Gabriela Peirano quiere que el primer cumpleaños que su hijo no podrá disfrutar sea un día de lucha, un empuje para exorcizar la tristeza.
Gabriela busca honrar la memoria de su hijo Alejo.
Alejo se fue de este mundo con apenas 8 años golpeado por una leucemia linfoblástica aguda. "Estuvo un año con radioterapia y de repente tuvo una recaída. Sólo el trasplante de médula podía ser una solución", le explica Gabriela a BigBang.
Desesperada, comenzó a impulsar una campaña y logró que varios de sus vecinos donaran, pero la compatibilidad para Alejo no aparecía.
"Hubo dos posibles de Estados Unidos y de Alemania. Uno se cayó porque tenía hepatitis y el otro también se cayó y nunca me explicaron por qué", se lamenta Peirano. Devastada por la noticia de que a su hijo sólo le quedaba un año de vida, eligió privilegiar su bienestar y lo llevó a un último viaje con Disney como destino. En julio del año pasado, Alejo murió.
Cuello de botella
Tiempo después del fallecimiento, Gabriela se enteró de que el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) del Incucai, donde se inscriben los donantes voluntarios de médula ósea, lleva años de atraso administrativo.
Alejo tenía sólo 8 años cuando falleció.
"Hay 80 mil donantes no registrados, y tengo mucha bronca porque ahí podría haber estado el que salvara a mi hijo", se lamenta.
Y ese atraso tiene que ver con el hecho de que en Argentina no existen laboratorios que analicen el código genético del donante para evaluar la compatibilidad con los posibles receptores. Las muestras deben enviarse a Estados Unidos para finiquitar este paso del proceso.
Acto y concientización
Así, buscando visibilizar la necesidad de crear uno de esos espacios de análisis -que pondría al día el registro de donantes- y también para concientizar sobre la donación de médula, Gabriela decidió fijar el día del cumple de Alejo, el 29 de marzo, para la convocatoria a una concentración en el Congreso a las 17. Allí, médicas del Hospital Posadas ofrecerán charlas informativas.
"Necesito que ese día me encuentre luchando. No puede volver a pasarle a una madre que se quede con la incógnita de si había un donante compatible entre los no registrados", señala Peirano, quien luego de la muerte de su hijo creó la fundación El Ejército de Alejito.
Tampoco puede pasar, claro, que el número de donantes siga manteniéndose en cifras modestas. Es por eso que Gabriela remarca que el proceso no es engorroso ni doloroso. "Lo que donás es sangre, sólo necesitan las células madre. Estás sentado mirando la tele durante el proceso", relata.
Y la postal esperanzadora que representa el final del camino para cada donación es algo que vale la pena rescatar: el aporte, lisa y llanamente, salva vidas. "Ver chicos que se trasplantaron y están bien viniendo a casa a jugar me sana", se emociona la mamá de Alejo.