristina caminaba por la calle Belgrano para dirigirse hacia el metrobus. Ansiosa por llegar a su casa y cansada por un día largo de trabajo, la joven fue sorprendida por un hombre que repentinamente la asaltó por la espalda, y le tapó la boca para que no pudiera gritar.
"Me tiró al piso, se tiró encima mio y me dijo que me calle. No quería mi mochila ni mi celular", dijo indignada en el comienzo del relato que hizo en su Facebook. Luego, explicó que aunque la calle estaba iluminada, no había nadie a quien pedirle auxilio.
La calle por donde caminaba justo estaba en obra.
"Le mordí la mano y la sacó, empece a gritar lo más fuerte que pude y él me puso algo en el cuello y me dijo 'si no te callas te pincho'", contó con tristeza en la red social.
Lo que siguió a su amenaza fue un infierno para Cristina. Mientras ella estaba tirada en el piso y gritaba con la esperanza de que alguien apareciera para rescatarla, el atacante le pegaba sin que nada le importara, ni el dolor, ni el miedo, ni la desesperación de su víctima.
"Como vio que no podía hacerme callar intento romperme el cuello tres veces, como yo del piso lo pateaba, intentó romper la seguridad de la zanja en la vereda con mi cuerpo y tirarme ahi adentro", escribió en el Facebook, al mismo tiempo que publicó una imagen de su rostro herido e hinchado por los golpes.
Aunque consiguió que el agresor se fuera sin haber logrado su cometido, pudo volver a respirar sólo por unos segundos, hasta que se dio cuenta que estaba sola en la calle, y sin nadie que la contuviera.
"Me levanté hasta la esquina y me subí a un taxi. Buscamos un patrullero durante unos 10 minutos por la ciudad. Nada. Encontramos uno que parecía que estaba escapando del taxi. Lo corrimos unas 15 cuadras y los policías respondieron 'no es nuestra zona, busquen a otro que le corresponda', arrancaron y se fueron enojados", sostuvo indignada.
Finalmente, la joven aseguró que después de haber sido rechazada por el patrullero, decidió presentarse en la comisaría para efectuar la denuncia. Sin embargo, cuando le preguntó a los policías qué podían hacer, ellos explicaron que lo único que se podía pedir era una cámara de seguridad que hubiera grabado el momento.
"Este tipo no me había visto, no me venia siguiendo, simplemente me vio en la calle y en el momento decidió agredirme. Nadie me escuchó gritar y él no tuvo ningún remordimiento en querer romperme el cuello", cerró.