Once contra once. La plaza de los dos Congresos se convertirá en una cancha para que dos equipos femeninos jueguen un partido de fútbol. El motivo es reclamar la libertad de una mujer lesbiana que permanece detenida desde hace siete meses por defenderse de su abusador. Y no fue una cita azarosa. Hoy se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Lesbotransbiodio, por lo que se realizarán diferentes actividades de visibilidad y difusión del caso de una joven apodada Higui.
Higui tiene ese apodo por su admiración al arquero René Higuita.
La iniciativa la comenzó la Colectiva LGBTIQ y Mujeres de la Comarca, de Viedma y Carmen de Patagones. Fueron esas agrupaciones las que iniciaron una seguidilla de partidos amistosos en todo el país.
La historia de Higui comenzó con su detención el 16 de octubre de 2016. Eva Analía de Jesús, tal su nombre real, llevó a sus sobrinos a la casa de su hermana Mariana en las Lomas de Mariló, en Bella Vista. Era el Día de la Madre. Luego de pasar el día en familia volvió a su casa. Lo hizo sola y, como cada vez que andaba por la zona sin compañía, lo hizo con una navaja.
Años atrás, una patota la había agredido verbalmente. En aquella oportunidad, se burlaron de su elección sexual. "Tortillera, lesbiana", le gritaron. Con el paso del tiempo, las agresiones se volvieron más frecuentes. Llegaron a tirarle piedras y a amenazarla.
Como ella, los integrantes de esa patota crecieron y no cambiaron su actitud violenta. Siguieron acosando a Higui cada vez que la cruzaban en el barrio. Uno de ellos está identificado: se trata de Cristian Rubén Espósito.
Fue ese mismo hombre el que, junto a otro sujeto, interrumpió el regreso de la joven a su casa. La tiraron al piso. Higui declaró que eran varios los pies que sintió que la pateaban. Le desgarraron el pantalón y le quitaron la ropa interior. Mientras el grupo continuaba golpeándola, buscó la navaja. La llevaba escondida en su corpiño. Estaba segura de que la iban a violar.
Higui utilizó una navaja para defenderse de un violento ataque sexual.
En el medio de los golpes, con una mano intentó cubrirse la cara y con la otra buscó desesperada la navaja. Levantó el brazo para defenderse, segura de que la iban a violar. Pero por la golpiza quedó inconsciente. Lo único que recuerda luego de esa situación es la cara del policía que la iluminaba con una linterna.
A unos metros de ella estaba el cadáver de Espósito con una puñalada en el pecho. Higui fue llevada al hospital detenida. Tres días después, la familia pudo verla. Ella sostiene que se defendió de lo que se llama "violación correctiva". Su causa tiene 150 fojas.
Higui está imputada por homicidio simple y con prisión preventiva. Las irregularidades en la causa son varias. El acta de procedimiento que redactó el policía es muy escueta y no menciona el estado en el que estaba ella. No se detallan los golpes, ni la ropa rota. Tampoco aparecen detalles del episodio, ni los antecedentes de violencia. Además Higui declaró que en el ataque intentaron violarla, pero no se tuvo en cuenta.
Según su abogada, María Raquel Higui sufrió un abuso sexual en grado simple y se defendió de un abuso sexual agravado, de la penetración. El artículo 34 del Código Penal habla de la legítima defensa.
La abogada de Higui basa su defensa en el artículo 34 del Código Penal.
Su familia, sus amigas y varias organizaciones formaron una mesa de trabajo que se reune para difundir mediante festivales, colectas y movilizaciones su causa. El 8 de marzo, la Asamblea Lésbica Permanente marchó con una bandera que pedía su liberación.
Distintas organizaciones reclaman su liberación.
Desde el sábado se inició una cruzada para llamada "un picadito para Higui". Su familia está ansiosa por verla libre. El 7 de junio es su cumpleaños y sus hermanas y sobrinas esperan que se cumpla su pedido.