Un grupo de investigadores de China analizaron datos de los pacientes admitidos en un hospital de Suizhou con coronavirus y descubrieron que menos del seis por ciento de los internados con COVID-19 en un período de 47 días utilizaban anteojos, una cifra mucho más baja que el porcentaje que en la región requiere gafas para la vista, que es cercana al 30 por ciento.
Los autores de la investigación aseguraron que “el uso de anteojos es común entre los chinos de todas las edades”, aunque aclararon que “desde el brote de COVID-19 en Wuhan en diciembre de 2019 se observa que pocos pacientes con anteojos fueron admitidos en la sala del hospital”.
Según publicó el New York Times, los investigadores analizaron que “podría ser una evidencia preliminar de que los usuarios diarios de anteojos son menos susceptibles al COVID-19”. Sin embargo, aclaran que aún es pronto para sacar conclusiones o recomendar a las personas que comiencen a utilizar gafas o protección para los ojos, más allá de las máscaras, con el objetivo de reducir el riesgo de la infección.
Operativo primavera: qué estará permitido y cómo serán los controles para evitar contagios
¿Qué es lo que ocurre?
Para los investigadores, los anteojos podrían actuar como barrera parcial y de este modo proteger a los ojos del contacto con las gotículas mediante las cuales se transmite el coronavirus. La otra alternativa, que tampoco descartan, tiene que ver con una cuestión más cercana a la costumbre de los y las usuarias de anteojos: tocarse menos el rostro con las manos.
En esta línea, citaron un informe de 2015 en el que se afirma que a lo largo de una hora de clases un grupo de estudiantes se tocaba los ojos, la boca o la nariz en promedio unas diez veces.
Según el informe publicado días atrás en Jama Ophthalmology se analizaron 300 casos, una cifra pequeña, muy baja si se tiene en cuenta que a nivel mundial ya se registraron más de 31 millones de contagios.
El drama de usar anteojos y barbijo a la misma vez: cómo hacer para que los lentes no se empañen
La médica Lisa Maragakis, experta en enfermedades infecciosas y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, advirtió que no necesariamente sea simplemente el uso de anteojos, sino que tal vez la baja incidencia de personas con miopía contagiadas de COVID-19 pueda ocurrir porque las personas que utilizan habitualmente anteojos suelen ser más cuidadosas y propensas a quedarse en su hogar ante un brote viral que quienes no utilizan gafas. También mencionó que aquellos que pueden pagar anteojos tienen menos probabilidades de contagiarse por vivir en espacios con menor aglomeración.
En este aspecto, Maragakis detalló que resta investigar si la protección ocular en un entorno público agregaría alguna protección más allá de las máscaras y el distanciamiento físico”. En el caso de los trabajadores de la salud - en la Argentina y en otros países del mundo - se utilizan equipos protectores sobre los ojos, no sólo para proteger por las gotículas, sino también por las partículas de aerosol que se forman cuando los pacientes deben ser intubados.
Sin embargo, ese nivel de protección no sería necesario si una persona utiliza máscaras y distancia social. En este sentido, aclaran que se requieren más estudios para verificar si la tendencia respecto al uso de anteojos se mantiene en otras poblaciones.
Por qué los bancos no venderán dólares para ahorro por cuarto día consecutivo
Del modo que sea, el hallazgo es clave a la hora de preguntarse cuál es el impacto y la frecuencia con que el virus se transmite a través de los ojos, sobre todo teniendo en cuenta que los virus y otros gérmenes pueden ingresar al cuerpo humano a través de membranas mucosas faciales de los ojos, la nariz y la boca, aunque la nariz es el más afectado, al menos para el coronavirus, por la cantidad de receptores que crean un ambiente “amigable” para que el virus se pueda replicar.