por Leo Morales
16 Diciembre de 2022 15:47En el año 2018, los investigadores de la Universidad de Buenos Aires, Claudia Aranda y Leandro Luna, realizaron una estadía de investigación en la Universidad de Coimbra (Portugal), institución que alberga una de las colecciones osteológicas humanas más importantes del mundo y en la que cada uno de los esqueletos que la conforman cuenta con documentación que certifica el nombre, la edad y la causa de muerte, entre otros datos relevantes.
"Durante ese viaje, relevamos las articulaciones de la primera costilla y observamos que la textura y la forma de las articulaciones se van modificando a lo largo de la vida de los individuos. Por ello, decidimos evaluar desde el punto de vista estadístico la asociación entre esos cambios articulares y las edades de muerte documentada de los individuos adultos de esa colección osteológica, obteniendo muy buenos resultados", relata Claudia Aranda, vicedirectora de la Unidad de Investigación en Bioarqueología y Antropología Forense (UIBAF), perteneciente a la Cátedra de Endodoncia de la Facultad de Odontología y al Instituto de Investigaciones en Salud Pública (IISAP).
"En la actualidad es posible utilizar diversos métodos para estimar la edad de muerte de personas adultas a partir del análisis del esqueleto. Los más conocidos se basan en la observación de las articulaciones de los huesos coxales, denominadas sínfisis púbica y superficie auricular. Si bien son los que ofrecen resultados más confiables, la dificultad que suele presentar este método es que esas partes anatómicas son muy frágiles y suelen deteriorarse con facilidad entre el momento del entierro y el de exhumación. Por ese motivo, en la actualidad diferentes equipos de investigación del mundo se encuentran abocados a la generación de métodos alternativos para brindar datos referidos a la edad de muerte ante esta situación de deterioro o ausencia de los coxales. Otros métodos son cuantitativos, es decir que se basan en la toma de medidas (por ejemplo, de los dientes); varios de ellos requieren de la generación de imágenes radiográficas o tomográficas, lo cual implica no solo la necesidad de contar con personal especializado para su obtención, sino también la inversión de una gran cantidad de tiempo y presupuesto. La importancia del análisis de la primera costilla supera todos esos inconvenientes, en primer lugar, porque ese hueso es fácilmente identificable y además suele preservarse completo, y en segundo lugar, porque solo se requiere de un relevamiento visual de las articulaciones, sin necesidad de utilizar ningún tipo de tecnología", agrega Aranda.
Leandro Luna es investigador del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU, CONICET). Docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y miembro de la Unidad de Investigación en Bioarqueología y Antropología Forense (UIBAF), enumera los beneficios de esta nueva herramienta: "Siguiendo las descripciones sobre los cambios que se producen en las articulaciones de la primera costilla, es posible obtener una serie de resultados numéricos que deben ser volcados en un archivo Excel asociado al artículo original, luego de lo cual la estimación de la edad se obtiene inmediatamente. Por eso, el costo económico es inexistente, y los resultados se generan en pocos minutos. El único requisito es que quien lo aplique tenga algún tipo de experiencia en los análisis osteológicos, como por ejemplo bioarqueólogos, antropólogos forenses, médicos o biólogos".
"Cuando pensamos en desarrollar este nuevo método nos propusimos contribuir a la generación de información biológica en el marco de dos grandes conjuntos de investigaciones. Por un lado, pensamos que contribuye a los análisis bioarqueológicos, los cuales tienen por objetivo principal conocer cómo vivían las sociedades del pasado a partir del estudio de los esqueletos humanos, abordando aspectos relacionados con la demografía, las enfermedades, la movilidad y el uso del cuerpo en actividades cotidianas, entre otros. En estos estudios, la edad es una variable crucial ya que afecta directamente las interpretaciones que se pueden obtener sobre las formas de vida de esas sociedades. Por otro lado, entendemos que el método también puede ayudar en la identificación de personas desaparecidas tanto actuales como del pasado reciente, mejorando la calidad de la información requerida en los peritajes forenses", cuenta Luna y revela que "una vez que un nuevo método científico es propuesto, es necesario validarlo en otras muestras diferentes de aquella en la que fue creado. De esta manera, es posible comenzar a comprender si es efectivo también en otras poblaciones humanas. En este momento estamos iniciando una segunda fase de las investigaciones, en la cual aplicaremos este protocolo, generado con los esqueletos en guarda en la Universidad de Coimbra, en colecciones documentadas de nuestro país. Desde hace varios años estamos abocados a la conformación de varias de ellas, tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires. Esperamos también que la propuesta sea de interés para otros investigadores interesados en la temática; de esa manera, surgirán nuevos desafíos que permitirán avanzar en su validación y mejora. Consideramos que, si bien la publicación del método en una revista de primer nivel mundial es un gran logro, se trata solo de un primer paso hacia su incorporación en los protocolos de laboratorio, lo cual solo será posible en la medida que sea evaluado por diferentes equipos de investigación".