31 Agosto de 2021 13:16
Por Julio César Cottura, Médico Oncólogo - Clínico (MN 136814). Instagram @aroma.doc.
Cuando un paciente se expone al virus SARS-CoV-2 puede desarrollar una amplia gama de síntomas y diferentes estadios evolutivos de la enfermedad, los cuales pueden ser leves o requerir internación en unidades de terapia intensiva. Entre las manifestaciones más frecuentes están las respiratorias, perdida de olfato y gusto, cefalea, dérmicas, y algunas otras más.
¿Pero, qué se sabe de las secuelas, y sobre todo de la afección del cerebro? Una de las funciones más afectadas del cerebro en personas con coronavirus es la cognición, especialmente en aquellos pacientes que han pasado por el síndrome respiratorio agudo severo. De hecho, un estudio del Dr. Stefano George, a principios del 2021, expuso la importancia de la falta de oxígeno en las células del cerebro (hipoxia) y como esto puede ser el inicio directa o indirectamente de las secuelas cognitivas.
La afección cerebral también puede ser secundaria al propio sistema inmune, al déficit en el metabolismo de la glucosa y lípidos, las alteraciones pulmonares o hasta la infección gastrointestinal del SARS-CoV-2. Diversos estudios concluyen que entre el 40 y el 60% de las personas infectadas por el coronavirus experimentaron algún tipo de síntomas neurológicos después del contagio. Los 10 síntomas neurológicos más frecuentes en los pacientes fueron “niebla cerebral” (81%), dolor de cabeza (68%), entumecimiento/hormigueo (60%), disgeusia (59%), anosmia (55%), mialgia (55%), mareos (47%), dolor (43%), visión borrosa (30%) y tinnitus (29%).
Incluso el 3% de los pacientes que fueron hospitalizados han presentado un episodio de accidente cerebro vascular. La mayoría son transitorios, y la persona recupera la normalidad a las pocas semanas. Pero aún así, también existen síntomas persistentes en un gran porcentaje de las personas recuperadas de la COVID.
La niebla cerebral como secuela
El mecanismo por el cual se produce la alteración en la cognición e induce la «niebla cerebral» se debe a una carga viral alta en pacientes con COVID-19, y esto involucra el sistema nervioso central, produciendo que las neuronas pierdan el metabolismo energético. Sumado al deterioro resultante de la respuesta inmune, serviría para propagar el virus dentro del paciente o a otros individuos. Por lo tanto, el desarrollo de la niebla cerebral puede considerarse como un mecanismo estratégico y evolutivamente conservado por parte del virus que ayudaría a su propagación y supervivencia.
Los síntomas de la “niebla cerebral” son muy variados y pueden incluir desde el empeoramiento de la memoria a corto y largo plazo, alteraciones en el lenguaje, disminución en la capacidad de concentración, insomnio, cefalea intensa o migraña, síntomas neuropáticos, entre otros. Esto nos hace pensar de la importancia de una evaluación neuropsicológica como abordaje del paciente que sufrió síndrome COVID prolongado en pacientes con afección respiratoria severa o deterioro cognitivo.
Finalmente, y sobre todo al personal médico, le queda pendiente identificar las características clínicas de este síndrome, poder definir más aun su epidemiología, fisiopatología y delimitar criterios diagnósticos para poder llevar a cabo tratamientos como así medidas preventivas. La infección por SARS-CoV-2 y su afección cerebral no es una enfermedad del todo conocida aún y, por tanto, tampoco lo son sus potenciales secuelas.
Hasta cuándo pueden permanecer y cómo se pueden tratar son preguntas que deben resolverse con investigación y trabajo científico, teniendo en cuenta que tampoco se sabe hasta cuándo el SARS-CoV-2 formará parte de nuestras vidas.