Fue hace ocho años la primera vez que en más de 200 ciudades de Argentina, las calles se llenaron de mujeres por una sola causa: que no haya más femicidios. Aquel tres de junio del 2015 sucedió la primera marcha multitudinaria realizada bajo la consigna Ni una Menos, a raíz del femicidio de Chiara Páez, una adolescente de 14 años embarazada y asesinada por su pareja. El hartazgo, la angustia y la urgencia generada llegaron hasta un límite en el cual miles de almas se unieron y se acompañaron para gritar que no querían que haya ninguna mujer muerta más.
Tres años antes de que se le ponga nombre al movimiento social, se incorporó a la agenta política argentina el concepto de femicidio. En diciembre del 2012, mediante la ley 26.791 se reformó el art. 80 del Código Penal, incorporando como un “tipo agravado de homicidio al cometido por un hombre en perjuicio de una mujer mediando violencia de género”. Fue ahí, cuando se dispuso el término femicidio para definir y nombrar los asesinatos de mujeres solamente por su condición de género, en manos de la violencia machista y patriarcal.
Cada tres de junio las calles vuelven a llenarse al mismo grito. Se pide justicia por las que ya no están, resguardo para las víctimas, y ninguna mujer más asesinada por parte de un varón, que creyó que tenía más poder y culminó con un vida, como si fuese tirar un trapo de piso a la basura. Pero, a pesar de las movilizaciones y los movimientos sociales llevados a cabo, lamentablemente, desde aquella tarde del 2015 hasta hoy, que se cumple un nuevo aniversario, los femicidios no disminuyeron. De hecho, se efectuó que en Argentina sucede 1 femicidio cada 31 horas.
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Desde el movimiento “Ahora que sí nos ven”, realizaron un registro, confirmando datos, estadísticas y números con los medios de comunicación, sobre cómo fue el balance de femicidios desde que se lanzó Ni Una Menos hasta hoy. Y el dato no sólo que no fue alentador, sino que fue contundente: en estos ocho años, ocurrieron 2257 femicidios en Argentina. La cifra se compone de valores anuales que no sufrieron variaciones significativas entre un año y otro desde que se inició el relevamiento en el 2015.Sin embargo, lo peor de aquel número es que se contempla la posibilidad de que existan femicidios que no fueron publicados en los medios o mismo que no fueron denunciados e informados como tal, por lo cual los casos podrían ser aún mayores.
El balance fue hecho desde el tres de junio del 2015, hasta el 25 de mayo de este mismo año. En todo ese tiempo, se tuvieron en cuenta todos los casos que salieron a la luz y por los cuales al día de hoy, se sigue pidiendo justicia. Si bien la idea máxima desde que comenzó este movimiento fue que las mujeres dejen de estar en peligro constantemente y que dejen de acabar con sus vidas desde la violencia machista, no hubo incrementos en los femicidios a lo largo de los años y, según los datos aportados, en el 2019 fue el año que más casos hubo en el país, ya que fueron 327. A esa estadística, lo sigue el 2020, que fue el año en que transcurrió la cuarentena durante seis meses de encierro y aislamiento.
En el 2015, año en el que se determinó Ni Una Menos, ocurrieron 131 femicidios, siendo el número más bajo. En el año 2016, fueron 289 en total, notando así un incremento de 158 casos, mientras que en el 2017, bajó un mínimo y se notificaron 277. Aun así, en el 2018 se volvió a repetir la cifra que hubo dos años anteriores, en los cuales se registraron 289 y en el 2019 fue el tope máximo con 327, siendo así el número más alto hasta el día de hoy. En el 2020 volvió a bajar pero también mínimo, justo en el año de la pandemia donde se agendaron 301 casos. En la misma línea, en el 2021 volvió a bajar el número, donde se registraron 262 casos confirmados y en el 2022, se volvió todavía más bajo siendo así el segundo número con menos femicidios confirmados desde que empezó el movimiento. Se registraron 254. De igual manera, en el 2023, en los datos analizados hasta el 25 de mayo, se confirmaron 127 femicidios. Es decir, en casi seis meses, ya hay la mitad de la cifra de lo que fue el 2020, uno de los años con más asesinatos.
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Asimismo, el informe determinó en manos de quien suceden más femicidios. De esta manera, se llegó a la conclusión de que durante los ocho años que pasaron, el 63% de los casos fue ejecutado por parejas o ex parejas de las víctimas. Y el porcentaje es tal, que año tras año se sigue manteniendo estable. El 43% de las víctimas fueron asesinadas en manos de sus parejas. Mientras que el 21% fue a raíz de sus ex parejas. En la misma línea, el tercer dato sobre quienes son los mayores responsables, observa que un 13% de las mujeres asesinadas fueron por parte de un familiar.Es así como queda demostrado que la mayoría de los femicidios, más precisamente ocho y nueve de cada 10 mujeres, fueron cometidos a razón de un varón que formaba parte del círculo íntimo de la víctima.
La frase trillada de que las mujeres muchas veces se deben sentir resguardadas y seguras tras convivir con un hombre, por el hecho de poseer más fuerza por naturalidad o por el simple hecho de su condición sexual, queda totalmente fuera de lugar y de término, a la hora de notificar que desde el 2015 hasta fines de mayo del 2023, el 64% de los femicidios tuvieron lugar en la vivienda de la víctima, la cual en muchos casos comparte con su agresor. Entonces, su casa, compartida con el varón, es el lugar menos seguro.
La violencia machista no tiene límites y las consecuencias que dejan no sólo son las muertes de las mujeres, sino también la cantidad de casos informados de niños que pierden a sus madres por ser víctimas de femicidios. Los números informados, los cuales pueden ser más si tenemos en cuenta la cantidad de casos que no fueron registrados, toman que durante los ocho años que pasaron desde el primer día de Ni Una Menos, fueron 1932 menores los que se quedaron sin madre.
Es también por ello, la razón por la cual en el año 2018 se sancionó una ley llamada “Ley Brisa”, que se basa en otorgar una reparación económica para los niños que se quedaron sin madre producto de la violencia machista. Además, en aquellos casos, el Estado tomó la posesión de encargarse del cuidado de ellos o derivarlos al cuidado de otros familiares o instituciones públicas, cuando el femicida fue el padre.
Lamentablemente, tanto en las redes sociales como en la opinión pública en general, se mira desde un lado de juzgamiento total hacia las víctimas que se demoraron en ejecutar la denuncia o de dar aviso de lo que estaba sucediendo. Muchas veces cuando sale a la luz un caso que ocurrió años atrás pero que la denuncia fue hecha años después, la primer pregunta es: ¿Por qué tardó tanto en denunciar? Y la respuesta es muy sencilla: durante el período analizado, el 17% de las víctimas habían realizado al menos una denuncia previa a su femicidio. De todas ellas, sólo el 10% tenían medidas judiciales de protección.
Una persona no denuncia porque no quiere. Sino porque es muy fuerte saber que al realizarla, muchas miradas te van a juzgar, otros no te van a creer, otros te van a consultar qué hiciste durante todo este tiempo que no la realizaste y finalmente, a tu agresor no la va a importar, si la justicia tarda en actuar. Es un círculo constante el cual todavía no se le encuentra respuesta, pero sí se puede ver cómo fue un femicidio anunciado.
Es por ello que Ni Una Menos se ratifica año tras años para poder culminar de una vez por todas con esta violencia que se ejerce día tras día. Para que no haya ninguna mujer muerta más en manos de los hombres, de la violencia machista, de la justicia patriarcal y en manos del Estado, que llegó tarde. A raíz de este informe, se llegó a la conclusión de que después de todo lo realizado, no se encontraron indicadores que demuestren que las políticas públicas incrementadas hayan sido suficientes para erradicar con la violencia y con los femicidios.
El tres de junio del 2023, a ocho años de la primera movilización de Ni Una Menos, las calles se volverán a inundar al grito de que las mujeres tienen que ser libres y vivas. Y justicia por las que ya no están. Y que no haya ninguna muerta más.